El juego de la vida

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Foto: Getty Images

La fiebre del Mundial de Fútbol de Qatar que ya se comienza a vivir, les toca de lleno a los políticos. Y más a los que se alistan como en Brasil a una elección en la que se juega empate técnico de infarto dentro el margen de error permitido por los sondeos (entre dos a tres puntos). En el mismo país de samba y futebol se estudia un proyecto de ley para meter a la cárcel a las encuestadoras que proporcionen datos extrapolados. La idea es alarmante, pero los afectados afirman que es loable. Una encuesta es una encuesta, es un trabajo que no debería aflorar la piel de las urticarias ni las pasiones. Mejor hablas con Neymar Jr. que es como hacerlo con Pele, Alisson Becker, Ronaldinho y los cracks que fabrica el gigante latinoamericano, convencerlos de una mano de Dios para dirimir el pleito. Un futbolista jala de todo.

Bolsonaro, dado a conseguir los apoyos más insólitos, ya se lo pidió a Neymar Jr. Sabe, el presidente, que a poco del mundial la promesa de conquistar un campeonato no es una idea maluca, alocada ni cosa parecida. Neymar Jr. se la juega por Jair Bolsonaro y promete la Copa del Mundo. Será que el efecto de ese apoyo debería merecer cárcel. Lula ha reaccionado sorprendido como si los deportistas y los artistas de izquierda fueran de su propiedad. La jauría devoradora de elocuentes Caetano Veloso, María Bethania, Milton Nascimento, Chico Buarque de Holanda, Elba Ramalho, Gilberto Gil y los demás apoyadores del PT de Lula.

Argentina cuando no

Maradona es un ejemplo patético. En vida pasó momentos felices junto a la élite extraviada de la izquierda también extraviada de América Latina. Posó con Fidel antes y después del escándalo -los deseos se conceden a los amigos futbolistas-; una bonita niña que vivió con el Diez y luego se puso brava y lo contó todo. Hugo Chávez lo recibía, sabia el peso de la pelota de Maradona en su cancha; Evo Morales lo propio consumado en un alojamiento de las afueras de Cochabamba se pasó sin salir días enteros. Los pedidos de Maradona eran ley.

Lo último del futbol en la poco apacible y turbulenta Argentina es la coronación de Boca Juniors campeón del torneo, nada menos que con la ayuda de su eterno rival River Plate y la desgracia de un penal errado por Galván de Racing en el último minuto del partido que le sirvió el campeonato al xeneize en bandeja. Fútbol es fútbol, es una cosa buena, una pasión mezclada con política sabe refrescante.

Son tiempos de definiciones y la reñida recta final del campeonato de la Liga Profesional del fútbol argentino que tiene mucho de referencia a las disputas internas en el país de Messi, el clima prelectoral en el de Neymar Jr. y los conflictos de la política boliviana que se dirime con un campeonato “Mini Suramericano”, en las tropicales serranías del Chapare.

 

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