La extrema derecha se abre paso en América Latina

Por Redacción dat0s con El País
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izquierda, derecha
Foto: Correodel Sur /Captura video

Hace poco se celebró en México una reunión de líderes de extrema derecha de AL. Al concluir el encuentro se notó a todos contentos por el resultado alentador del avance de la corriente en el continente. Qué sucede en Bolivia con la fractura del Movimiento al Socialismo (MAS).

Ha sido la conclusión de una nueva edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés). Esta cumbre, que se lleva a cabo desde 1974 en Estados Unidos y que anualmente aporta una encuesta que sirve de termómetro para definir a los candidatos republicanos más duros, solo se había celebrado antes en Brasil de Jair Bolsonaro, en 2019, 2021 y 2022.

Como el mandatario brasileño de está de salida, los dirigentes plantearon que la sede sea en México. Allí confluyeron los principales referentes internacionales del espacio, como los estadounidenses Steve Bannon y Ted Cruz y el español Santiago Abascal, así como también representantes de la derecha regional, como Eduardo Bolsonaro (Brasil), José Antonio Kast (Chile), Alejandro Giammattei (Guatemala) y Javier Milei (Argentina). Ningún boliviano atisbó el encuentro, aunque hay quienes dicen que no deberían faltar al encuentro.

Una lectura rápida del nuevo mapa político en la región no esconde, más bien visibiliza el ascenso de fuerzas de extrema derecha. No son Gobierno, pero podrían serlo. Ese condicional las ubica como alternativa. Pueden perder elecciones, todavía, pero ganan peso en sus sociedades de manera sostenida.

Esta nueva posición está obligando a los líderes de las corrientes extremistas de derecha a un cambio de estrategia y discurso. Ya no avivan el sentimiento antidemocrático en una región en la que el 28% de los ciudadanos es indiferente al tipo de régimen político en el que vive, como muestra el Latinobarómetro, sino que usan la democracia a su medida.

En este sentido, durante la cumbre mexicana, Steve Bannon sembró dudas, por ejemplo, sobre el voto electrónico y Eduardo Bolsonaro directamente denunció que a su padre le “robaron las elecciones”. Con esta probada capacidad competitiva —que les dejó al borde de la victoria en Brasil y Chile, por ejemplo— optan por mantenerse en los márgenes del sistema y polemizar con quienes hoy ostentan el poder. No reconocer la legitimidad del rival es la primera condición -creen- para combatirlo con una estrategia de destrucción sin descanso. Así, polarizando al máximo, secuestran ideológicamente a sus electores. Es más fácil dividir, casi en mitades iguales e irreconciliables, que permitir avances reforzados de sus rivales.

Qué pasa en Bolivia

Esta estrategia es un cambio radical al que se había vivido hace poco. En Bolivia sin ir lejos, la fractura en el Movimiento al Socialismo (MAS) sirve para medir la nueva composición de fuerzas. La oposición clásica necesitaba una triangulación que aportara su discurso sin confrontar con el Gobierno. La pregunta ahora es si en esta nueva conyuntura la oposición será capaz de articular un discurso propio o cederá ese lugar a la que claramente pretende ser ocupada por el MAS de Morales.

evo morales, comité cívico interinstitucional

Correodel Sur /Captura video

Una fracción del MAS -la dirigida por el expresidente Morales- ya ha comenzado a hablar de acuerdos entre el Gobierno y la extrema derecha, que el propio Morales ha identificado como “fascista”. Lo que claramente busca Morales es ocupar el espacio de la oposición.

En un contexto de polarización extrema estas expresiones buscan alzarse con la representación del sentir conservador –concepto que no se puede aplicar en Bolivia por la composición de sus fuerzas políticas- para liderar la oposición en sus países. Por ello, Eduardo Verástegui, presidente del capítulo mexicano de la CPAC y anfitrión del evento, se autoproclamó representante de la “verdadera derecha”.

En un contexto general se puede afirmar que la ultraderecha latinoamericana perdió, pero ganó. De minoría intensa a actor competitivo y posible alternativa de Gobierno. En esta fase de madurez y legitimación explora la colaboración internacional -técnica y política- y redefine sus mensajes para acabar de someter a una derecha tradicional que es víctima de la polarización. Latinoamérica es el gran escenario de este aggiornamento para relanzar su oferta nacionalista con profundos vínculos internacionales.