El nuevo presidente de Brasil tendrá que lidiar con un Parlamento conservador

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Foto: EFE

Las elecciones parlamentarias celebradas junto a la primera vuelta de las presidenciales del pasado 2 de octubre arrojaron unos resultados en los que el Partido Liberal, formación que apoya al presidente Jair Bolsonaro, resultó como la fuerza más votada. La nueva composición del órgano legislativo brasileño se caracteriza por tener una mayoría abrumadora de hombres y por ser más conservadora que hace cuatro años, aunque también hay datos que arrojan el incremento de representantes afros e indígenas. 

Brasil vive las elecciones más polarizadas de su historia reciente. El próximo 30 de octubre, el presidente Jair Bolsonaro, que consiguió el 43,20% de los votos en la primera vuelta, se enfrentará al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que logró el 48,40%. Gane quien gane, el nuevo mandatario tendrá que negociar con un tercio del Parlamento para obtener la mayoría.

No será una tarea fácil. A partir del 1 de febrero de 2023, Bolsonaro contará con el apoyo del 37,6% de la Cámara de los Diputados y del 31% del Senado. Los partidos alineados con Lula, en cambio, tendrán el 28% y el 20% de los escaños, respectivamente. Varios analistas políticos auguran que la relación entre Congreso y Ejecutivo será tensa, sea cual sea el presidente.

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La necesidad de construir alianzas para asegurar la gobernabilidad ha sido una constante en todos los Gobiernos sucesivos a la dictadura militar. “Si miramos lo que ocurrió en las administraciones de los expresidentes, podemos pronosticar que la coalición se basará en el intercambio entre carteras ministeriales y apoyo en el Legislativo. Fue un camino ampliamente adoptado por todos los presidentes, con la excepción de Bolsonaro”, explica Danilo Medeiros, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Virginia e investigador del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap).

Es de esperar, por lo tanto, que si Lula gana intentará construir una amplia coalición, gracias a su conocida capacidad de negociación. En el caso de Bolsonaro, cabe recordar que durante su primer mandato no estableció ninguna alianza duradera en el Parlamento.

Su estilo de Gobierno se basó en acuerdos puntuales para cada reforma o ley, sirviéndose de la mediación de los partidos del grupo de Centro, a cambio del llamado ‘presupuesto secreto’. Se trata de recursos del presupuesto federal entregados a dedo a diputados concretos o a grupos parlamentarios, para que implementen políticas regionales en sus Estados de origen.

Para Simone Tebet, tercera colocada en el pleito presidencial del pasado 2 de octubre y aliada de Lula, “el presupuesto secreto puede ser el mayor esquema de corrupción del mundo”. Y puede que haya llegado para quedarse. “Hay relatos de una ciudad del interior del Estado de Maranhão, con poco más de 20.000 habitantes, que realizó más pruebas de sida que toda la ciudad de São Paulo, con 12 millones de habitantes. En otra ciudad se extrajeron 540.000 dientes en un solo año, lo que equivale a tirar 14 dientes de cada boca, de cada ciudadano, incluidos los recién nacidos que no tiene dientes”, explicó Tebet en un conocido podcast brasileño.

En el nuevo escenario político, Bolsonaro podría verse beneficiado ya que el Partido Liberal (PL), al que pertenece, consiguió elegir el grupo parlamentario más grande tanto de la Cámara, con 99 diputados, como del Senado, con 13 escaños. Es toda una hazaña para una formación cuyo presidente, Valdemar Costa Neto, fue condenado por la Corte Suprema por corrupción y llegó incluso a cumplir parte de la condena, antes de recibir el indulto. Tras las últimas elecciones legislativas, el Partido de los Trabajadores de Lula también aumentó su presencia y se convirtió en el segundo grupo parlamentario, junto a los partidos de su coalición electoral.

Lo que ha quedado claro es que el próximo presidente de Brasil tendrá que lidiar con una Cámara de Diputados más conservadora, integrada por un 82,2% de hombres y un 17,7% de mujeres.

Este es el perfil medio de los 513 diputados recién elegidos: varón de 49 años y 11 meses, blanco, casado, cristiano y con estudios superiores. Según un informe de la Unión Interparlamentaria (UIP), una organización mundial que recopila información de los parlamentos de 108 países, Brasil tiene uno de los Congresos más viejos y con menos mujeres del mundo. El país más populoso de América Latina ocupa el puesto 68 del ránking y se queda por detrás de Bolivia, Suecia y Portugal, pero por delante de los Estados Unidos y de la India.

A pesar de este récord negativo, Brasil puede presumir de haber elegido el mayor número de negros y de mujeres de su historia, en un país en el que el 56% de los habitantes se declara afrodescendiente.

El año que viene habrá 135 diputados afro, es decir, un cuarto del total, además de tres asiáticos. Esto ocurre tras unas elecciones legislativas en las que, por primera vez, hubo más candidatos negros que blancos. Curiosamente, los partidos que eligieron a más negros son de derecha, con el Partido Liberal de Bolsonaro a la cabeza, que tendrá a 25 diputados afro en su grupo.

Además, uno de cada seis parlamentarios será mujer. Las diputadas lograran aumentar su presencia en el Congreso un 2,7%. Es un avance, pero sigue siendo poco si miramos al resto del planeta. En el ránking realizado por la UIP, que compara la composición femenina de las Cámaras de 182 países, Brasil se queda en la posición 127, por detrás de Uruguay, Ecuador y España, y eso a pesar de la cifra récord de mujeres elegidas este año.

Otra novedad de esta nueva legislatura es que los indígenas han incrementado un 500% su representatividad, pasando de uno a cinco diputados. De ellos, cuatro son mujeres: Sônia Guajajara (São Paulo); Célia Xakriabá (Minas Gerais); Juliana Cardoso (São Paulo) y Silvia Waiãpi (Amapá).

Esta última fue la primera mujer indígena que se incorporó al Ejército brasileño en 2011. Hoy es una ex militar que apoya a Bolsonaro y sostiene que las Fuerzas Armadas tienen un papel importante en la política indígena de Brasil. Waiãpi ocupó el cargo de secretaria de Salud Indígena en el actual Gobierno. Este año fue la diputada federal menos votada de Brasil, con 5.435 sufragios.

“El hecho de que una diputada sea de origen indígena no significa que defienda las agendas colectivas de los pueblos originarios”, destaca Sônia Guajajara, que pertenece al pueblo Guajajara/Tentehar del Estado del Maranhão y recibió 156.966 votos. “Es imposible mantener un diálogo con quien defiende a Bolsonaro”, añade. Por su parte Joenia Wapichana, que en la pasada legislación fue la única indígena del Congreso, no consiguió su reelección.

En el extremo opuesto se sitúan los coleccionistas de armas, que lograron elegir a 23 representantes en el Senado y en la Cámara de Diputados. Aumenta así el peso del llamado “grupo parlamentario de la bala”, cuyo objetivo es ampliar el porte de armas para la población, con o sin Bolsonaro en el Gobierno.

Su principal objetivo será tratar de destrabar en el Senado el proyecto de ley bautizado como “PL de la bala suelta”, que facilita normas para el registro y la tenencia de armas. Hoy en Brasil existen 700.000 coleccionadores, un número 500% superior al de 2018, antes de que Bolsonaro llegara al poder.

El Senado, formado por 81 miembros con un mandato de ocho años, estará prácticamente controlado por los bolsonaristas a partir del año que viene. “Tendremos un Senado más de derecha, que aprobará las propuestas de mayor interés para Brasil. Todo Brasil se beneficiará de esto”, dijo el mandatario tras las elecciones. Dos exministras de Bolsonaro, Tereza Cristina (Agricultura) y Damares Alves (Familia y Derechos Humanos) ya se han postulado para la Presidencia del la Cámara Alta.

Una curiosidad: el diputado federal más votado de Brasil, Nikolas Ferreiras, desconfía públicamente de las urnas electrónicas, en sintonía con las acusaciones de un posible fraude lanzadas por el presidente Bolsonaro y sistemáticamente desmentidas por el Tribunal Superior Electoral (TSE).

Este joven de 26 años, que obtuvo 1,5 millones de votos en el Estado de Minas Gerais, podría perder su mandato bajo la acusación de divulgar noticias falsas. Ya existe un precedente en Brasil. En octubre de 2021, el TSE revocó el mandato e inhabilitó del diputado estadual Fernando Destito Francischini, elegido en el Estado del Paraná en 2018. Fue precisamente por difundir noticias falsas contra el sistema de voto electrónico, en vigor en Brasil desde 1996.