Singulus, facilis et difficilis, he ahí el dilema

Mikio Obuchi
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libros para principiantes

Muchas veces estamos frente a varias cosas, las que nos son naturales; las que no nos interesan, las fáciles, complejas, sencillas y difíciles. En alguna conversación pude escuchar la siguiente frase: “Hazlo sencillo, aunque no sea fácil”, esta frase me dejó pensando en la obvia pregunta ¿Por qué? También me llevó a recordar una idea que maneja José Lezama Lima: “Solo lo difícil es estimulante, solo la resistencia que nos reta es capaz de encarnar suscitar y mantener nuestra potencia de conocimiento”, quizás lo más irónico es lo sencillo que me llegó la contra-frase (sencillo del latín singellus diminutivo de singulus, único, solo, aislado… Fácil del latín fácilis, cuyo sentido implícito es “fácil de hacer”), sin embargo en la primera idea sobre facilitar todo, deja sentir el aroma de cierto paternalismo pernicioso que está tras la cuna de “pequeños tiranos” que esperan la facilidad en todo.

En lo personal creo que lo sencillo y lo difícil no se deberían tomar como posiciones opuestas, más bien son un tránsito que depende mucho de la contingencia, pues hay cosas que pueden ser muy difíciles (difícil del latín difficilis contrario de fácilis)y otras que son muy fáciles. Pero: ¿que implica este tránsito? ir de lo fácil a lo difícil o viceversa o simplemente quedarse ahí (nadie está obligado a hacer un camino que no quiere). Mirando la producción editorial nos encontramos con colecciones que llevan en el título las fórmulas: “para principiantes, “for dumies” “introductorio al autor”, etc. el fin de estos libros por lo general es acercar al interesado a la obra de cualquier autor que se desee estudiar pues facilitan el ingreso a sistemas mucho más complejos, lo ideal es que una vez recorridos estos libros sea más fácil ingresar al pensamiento de A, B o C autores (además que algunos de estos libros son una joya: “Kafka para principiantes” ilustrado por Robert Crumb).

Sin embargo, es común ver como se suele tomar estos libros para ‘principiantes como necesarios y suficientes, pues están explicando de forma sencilla conceptos de una raíz compleja, esto nos ahorra tiempo. En esta época de hiperproductividad, lo sencillo parece haberse vuelto lo único por la velocidad con la que se entiende y el tiempo que ahorra, pero en la frase de Lezama hay una palabra importante y es “potencia” misma que se ve disuelta ante la unicidad de lo sencillo, esta potencia la quiero pensar como el misterio que guarda una obra de arte, un texto filosófico, la literatura, es lo que posibilita crear y extender ese producto además de otros. Así que al reducir el universo a un punto nos perdemos del potencial que ofrece, para ello hay muchas razones, que espero poder tocar en otros escritos.

Muchas veces esa costumbre de quedarse con lo sencillo nos lleva a matar la obra en el silencio de un conformismo útil pero muy poco rendidor es decir ganas un buen billete, pero pierdes la potencia (del latín potentia, relacionado con potens, poderoso) en una resignación útil disfrazada de practicidad y es que muchas veces el poder del dinero o de una producción inmediata eclipsa el verdadero poder, el que produce cosas que perduran, sin embargo la presión del vientre o un modelo aprendido nos hace perder lo que hay más allá del velo de los textos introductorios, o bien hace de estos mismos un velo. ¿O es que no es así? ¿O simplemente he errado el camino? ¿Por qué complotar con fuerza para ocultar el potens de la vida? Producir, producir, producir, ¿es que vivimos en una época Maruchan? Quizás sí y con todos sus nutrientes. Quizás no. Solo queda compartir reflexiones en torno a una idea…

 

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