Trampa 22
En sentido social podría describirse de manera fácil el significado simple de esta frase con el ejemplo de un joven profesional que comienza a buscar trabajo. La mayoría de los anuncios que ofrecen empleo requieren experiencia realizando el mismo trabajo. Conseguir el primer empleo bajo estas exigencias es resolver la Trampa 22.
El novelista estadounidense Joseph Heller escribió esta novela, en original titulada Catch 22, situada en el periodo del 1942 al 1944 durante la Segunda Guerra Mundial. El personaje principal, John Yossarian, piloto de aviones bombarderos, trata de quedar vivo evitando sacrificios inadmisibles.
Él sabe que todo sacrificio es absurdo y hace todo para sobrevivir a pesar de estar consciente que la Trampa 22 no le permitirá lograr su propósito. “Yossarian sería muy loco si siguiera las órdenes militares y mentalmente sano si se reusara a cumplirlas. Si las cumpliera significaría que es loco y por ello no debería cumplirlas. Si no las cumple significaría que es mentalmente sano y podría cumplir su deber militar”. Es decir, no puedes dejar que los locos definan si son mentalmente enfermos o no.
En lenguaje político Trampa 22 podría definirse así: “Si quieres cambiar el Gobierno debes tener oposición; en el país donde el Gobierno tiene el poder absoluto (similar al comando militar del libro en cuestión), no hay una verdadera oposición que quiere cambiar al Gobierno.
Suponiendo que esto es verdadero, la observación es que hoy en día los jóvenes no tienen ni tiempo ni interés para leer una obra de 500 páginas. El conocido actor de Hollywood, George Clooney, dirige la serie en HBO basada en el libro. Trampa 22 es la obra más antiguerra y antiburócrata que fue escrita. Podríamos decir que fue escrita para todos los que van a una guerra con una sonrisa en el rostro decididos a morir por su patria. También para aquellos que no tienen la suficiente inteligencia para sentirse desesperados en una situación de guerra.
Desde el soberbio coronel que insta la batalla para lograr un aplauso; el médico que en voz alta repite que su deber no es salvar vidas; hasta el oficial que se encuentra de casualidad en un alto puesto militar que no merece ocupar el mando ni por sus habilidades, ni por su inteligencia, ni por su valentía.
También está el joven vivísimo que aprovecha el estado de guerra para establecer un sindicato y hacer negocios revendiendo latas de mariscos, carne y hasta loros, empleando a los soldados nazis para su negocio sin que nadie se enoje por sus actividades. Al final, este contrabandista bombardeará a sus propias tropas para facilitar al enemigo.
Me acomodo frente a la pantalla decidida a ver esta comedia absurda de colores amarillos y justo cuando mis dedos comienzan a escocerme por el deseo de leer de nuevo la obra de Heller, comienza el segmento publicitario. Una pareja está viajando de vacaciones. Llegan a un punto de control imaginario donde la “policía de salud” les pregunta si llevan pastillas digestivas, requisito obligatorio para salir de viaje. La pareja confirma que tiene las pastillas en cuestión y sin problema puede seguir su trayectoria. La publicidad termina mostrando a los policías y a los pasajeros muy felices y contentos. Locura que se racionaliza de manera superflua y cínica y de manera tan pérfida que se convierte en una celebración de la vida en general.
Sea para fines sociales o políticos, la locura o la irracionalidad aparentemente lógica impregna este libro y se puede aplicar en cualquier segmento de la vida en la actualidad.