Jeanine Áñez aparecía en la palestra política el 12 de noviembre de 2019 para reclamar el cargo de presidenta transitoria, en un contexto de convulsión social originado tras la renuncia de Evo Morales y los 21 días de bloqueo nacional impulsados por algunos sectores de la sociedad, convencidos de que el proceso electoral de octubre estuvo totalmente viciado. En aquella jornada, la exsenadora, con Biblia en mano, pasaba a ser la segunda mandataria en hacerse con la banda tricolor, luego de que los registros de la historia situaran a Lidia Gueiler como su antecesora.
Mañana se cumplirán nueve meses del momento en que Áñez tomó el poder de una Bolivia entonces agitada socialmente y ahora sumida en una profunda crisis sanitaria desnudada por la pandemia.
Algunos conocedores del plan político y económico, como el docente investigador Fernando Salazar, intentan rescatar ciertos aciertos de la Presidenta interina desde su llegada, como por ejemplo el hecho de que tuvo la “valentía” de asumir el timón ante el vacío de poder. Otros, como la analista Verónica Rocha, se toman el tiempo para desglosar la corta gestión en etapas, todas ellas sujetas a eventuales parámetros. Otros, como el analista geopolítico Gabriel Villalba, advierten que el actual Gobierno echó mano a una suerte de instrumentalización de la pandemia.
La mayoría, no obstante, confluye en conclusiones comunes en torno a los errores en los que ha incurrido Áñez y por los que su mandato ha mermado “institucionalidad y credibilidad”, generando, en consecuencia, una sensación de “desgobierno”, de acuerdo con los entendidos en la materia.
A continuación, las nueve equivocaciones o debilidades en las que cayó Áñez desde que se sentó en la silla presidencial del Palacio de Gobierno, según cuatro especialistas.
CANDIDATURA La decisión de presentarse como candidata presidencial fue el punto de inflexión que marcó el aumento de desaprobación y la suerte de “desencantamiento” por parte de los grupos afines a la Mandataria. Cuando Áñez confirmó que se sumaría a la pugna, la noche del 24 de enero, comenzó su debilitamiento. Así lo comprenden los analistas Juan Clavijo, Fernando Salazar, Verónica Rocha y Gabriel Villalba. “Entró para una misión especial: convocar a elecciones y entregar el poder a un Gobierno democráticamente elegido. Ese fue el compromiso desde el primer día y el pueblo entendió que debía ser así. Fue un error garrafal ser candidata. El peor de su vida”, sintetiza el historiador y economista Clavijo. Salazar, por su lado, sostiene que su postulación significó la “desvirtuación” de su mandato. “Cae el Gobierno interino en su respaldo nacional y se vuelve un partido político. Existe una suerte de falta de credibilidad. Esta señora no cumplió con su palabra”.
Rocha prefiere dividir el análisis en etapas: la primera, marcada por una tarea de “pacificación” tras los hechos de octubre, la segunda, desde el anuncio de la candidatura de Áñez, con el posterior rechazo de la ciudadanía, y la tercera, con la llegada de la pandemia, que desnudó las flaquezas del Gobierno y puso en evidencia su capacidad de coordinación. La comunicadora considera que las buenas luces que aparecieron al principio se fueron disipando.
IMPROVISACIÓN Si bien su decisión de crear algunos bonos, como el Universal, es reconocida en el ámbito, también señalan la falta de planificación en torno a las medidas adoptadas por la Jefa de Estado. La posibilidad de que, en breve, pueda generarse el “bono para el fútbol” o el “bono para el pobre” no es descabellada para Clavijo. “Todo pueden inventarse. Nada está planificado. Es un Gobierno de emergencia que cree que con bonos solucionará todo. La gente piensa en empleo”. La crítica va, también, dirigida hacia el aspecto sanitario. Salazar recuerda que las improvisaciones se suscitaron con fuerza desde marzo, con el decreto de la pandemia, “la falta de equipamiento y el mal manejo de la crisis”.
CAPACIDAD DE GESTIÓN Rocha explica que las debilidades de la presidencia de la exsenadora se profundizaron, en efecto, con el inicio de la pandemia. Ese escenario, aunque “imprevisto mundialmente”, dio paso al crecimiento del cuestionamiento en cuanto a su legitimidad en el poder. Desde ese momento, comenzó a desnudarse su capacidad de gestión, la carencia en torno a la “coordinación con los gobiernos subnacionales y, sobre todo, con las organizaciones sociales”. “Comienza un proceso de desinstitucionalización fuerte que hace que se avance hacia una pandemia con graves problemas de Gobierno”, señala. En ello coincide Clavijo, convencido de que una muestra de aquello es que la sociedad, representada por “la juventud”, ha salido nuevamente a las calles para tomar un rol protagónico de “lucha”. Esto, ante la “incapacidad” de brindar soluciones del actual Gobierno.
DESGOBIERNO Para Rocha, la sensación de “desgobierno” comenzó en julio, cuando el aparato gubernamental “bajó los brazos” con la gestión y el manejo del nuevo coronavirus. Se profundizó, no obstante, a partir del 6 de este mes, al calor del descontento social. “No hay coordinación. El desgobierno empezó el 6 de agosto. Las cosas simbólicas que vimos de falta de cooperación entre poderes demostraron que es definitivo, que hay ruptura institucional. En medio de protestas de la COB (Central Obrera Boliviana), llegaron solicitudes que hasta el sábado tenían que ver con la fecha de las elecciones, pero el domingo 9 comenzaron a pedir su renuncia”, repara. Clavijo, por su lado, manifiesta que las movilizaciones en contra de Áñez se intensificarán “hasta lograr su caída”, pues observa que hay una “debilidad increíble”.
PRIORIZÓ SU POSTULACIÓN Villalba, experto en análisis geopolítico, concluye que el mandato de Áñez carece de legalidad y legitimidad, puesto que su nombramiento se dio “en contravención de los artículos 161 y 169 de la Constitución Política del Estado”. El también abogado detalla que la autoridad nunca logró separar su rol de candidata. Es así que “utilizó el aparato burocrático para proyectar su imagen como postulante presidencial”. “Lo sigue haciendo abiertamente. En plena pandemia, realiza campaña electoral proselitista, regalando barbijos con el logo de su partido. No le interesó la pandemia ni la salud, solo le importó el cálculo político. Tiene falta de administración por la propia incompetencia en lo político, social y sanitario”, advierte.
Al respecto, Salazar detalla: “Ella tomó una decisión: priorizó su candidatura, que requería recursos y disposición del aparato estatal para posicionar una imagen y financiarla. No compró, en tres meses de preparación de enero a marzo, ni un barbijo”. En este punto también está clara Rocha, que entiende que se generó “confusión” no solo en su desempeño, sino también en la lectura que hizo la ciudadanía. “Cuando un presidente es candidato, el desempeño se visibiliza de otra manera. Pierde legitimidad”.
NO CONVINCENTE Relacionado con el punto anterior, se desprende la propaganda electoral impulsada por Áñez, que, de acuerdo con los entendidos, no es atractiva ni inteligente. Para Clavijo, la Mandataria realiza propaganda “intensiva” con los bonos, aunque esta no es “convincente”. Establece una comparación con los mecanismos usados por el anterior Gobierno, cuando la publicidad era “pensada y buena”. “Esta es una propaganda débil”, estima.
AUXILIO ESTATAL Ligado con la serie de medidas improvisadas que aducen los analistas está el punto que apunta a la carencia de políticas socioeconómicas. Ello observa Villalba, que lamenta la inexistencia de medidas de este tipo que hayan acompañado las cuarentenas. Salazar, por su lado, resalta que el no sostenimiento de un bono mensual durante la crisis también fue desacertado. Por ello, considera que no existió auxilio por parte del Estado.
DESCOORDINACIÓN CON MOVIMIENTOS Villaba entiende que Áñez no logró un acercamiento con las organizaciones sociales. Recuerda los hechos suscitados en Senkata y Sacaba, mismos en los que se produjeron muertes tras violencia. “No se disculpó ante la población por las masacres. Al contrario, buscó victimizarse y culpar a otros”. De acuerdo con el analista, las cifras de la pandemia fueron utilizadas para una presunta “prórroga”, por lo que el Gobierno recurrió a una “instrumentalización de la pandemia”.
CORRUPCIÓN El economista Clavijo lamenta que no “haya responsables de los supuestos casos de corrupción observados en el presente Gobierno. Incluso, sospecha de otros “negociados”. Villalba refiere que los casos irregulares tienen evidencia mediática y judicial. “Dijeron que iban a poner el peso de la ley sobre estas personas corruptas, pero paralelamente defendían a estos personajes y los sacaron fuera”.