Argentina – Colombia: los insultos (I Parte)

Por Redacción dat0s
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Petro, Milei
Foto: Composición LP / AFP

Insultos y disputas por diferencias políticas podrían ser un escollo inflamable en las relaciones de los países latinoamericanos.

La asunción de Javier Milei a la presidencia en Argentina ha abierto bocanadas densas de tensión en la región. El abierto enfrentamiento de su Gobierno con los “comunistas” que aun gobiernan en algunos países latinoamericanos, el caso de Colombia, Bolivia, Venezuela y Brasil han ensanchado las diferencias a la hora de hablar de buenas relaciones. Milei no tiene diferencias para señalar a los presidentes de estos países de retrogradas y hasta ha encontrado insultos humillantes para calificarlos. Ninguno ha estado en su asunción del mando el pasado 10 de diciembre y no ha cesado en atacarlos mientras inclina sus amistades con aliados controvertidos como los expresidentes de los Estados Unidos y Brasil, Donald Trump y Jair Bolsonaro, respectivamente o con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, cuestionado por la escalada de violencia, actor principal en la Franja de Gaza (que la Relatora Especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Francesca Albanece, denominó “actos de genocidio contra los palestinos”), luego de los ataques terroristas de grupos islamitas en su territorio. Si bien es cierto que el Papa Francisco fue blanco de sus ataques durante la campaña electoral ha reconciliado con la Iglesia Católica que recién ayer se ha pronunciado contra la violencia desproporcionada que emplea Israel en la guerra en Oriente Próximo. Aunque nada dijo de Milei.

Colombia con Argentina

Los gobiernos de Bogotá y Buenos Aires han estado a punto de romper relaciones diplomáticas la semana pasada. El presidente colombiano habló de “barbarie”, si ganaba Milei y el desembarco de la “extrema derecha”; rencoroso como se ha mostrado en sus presentaciones públicas el argentino descalificó a su homólogo llamándolo “asesino terrorista” en alusión a sus nada claros tiempos de guerrillero del M-19, movimiento que de las armas ha pasado a otro tipo de actividades irregulares.

El gobierno del presidente Gustavo Petro sigue en procura de lograr acuerdos de paz con los grupos armados que operan en su territorio como síntoma de que está dispuesto a pasar a la historia como un mediador válido, aunque el diálogo que es auspiciado por varios gobiernos amigos atraviesa grietas insalvables que han hecho difícil alcanzar el tan deseado Pacto de Paz.

La tensión de la semana pasada derivó en un comunicado de la Cancillería colombiana anunciando la expulsión de un grupo de diplomáticos argentinos; ambigua, la nota, no precisaba rangos a pesar de que el embajador colombiano en Buenos Aires fue convocado a consultas por su cancillería.

Este malestar quizá no sea el primero ni el último, aunque el domingo de resurrección, los equipos de las cancillerías de ambos países pusieron paños fríos al clima de tensión recomponiendo el tejido diplomático. En el comunicado de la reconciliación redactado ayer entre ambos gobiernos no se menciona la impronta diplomática. Casi inmediatamente el embajador colombiano retorno a Buenos Aires y el Gobierno de Milei se ha comprometido en recibir las cartas credenciales de su embajador enviado a Colombia.

Es posible que el incidente hubiera merecido un cuidadoso estudio del caso. En un momento como este de alta tensión hemisférica y de guerras, abrir focos de tensión con los vecinos no parece una buena idea, mientras se desarrollan serios compromisos de integración regional.

Pero nunca se sabe cuándo el mandatario argentino puede volver a pulsar la tecla de la indisposición conociendo de antemano su opinión sobre la izquierda latinoamericana.

 Mañana en la Segunda Parte:  Brasil – Argentina: la lejanía

 

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