El segundo atentado contra Trump refleja la inquietante deriva de la política estadounidense

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Foto: JOE RAEDLE | Getty Images/ AFP

Los electores han llegado a ver la política como una forma de guerra. En tales circunstancias, las elecciones se ven como contiendas entre las fuerzas del bien y del mal.

La tarde del 15 de septiembre, Donald Trump estaba jugando al golf en el Trump International Golf Club en West Palm Beach, Florida, cuando fue objeto de un presunto segundo intento de asesinato. Los agentes del Servicio Secreto abrieron fuego cuando un agente observó que alguien apuntaba con un rifle entre los arbustos del campo de golf. Aunque en un principio el sospechoso huyó, fue detenido posteriormente gracias a la información de los testigos.

El FBI consideró el incidente un segundo intento de asesinato contra Trump, que se encontraba a una distancia de entre 300 y 500 metros del tirador. El candidato presidencial republicano no resultó herido esta vez, a diferencia del atentado del 13 de julio en Butler, Pensilvania, que sigue bajo investigación.

Los atentados consecutivos contra presidentes estadounidenses no carecen de precedentes. Gerald Ford sobrevivió a dos intentos sin resultar herido con 17 días de diferencia en septiembre de 1975. Trump, que en este caso es candidato, ha sobrevivido a dos ataques con 64 días de diferencia.

Atentados contra funcionarios públicos: lo que tienen en común

Son llamativas las características del presunto sospechoso. Ryan Wesley Routh es un hombre de 58 años vinculado a Carolina del Norte y Hawái con un historial delictivo de décadas. Ha sido acusado de posesión de un arma de fuego por un delincuente convicto y posesión de un arma de fuego con el número de serie borrado.

En 1997, el Servicio Secreto de Estados Unidos publicó Preventing Assassination: A Monograph, que analizaba anteriores intentos de asesinato. En el monográfico se planteaban cuestiones clave que el personal de seguridad debía tener en cuenta a la hora de analizar los atentados contra funcionarios públicos.

Una de las preguntas planteadas en el documento es: ¿hubo acontecimientos vitales y pautas clave en los historiales de las personas que han dirigido la violencia contra funcionarios públicos?

Las conclusiones de Preventing Assassination apuntaban a que, entre los acontecimientos vitales críticos de los asesinos, figuraban las experiencias con un accidente o una enfermedad, la pérdida de una relación, el fracaso en un objetivo o la reciente pérdida de estatus.

En este último intento, el presunto atacante parece tener una historia documentada de su esfuerzo fallido por combatir en la guerra de Ucrania. Al parecer, Routh también había estado implicado en varios pleitos desde la década de 1990 que le habían llevado a ser condenado a pagar decenas de miles de dólares a los demandantes.

La política como guerra

Este supuesto intento de atentado refleja cómo el actual contexto político en Estados Unidos lleva a algunos radicales a sentirse legitimados para emplear la violencia.

Este fenómeno puede relacionarse con la fuerte polarización de los votantes estadounidenses. Un estudio de 2022 del profesor de Ciencias Políticas Alan Abramowitz sobre el aumento de la radicalización partidista-ideológica en Estados Unidos y sus consecuencias sugería que un número creciente de electores ha llegado a ver la política como una forma de guerra. En tales circunstancias, las elecciones se ven como contiendas entre las fuerzas del bien y del mal.

Ese sentimiento tuvo eco en el tercer aniversario de la insurrección del 6 de enero, cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció un discurso sobre la defensa de la sagrada causa de la democracia estadounidense. Dijo:

“No se puede tener una contienda electoral si se ve la política como una guerra total en lugar de una forma pacífica de resolver nuestras diferencias. Guerra total es lo que quiere Trump”.

The Causes and Impact of Political Assassinations, publicado en 2015 por el Centro de Lucha contra el Terrorismo de la Academia Militar de Estados Unidos, ofrece una perspectiva necesaria sobre la relación entre la polarización política y los asesinatos.

El estudio sugiere que las elecciones son más eficaces y pacíficas después de garantizar que se han abordado los agravios políticos más intensos. Los agravios políticos intensos no resueltos tienen el potencial de instigar más violencia, incluidos los intentos de asesinato de políticos.

Preparados para nuevos incidentes

En la política estadounidense, la expresión “sorpresa de octubre” (“October surprise”) describe “un acontecimiento que cambia las reglas del juego y puede dañar irreparablemente las posibilidades de un candidato e impulsar las del otro, trastocando unas elecciones presidenciales”.

Dada la trayectoria de estos comicios, un nuevo episodio de violencia política podría condicionar los resultados electorales.

Trump politizó el primer intento de asesinato durante la Convención Nacional Republicana y su campaña empezó a recaudar fondos sobre el aparente segundo intento de asesinato a las pocas horas. Algunos aliados de Trump, incluido el candidato republicano a vicepresidente, J. D. Vance, han sugerido que el ataque de julio fue el resultado inevitable de los mensajes de odio demócratas.

Dado que ha habido dos aparentes intentos de asesinato contra el candidato presidencial republicano, la violencia política se ha convertido en una característica definitoria de las elecciones de 2024. Ya no es un disparate considerar la posibilidad de otro intento de asesinato.

 

Este artículo fue publicado originalmente por The Conversation.