Los datos son tozudos y confirman la popularidad de presidentes que son objeto de permanentes críticas en sus respectivos países y fuera de ellos.
De acuerdo al informe de una consultora mexicana, de los cinco presidentes más populares de América, tres de ellos están enmarcados dentro del llamado eje bolivariano y son países miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA).
El Latinobarometro desde hace algunos años muestra como los ciudadanos de estos países están particularmente satisfechos con sus gobiernos y consideran que gozan de autenticas democracias, en las que se contempla particularmente la voluntad popular.
Frente a ello Presidentes que cuentan con prestigio internacional y de los cuales se halaga su gestión y esfuerzos por la modernización de sus respectivos países se encuentran en los niveles más bajos de popularidad. De hecho en el extremo contrario, como los menos aceptados por la población, se encuentran la brasileña Dilma Rousseff, con un 10 por ciento de simpatías y el peruano Ollanta Humala, con un 17 por ciento de aceptación.
No hay muchas repuestas en relación a esta pregunta. Lo cierto es que abundan mas las críticas que los análisis. Pareciera que por negar lo que no gusta es suficiente para que deje de existir. Y estos gobiernos no desaparecen, muy al contrario se consolidan en el tiempo, mediante la reelección presidencial.
Muchos analistas insisten en que su permanencia en el poder se debe al empleo de los recursos del Estado en beneficio propio, para reforzar su liderazgo y bloquear las posibilidades de apoyo que pueda tener los adversarios políticos. No puede negarse esta instrumentalización del aparato estatal, pero esta cuestión aunque ayuda no puede explicar por sí misma su popularidad.
Tampoco la prosperidad, de los últimos años, puede explicar del todo este apoyo. Hay quienes están esperando el final de estos gobiernos, con el final de la prosperidad, al acabar los altos precios de las materias primas y del petróleo. Pero si esta es la causa, ¿por qué en aquellos países como Perú, donde sigue creciendo hoy día, pese a la ralentización de la economía, su Presidente se encuentra en el último lugar de la lista de mandatarios?
De hecho estos gobiernos no son infalibles, por muchas artimañas que utilicen para gobernar porque en última instancia dependen del apoyo popular. Así se comprueba con el caso venezolano, cuyo gobierno lidera la exaltación bolivariana. Nicolas Maduro, como presidente de Venezuela, cuenta con el 26% de aprobación ciudadana, disminuyendo 16 puntos porcentuales y ubicándose en la posición 17 en la lista de mandatarios con menor popularidad, no obstante lo increíble es que no se encuentre al final de la lista. Sigue logrando tener mucho apoyo, contemplando la situación del país. Con una gestión y resultados económicos desastrosos, con uno de los índices de inseguridad más altos de la región e incapaz de silenciar a una oposición, que cada vez consigue más apoyos públicos internacionales y que está poniendo en evidencia las actuaciones del gobierno. Sin embargo, hasta el gobierno venezolano puede perder apoyos y perderá las elecciones si deja de contar con el respaldo de los ciudadanos.
Esa es la clave de estos gobiernos, tienen legitimidad suficiente para estar en el poder durante años, aunque muchos observadores no pronostiquen otra cosa más que su inminente final, desde que ganaron, por primera vez, las elecciones. El ejemplo de Evo Morales es paradigmático. Tras nueve años en el poder, es el Presidente más popular de la región, sólo superado por Danilo Mendoza, actual Presidente de la República Dominicana. Ganó por primera vez las elecciones en 2005, Morales obtuvo casi el 54% de los votos, convirtiéndose así en el primer Presidente indígena y ganar la contienda electoral por mayoría absoluta, otro hecho poco común también en Bolivia. El 6 de diciembre de 2009 se celebraron nuevas elecciones presidenciales, en las que logró la reelección con el 64,22% de los votos y reasumió la presidencia. Las últimas han sido en 2014, que ha vuelto a ganar por mayoría absoluta y que le aseguran la presidencia hasta 2020.
No hay muchos Presidentes en la región con este historial, para encontrar ejemplos similares, no por casualidad, tenemos que referirnos a sus colegas el Presidente de Ecuador y de Nicaragua. El primero, accede al poder tras ganar por primera vez las elecciones presidenciales de 2006. Luego de la adopción de una nueva Constitución, en septiembre del 2008, se organizaron nuevas elecciones generales y el 26 de abril de 2009 gana la contienda electoral, con 52% de los votos en la primera vuelta. Este segundo mandato fue hasta 2013, cuando fue reelegido nuevamente para un mandato que finalizara en 2017. El segundo accedió al poder, a través de elecciones, el segundo, después de ser elegido en 2006, logro la reelección en 2011.
Ningún gobierno, por autoritario que sea, puede sobrevivir sin la legitimidad popular. Esta es una evidencia que muchos se niegan a aceptar y es preciso hacerlo, si el objetivo es entender la continuidad de unos Presidentes, que aunque muchos no compartamos su forma de gobernar, son una realidad.