Por qué el expresidente de Argentina Carlos Menem es un modelo para Javier Milei
“Aunque les duela, Menem fue el mejor presidente de la historia argentina”, dijo Javier Milei en la inauguración del busto de Carlos Saúl Menem (1930-2021) en la Casa Rosada.
Milei admira a pocos políticos argentinos, Menem es uno de ellos. Ganador de las elecciones presidenciales de 1989 por el Partido Justicialista, fue reelecto en 1995 y terminó su gobierno en 1999.
“Menem nos inspiró a quienes creemos en la libertad a seguir su ejemplo”, destacó el libertario a mediados de mayo sobre una de las figuras más relevantes del ala liberal en lo económico del peronismo.
Milei prometió en campaña resolver la alta inflación que golpea a la economía argentina con una hoja de ruta que mira a la década 1990.
“Menem es un modelo para Milei porque fue el presidente que -en democracia y con mucho respaldo social- logró hacer las reformas estructurales más profundas de la historia argentina”, le dice a BBC Mundo el politólogo Pablo Touzon, coautor del libro “Qué hacemos con Menem” (Siglo XXI Editores, 2021).
Elogiado por muchos, criticado por otros, el expresidente sigue siendo para los argentinos un blanco de inagotables discusiones y opiniones contrapuestas.
Milei conoció a Menem en 2018, cuando el libertario no era más que un simple comentarista de televisión, sin historia política y con un discurso en defensa de la dolarización y la reducción al mínimo del Estado.
“Fui a la casa de Carlos y cuando llegué me dijo algo que me dejó helada la sangre: ‘Vos vas a ser presidente de Argentina'”, recuerda Milei que le dijo el expresidente tres años antes de su muerte.
Milei le respondió diciendo que “odiaba la política”. Pero seis años después, la victoria del candidato de La Libertad Avanza (LLA) le terminó por dar la razón al antiguo líder peronista.
A pesar de su enojo contra la “casta” política, el actual mandatario ha creado un círculo de personas de confianza entre las que se encuentran antiguos miembros del gabinete del expresidente y parte de sus familiares.
Dos de sus ministros de Economía, Domingo Cavallo (1991-1996), al que Milei llamó “el mejor economista de la historia argentina”, y Roque Fernández (1996-1999) han sido fuente de consulta del libertario durante la campaña.
Por otra parte, Martín Menem, el sobrino del exmandatario, preside desde diciembre la Cámara de Diputados, mientras que su primo Eduardo “Lule” Menem es subsecretario en la órbita de Karina Milei.
“Hoy estamos haciendo un acto de justicia”, resumió Milei al destapar el busto del expresidente en un acto que buscó recuperar el lustre de una imagen gastada y así sacarla del ostracismo político de las últimas décadas.
Estas son algunas similitudes y diferencias entre los dos presidentes.
Liderazgo rupturista
Mientras sus seguidores lo reciben enardecidos, Javier Milei con sus grandes patillas, su pelo despeinado y una campera de cuero, saluda ante una multitud fanatizada.
“Si no nos metemos en el barro, los zurdos nos llevan puestos”, arenga el primer presidente libertario de Argentina en la presentación de su libro en el estadio Luna Park en mayo pasado.
La imagen recuerda el modo en que Menem conquistaba a los votantes -primero como gobernador de la provincia de La Rioja y luego como presidente- con unas enormes patillas, campera de gamuza y un modo sencillo de hablar.
“¡Síganme, no los voy a defraudar!”, repetía en los cierres de sus discursos de campaña el Menem de 1989, donde prometía “salariazo” y “revolución productiva”, provocando un estallido en el auditorio a favor del candidato.
Tanto Menem como Milei se impusieron en las urnas por ser distintos a su época.
“En aquel momento, Menem era visto como un trasgresor. Pero hasta ahí las coincidencias, porque Menem siempre fue un hombre de la política, que se sentía parte de ese universo”, dice Touzon.
Menem llegó al poder como candidato del Partido Justicialista (o peronista) -uno de los partidos más grandes de Argentina- después de una interna competitiva. Por el contrario, Milei ganó las elecciones con LLA casi sin historia política.
“Menem es el producto de un partido político. Milei, en cambio, es producto de la crisis definitiva de los partidos políticos, de una pulverización de ese gran sistema de mediación que son los partidos”, le dice a BBC Mundo Natalio Botana, doctor en Ciencias Políticas y destacado profesor emérito en la Universidad Torcuato Di Tella.
Tanto Milei como Menem son personas incorrectas para su tiempo. Ambos saben como hablarle a sus votantes y no dudan en utilizar la carta de las emociones. Pero Menem construyó autoridad desde del diálogo, mientras Milei lo hace desde la división.
“Milei construye desde la confrontación en el lenguaje. Menem fue lo contrario, un un líder muy popular y cordial que siempre buscó el consenso y una suerte de concordia”, dice Botana.
Para Botana, Milei tiene un “estilo polarizante” en que la “dialéctica amigo-enemigo” genera una política facciosa, es decir, un estilo que tiende a dividir en lugar de unir, algo que lo diferencia del antiguo caudillo.
Además, Menem hizo de la política su vida. Nacido en el norte del país, alcanzó la presidencia después de una extensa trayectoria política. Por el contrario, Milei llega a la Casa Rosa con casi nula experiencia electoral, excepto por sus dos años de diputado.
Menem es un político con historia, mientras Milei no se cansa de decir que detesta -y hasta que no entiende- a la política. Pero ambos encuentran en el espectáculo un modo de comunicación.
Los años de Menem, con su estilo extravagante, fueron testigos de varios escándalos de corrupción y vínculos de los políticos con los famosos, lo que llevó a apodar a aquella época como la era de la “Pizza con Champán”.
Milei se presentó en mayo pasado en el Luna Park ante un auditorio repleto de gente en donde cantó ‘Panic Show’, con una banda de rock en vivo.
“Tanto Menem como Milei buscaron la política del espectáculo. Pero Menem ha sido el resultado del espectáculo de la televisión, Milei de la televisión y las redes sociales, lo que le imprime una gran velocidad”, explica Botana.
Reforma del Estado
“La reforma estructural más grande de la historia Argentina la hizo Menem. La Ley Bases es cinco veces más grande que la Ley de Reforma del Estado de Menem”, comparó Milei un día antes de la aprobación de su proyecto insignia en el Senado.
Milei ha insistido, más de una vez, en trazar una continuidad con el plan de reforma del Estado desplegado por Menem en la década de 1990. Sin embargo, para los analistas, la equiparación resulta exagerada.
“No creo que la reforma de Menem pueda ser comparables con la de Milei”, disiente Botana aunque entiende los motivos por los cuales el presidente busca compararse con el antiguo líder peronista.
Menem, promulgó en 1989 la Ley de Reforma del Estado, que abrió paso a las privatización de las empresas estatales. Además, inició el proceso de descentralización del sistema de educación pública, la salud y los puertos.
“Vamos a privatizar todo aquello que sea necesario”, decía el expresidente en 1990, en referencia a empresas públicas como Aerolíneas Argentinas.
La reforma de Menem, que buscaba llevar el Estado al mínimo, profundizó sus efectos en 1996 cuando el presidente firmó un decreto de “racionalización” del Estado que derivó en el despido de unos 127.000 empleados públicos.
Milei confirmó ante Latam Economic Forum en Buenos Aires que esperaba despedir a 75.000 trabajadores del Estado.
La Ley Bases de Milei no consiguió avanzar sobre la privatización de las 41 empresas y entes del Estado que el gobierno quería, sino que la lista quedó reducida a ocho, pero el objetivo parece ser el mismo.
“Todo lo que pueda quedar en manos del sector privado, quedará en manos del sector privado”, decía Milei dos meses antes de la aprobación de Ley Bases en el Senado.
Touzon cree que el programa de reformas que hizo Menem es, hasta ahora, mucho más profundo que el que lleva adelante Milei. Sin embargo, identifica los motivos del actual presidente que lo llevan a mirarse como espejo en la década menemista.
“Menem es para Milei un modelo porque es el otro presidente que, desde un liberalismo popular y con mucho respaldo social, ha logrado aplicar estas medidas”, dice Touzon.
A pesar de que ambos comparten un gran respaldo social para aplicar medidas ortodoxas, una diferencia central entre Menem y Milei es que el peronista ganó las elecciones con un discurso que no prometía lo que finalmente hizo.
Milei llegó a la presidencia después de una campaña centrada en la imagen de la motosierra, prometiendo avanzar con un severo plan de ajuste en la economía.
“Menem ganó las elecciones en 1989 con consignas muy atractivas, después llegó al poder e hizo lo contrario a los esperado. Por el contrario, Milei ganó las elecciones diciendo lo que va a ser es un drástico ajuste de la economía. Esa es una diferencia central”, explica Botana.
El actual gobierno no cuenta con mayoría propia en el Congreso. Por eso, debió aprender a negociar con la oposición y grupos aliados. Pero además, no tiene el respaldo de las organizaciones sindicales como sí tuvo el peronismo en 1990.
“La organización sindical respaldaba a Menem, por eso él pudo llevar adelante una gran transformación política, que incluyó privatizaciones. Esas no son las condiciones en las que está Milei”, explica.
Freno a la inflación
Los programas de desregulación de la economía y una demanda de achicamiento del Estado suelen ser mejor recibidos en Argentina en tiempos de inflación alta
En 1989, el país pasaba por una hiperinflación que llegó a registrar un 3.079% anual, de acuerdo al Índice de Precios al Consumidor (IPC), por lo que el peso argentino había perdido casi por completo su valor.
Mientras que en diciembre del año pasado la inflación interanual cerró en 211,4%, siendo la más alta del mundo, lo que habilitó a Milei a desplegar un plan de ajuste sin precedentes del gasto público.
En 1991, tras su aprobación en el Congreso, Menem promulgó la Ley de Convertibilidad que establecía una paridad fija del peso argentino con el dólar estadounidense, lo que se llamó popularmente como el “uno a uno”.
“Recibimos el país con una inflación del 5.000% y tuvimos que trabajar sobre ese tema a punto tal que cuando dejé el gobierno esa inflación desapareció por completo y pudimos empezar a crecer”, dijo Menem en una entrevista el 2012.
Para Touzon, el momento del país es similar no solo por la inflación sino por una “crisis de un modelo centrado en el Estado”.
“Tanto en 1989 como ahora vemos una crisis del Estado y su capacidad de dar respuestas, donde la inflación es su metáfora más perfecta, que terminó por habilitar una respuesta ortodoxa parecida”, explica Touzon.
Milei recuperó en 2023 el recuerdo incómodo de los argentinos de aquella época, prometió “dinamitar el Banco Central” y “dolarizar” la economía del país, que más tarde aclaró que se trataba de una “libre competencia de monedas”.
Hasta el momento, la dolarización no es un hecho en Argentina. Sin embargo, Milei repite que su objetivo sigue siendo la libre competencia de monedas, aunque no espera que sea antes de las elecciones de medio término de 2025.
“Milei y Menem comparten el intento de estabilizar una economía, de alcanzar el orden fiscal, algo que Menem intentó pero no logró. También de vencer a la inflación y privatizar las empresas públicas, en lo que sí tuvo éxito, mientras que Milei hasta el momento enfrenta serios obstáculos”, explica Botana.
Entre los límites del actual gobierno se encuentran la falta de partido, la ausencia de mayorías propias en el Congreso y de un espíritu dialoguista con los partidos opositores, algo que intenta resolver la figura del jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
Si bien Argentina logró en la década de 1990 contener la inflación y estabilizar su economía, la convertibilidad alimentada del endeudamiento externo y los dólares que ingresaban al país por medio de las privatizaciones no pudo ser sostenida por mucho tiempo.
En 2002, el presidente Eduardo Duhalde, quien asumió después de la renuncia de Fernando de la Rúa producto de una profunda crisis política y social, puso fin a la paridad entre el dólar y el peso, después de la “pesificación” de los depósitos en dólares.
“Menem es el gran cancelado de la historia reciente de la política argentina”, sintetiza Touzon.
“Después de la crisis de 2001, la idea de un ajuste popular se convirtió en incómoda para los peronistas. También para los liberales que estuvieron cerca y para los sectores de izquierda por el carácter popular del menemismo”.
Por el contrario, el primer presidente libertario de Argentina no dudó en recurrir al molesto recuerdo de un presidente dejado a un costado de la historia para legitimar los próximos pasos de su gobierno.
Mientras tanto, seguirá abierta la pregunta sobre si su intento por rescatar del olvido a la década menemista le sumará o le terminará por jugar en contra.