Cómo será estar en lista de enemigos del nuevo presidente.
Hay quienes irremediablemente en los círculos políticos de Washington pasarán a ocupar la lista. La idea puede ser secundaria, pero se comenta con insistencia que la lista existe. La idea de que esta podría ser una misión cívica productiva –pensar creativamente sobre quienes ocuparan esa lista que The Insider la llama con alarmante presteza, “la lista de enemigos”.
La lista de enemigos que circula ampliamente es un archivo Excel con más de 200 nombres compilada por un ex boina verde que se autodenomina “secretario de retribución” de Trump. Esta lista bien puede ser el sueño febril personal del militar, pero lo que verdaderamente preocupa es la lista que Trump tiene en la cabeza.
La tarde del 5 de noviembre, los de la lista (de la que se hablaba antes de las elecciones) tenían la esperanza de que el país no eligiera al hombre que había prometido, en repetidas ocasiones, encarcelar a sus oponentes políticos. The Insider está familiarizado con la maquinaria a disposición de un presidente decidido a vengarse. Se preguntó si Trump iría en busca de objetos nuevos (los encuestadores con los que está enojado) o si, en su senectud, volvería a sus viejos odios, los Clinton, la familia Biden y un puñado de figuras atléticas y seguras repartidas en el deporte y el cine de Hollywood.
En mayo y junio, The Insider se unió a docenas de otras personas para analizar las posibilidades que una Casa Blanca autoritaria podría desatar una venganza contra exgobernadores, ex miembros de la Cámara de Representantes, ex oficiales del Gabinete, ejecutivos e instituciones; personas familiarizadas con ciertos límites. Hay personas que interpretaran al presidente ayudando a hacer cosas que Trump había dicho que quería, y otras considerarían formas de detenerlo.
Los de la lista podrían ser objeto de investigaciones invasivas y costosas; los costos financieros y emocionales de la investigación, los abogados, las citaciones y los correos electrónicos: el proceso como castigo. La posibilidad de que una Casa Blanca autoritaria con investigaciones interminables es demasiado alta. “Soy el tipo que tiene muchos privilegios en mi vida”, dijo alguna vez el flamante presidente cuando enfrentaba los procesos en la justicia, “y no me avergüenzo de mis privilegios, pero siento que tengo que usarlos para algo más que hacer snowboard”.