Las redes sociales que fueron la supuesta versión original por la ruptura del electorado con Evo Morales, han pasado a ocupar un tercer plano en la actual estrategia gubernamental. Hasta ahora no se ha concretado la creación de la oficina encargada de generar la contraofensiva digital. El enfoque siguen siendo los impresos, la radio y la televisión. En una entrevista con el vicepresidente Álvaro García Linera antes del referéndum planteó una mesurada influencia de las redes sociales sobre la sociedad aduciendo que “hay un tipo de opinión que se construye en torno a los lectores de los diarios, otro en torno a la radio y la televisión y hay un núcleo de opinión que se forma en torno a la comunicación digital”. El vicepresidente del Estado Plurinacional decía que “cada uno de estos soportes generan núcleos de opinión pública (…) En su composición estos sectores se enlazan con densidad y distintas influencias. El periódico es más denso aunque en términos de lectoría menor, en cambio la opinión que se forma en una red digital es gigantesca pero su influencia es más evanescente, más líquida”. Y finalmente añadió: “esto es útil saber para un gobernante para acceder al nuevo mapa de influencia de los soportes tecnológicos de la comunicación. Es una auténtica revolución. No es fácil porque genera confusión, pero está claro que uno tiene que ser lo suficientemente lucido para reconocer que es una novedad, revoluciona y democratiza la información. Lo que hay que ver es cómo se jerarquizan las influencias de los tres soportes materiales de la información: el medio escrito, los audiovisuales y el digital”.
Es probable que esa idea haya cambiando tras la derrota del “si” en el referéndum, pero lo que se afirma en la mesa chica de colaboradores del presidente es que la evolución o la influencia de cada uno de estos “soportes tecnológicos” como los llama el vicepresidente, no son tan importantes como la acción. O sea, hay en la estructura gubernamental la idea hacía el gradualismo: la acción y ya no la comunicación.
Visión orientadora
Lo que se tiene es que la nueva orientación mediática del oficialismo pasa de la comunicación -lo que quiere transmitir- a la acción -lo que debe hacer-. En la actual conyuntura política lo que define el Gobierno es una adecuación de los objetivos incorporando la acción sobre la comunicación. El qué hacer sobre lo qué hay que decir. La cuestión de fondo no mide ya tanto la narración del discurso en cambio sí el resultado. Si el “antiimperialismo” y el “neoliberalismo” orientan la ficción del “vivir bien”, el conflicto que se ha generado con la cadena norteamericana de noticias CNN, es otro ejemplo de que la acción refuerza su estructura en el proceso por conspiración abierto contra el periodista Fernando del Rincón en lugar de reorientar la comunicación. Lo mismo sucede en el caso de la periodista Amalia Pando y de algunos otros afincados en los impresos de papel y en la radio. Quiere decir que los hechos no miden el efecto sino el resultado. Más allá de que lo verdaderamente importante sea la acción, lo que le falta al oficialismo en esta nueva orientación mediática es cómo sustentar la nueva narración.
El vicepresidente dijo en la entrevista con dat0s que es útil para el gobernante acceder al nuevo mapa para ver cómo se jerarquizan las influencias de los soportes tecnológicos de la comunicación. Por las acciones emprendidas en el último mes, el oficialismo ha dado un giro gradual de la comunicación a la acción. No importa la valoración de la comunicación en el siglo XXI, si son redes sociales, mails o celulares; lo verdaderamente importante no es si los mensajes se transportan por señales de humo, discursos en foros y asambleas, por ondas de radio y televisión o por internet. Si el complemento ideal de la narración oficial fue el “neoliberalismo” en el plano interno y el “antiimperialismo” en el global, el “cartel de la mentira” que usa para hacer referencia a su adversario mediático es la base insuficiente de su nueva visión orientadora.
Puesta en el tapete, la base de esa nueva visión orientadora es insuficiente porque profundiza la diferencia con el ciudadano sin rostro que opina en las redes sociales. Lo que habrá que ver es si verdaderamente como lo señala García Linera su influencia es “evanescente”. El teléfono es un medio de comunicación pero no un constructor de sentido; transporta mensajes pero no hace mensajes. El Gobierno actúa para darle sentido al mensaje. Es secundario si se comunica por redes sociales o por medios offline: lo principal es qué mensaje va a transmitir después de ejecutada la acción. Necesita otra forma de construir sentido y no precisamente otra forma de envasarlo. En el caso de la oposición es aún más complejo el construir sentido porque carece de una fuente orientadora. Está lejos de encontrar transmisores creíbles que la identifiquen con la sociedad. Cualquier argumento de la oposición se diluye por el miedo a dar un paso el falso.
En la construcción de una identidad visible, el expresidente Carlos Mesa es quien ejerce la batuta sustentando conceptos pragmáticos y verosímiles. Su capacidad de comunicación apunta realidades concretas: el tema del mar, por ejemplo. Es evidente que el expresidente actúa en esa línea sin temores porque cumple el papel orientador. Si el Gobierno cree que sin Mesa la demanda planteada en La Haya marcha, deberá deconstruir una fórmula comunicacional ante los ojos de la sociedad encontrando -además de la persona- una batalla discursiva que sustituya la anterior estructura. Mesa es con quien se desplegaron las acciones más verosímiles; su presencia en la televisión chilena cambió el rostro con el que los chilenos miraron a los bolivianos por siglos.
Más allá de Mesa, todo lo que hasta el momento plantea la oposición no deja de ser verso y se aprovecha de situaciones puntuales -léase el caso Zapata- creando relatos solamente tendenciosos.
El twitter no obra milagros
La misma ecuación se repite en la comunicación que el Gobierno pretende establecer a través de las redes sociales. Se estima que el twitter de Evo Morales tiene a la fecha algo más de 40.000 visitas. Ha ganado esa cantidad de seguidores en el corto tiempo desde la recomendación que le hicieron sus colaboradores de agilizar su cuenta después de la derrota en el referéndum. “No es un gran número”, dicen “pero el presidente es un hombre de generar tendencia”, completan en el Gobierno. La gran pregunta que hay que hacerse es cómo se separan las cuentas. Una cosa es Evo y otra la vocería oficial que al no conseguir producir noticias positivas transfiere su moral a la acción.
Ni la comunicación ni el twitter hacen milagros y por mucho que la cuenta #evoespueblo genere tendencia no hay forma de comunicar malas noticias. Por eso, vuelve a ser objeto de análisis en la mesa chica de los colaboradores del mandatario la acción y ya no la comunicación.