A menos que pueda encontrar una manera de no pagarle a la fiscal James.
Al expresidente de los Estados Unidos Ronald Trump le queda poquísimo tiempo para aportar 500 millones de dólares, o de lo contrario la fiscal general de Nueva York, Letitia James, podría embargar sus activos, incluidas propiedades. La semana pasada, el del jopo amarillo con serias pretensiones para volver a la Casa Blanca –con un conglomerado cada vez más numerosos de “socialistas” (fíjense si los Clinton o la leche condensada de la élite de Hollywood y varios desabridos banqueros y de los fondos de inversión) están dispuestos a todo para impedirlo, se están frotando las manos cuando Trump dice que no tiene cash para pagar la multa por fraude de 454 millones de dólares y que tampoco puede encontrar a nadie que pague una fianza por él. “Si no tiene fondos para pagar la sentencia, buscaremos mecanismos de ejecución de la sentencia en los tribunales y pediremos al juez que embargue sus bienes”, ha dicho la fiscal James.
A esos 454 millones, la cifra incómoda, hay que añadir otros 92 millones de dólares que Trump deberá pagar a E. Jean Carroll por violarla en un probador de uno los grandes almacenes de lujo en Manhattan. El multimillonario se la ha pasado al menos este último año entre apelaciones incómodas y la situación financiera del candidato a la presidencia de los Estados Unidos es un verdadero misterio. Lo que está pasando ahora, como ocurre con todo lo relacionado con el Trumpismo, no tiene precedentes ni analogías. Resulta que cobrar el dinero es la parte más complicada del caso civil contra Trump.
La sentencia de los 454 millones de dólares es una de las más grandes jamás dictadas en Nueva York, y su magnitud (así como las implicaciones políticas del acusado) hacen que este caso sea imposible de predecir. Lo que es extraordinariamente inusual en este caso es que no hay nadie en la historia del Estado de Nueva York que haya tenido que pagar una fianza de 500 millones de dólares, según fuentes escuchadas por el Wall Street Journal. Pero Trump tiene múltiples vías a través de los tribunales de apelaciones y de quiebras para frenar el esfuerzo de cobrar la sentencia, y la naturaleza extremadamente complicada de sus activos haría que el decomiso de activos sea una tarea difícil. Podrían pasar años antes de que tenga que pagar alguna multa por el caso de fraude civil, si es que alguna vez lo hace.
Entretanto, sigue en la carrera a la presidencia por el partido Republicano ganando nominaciones fácilmente con una cohorte de fanáticos que lo quieren ver de nuevo sentado en el salón Oval ejerciendo venganza con quienes se ha estrellado contra él en la carrera.