Hace un año un outsider ganaba las elecciones en la Argentina, lo impensado pasó.
Javier Milei, un personaje controvertido que simula dialogar con el espíritu de Logan (uno de los cuatro perros –este ya fallecido- que le inspiran su plan de Gobierno), un cerrado entorno en el que se encuentran su hermana y un par de asesores, son los conductores de este nuevo ciclo de la política argentina.
Desde el pasado 10 diciembre de 2023 cuando Milei asumió el cargo no ha dejado de atacar a los medios, los ha tachado sin ningún temor sus enemigos y se juega con todo con unos cuantos entre sus vasos comunicantes. Ninguno tan influyente como Jorge Lanata o Marcelo Longobardi con quienes ha protagonizado cruces magistrales.
El libertario de Milei ha viajado cuantas veces ha sido necesario a los Estados Unidos, ha participado de las cumbres de la ultra derecha mundial, ha estrechado su mano con los jefes extremistas y no le ha importado anunciar sus viajes oficiales, por ejemplo, en España, atacó al presidente Pedro Sánchez y hasta se atrevió a denunciarlo por corrupto en su propio territorio.
Se ha juntado con el elegido presidente estadounidense Donald Trump y por lo menos un par de veces ha estado en reuniones con Elon Musk, su cartelera es así de peculiar. En Brasil desató la ira del PT sindicando a Lula como “el perfecto dinosaurio idiota”. Más allá del espectáculo que lo rodea, es innegable que ha alcanzado logros de gestión a costa de que la mitad de los argentinos viven en la extrema pobreza (lo que ya era así antes de que él asuma el cargo), ha atacado a la academia universitaria y no le ha temblado la mano para reducir el presupuesto de la educación.
Cerro 13 ministerios, despidió a 30.000 empleados públicos y redujo hasta un 74% el dinero destinado a pensiones, educación, salud, ciencia, cultura y desarrollo social. Los mercados celebran el superávit fiscal y el derrumbe de la inflación resultado del “mayor ajuste de la historia de la humanidad”, como él mismo lo sostiene.
Milei promete que es solo cuestión de tiempo para que las “fuerzas del cielo” que lo guían en su lucha contra “la casta” y el “socialismo” conviertan a la Argentina en una potencia mundial.
La mitad de los argentinos le cree y la otra mitad tiene temores fundados de que las cosas se pongan peor, mientras el mundo observa encandilado al “líder más popular del planeta”.
Ha estado en las tapas de las revistas más influyentes como Time y The Economist. Todo suma en su lucha contra los “zurdos de mierda”, una guerra cultura que Milei condimenta con insultos que encienden a sus seguidores y desconcierta a una oposición diezmada.