¿Se repetirá el gran acuerdo parlamentario en la ALP?

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Foto: ABI

Sus antecesores no fueron ajenos a esta práctica, pero en los últimos 15 años un singular pacto rige en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Es posible que entre los honorables hubiese discrepancias y hasta agresiones, pero en este punto surgió un escenario de tolerancia y hasta perdón. Se trata del paquete parlamentario de beneficios a los que accede todo representante nacional. Un paquete que creció seductoramente, entre los años de la bonanza y el poder que tiene la ALP para definir el Presupuesto General de la Nación (PGN).

“Es el secreto mejor guardado en el Congreso -dice Gabriel López (nombre ficticio), exfuncionario de la Cámara Baja-. Es como ingresar a la tierra de las oportunidades y los padrinazgos de corto, mediano y largo plazo. Quien quiera que trabaje en la ALP, aunque sea del grupo de ingresos más modestos, vive con esa expectativa constantemente. Esa emoción es permanente. Buscan pasarla bomba”.

La percepción es coincidente en varios otros testigos. Llega al grado de los grandes cambios de identidad y disputas en las bancadas opositoras. “En esta legislatura, ya de principio vimos cómo diputados de oposición se dieron la vuelta a cambio de cargos que tenían sus respectivos presupuestos en la Cámara -dice el exdiputado Amilcar Barral-. Prefirieron tener su auto y funcionario en la puerta antes que defender su ideología política”.

Así, bien se podría decir que quienes “la pasan bomba” resultan aquellos que acceden al paquete completo de los beneficios parlamentarios. Éste incluye: abundante tiempo libre, generosos ingresos económicos, personal de servicio, vehículos, acceso a recursos administrativos y facilidad para viajes.

  • Jugosas comisiones

Hay 12 comisiones en diputados y 10 en senadores. Cada comisión de diputados alberga además a tres comités. A cada comisión se le asigna un presupuesto que deben administrar, según su parecer, los presidentes de esas comisiones. Los presupuestos llegan a hasta 70 mil bolivianos mensuales para las comisiones y 12 mil para los comités.

“Si, por ejemplo, la comisión de Salud recibe 50 mil bolivianos mensuales, él decide si contrata cinco asesores con salarios de 10 mil o 10 con salarios de 5 mil bolivianos -dice López-. El cómo se administran los dineros dentro de la ALP se ha vuelto un misterio”.

Pero Barral, uno de los contados parlamentarios que ha denunciado estas irregularidades, añade otros detalles: “Los comités funcionaban con dos o tres personas que eran responsables de hacer un trabajo para el que bastaba una. Se volvieron un gasto de dinero insulso porque llegaba todo para aprobación inmediata. Mientras tanto, en comités y comisiones hasta se denunciaron casos de funcionarios que eran palos blancos. Recibían menos de la mitad del sueldo nominal y el resto iba al bolsillo del parlamentario. Fue tan grotesco que hasta hay personas que han hecho de ese oficio una forma de vida. En cada legislatura están ahí, sin ítem institucional, esperando contactar con el presidente de comisión o comité para negociar sus servicios”.

En menor grado, pero con similares características se atribuye las funciones y algunos beneficios a quienes llegan a ser jefes de bancada. Ellos también recibieron montos en función a la cantidad de parlamentarios partidarios.

  • ¿”Palos blancos”?

Cuentan las malas lenguas que esas distribuciones se prestaron a un sinfín de manejos no siempre sanos en el legislativo. “Una vez vi cómo el presidente de la comisión les obligaba a aportar para que él pague el regalo que debía hacer a una promoción escolar que lo había nombrado padrino -cuenta Gabriel López-. Otra vez pasó algo parecido con la compra de camisetas para un equipo de periodistas que le pidieron una donación”.

Los gastos administrativos también hacen tentadora parte de esos paquetes que benefician a “revolucionarios” como a “vendepatrias”, a “izquierdas” como a “derechas” y centros. Las fuentes señalan que diversos recursos pueden justificarse en la compra de papelería, mobiliario especial, equipos eventuales, etc.

Una anécdota destaca entre los extraños manejos que al parecer suceden en esferas parlamentarias. Se asegura que un parlamentario que tenía la atribución de contratar a dos funcionarios de confianza como apoyo optó, entre ambos, por una singular “secretaria”. La flamante, y de buen ver, funcionaria era conocida por sus antecedentes en negocios nocturnos nada santos. El hecho, según aseguran las fuentes, se produjo en 2015.

  • Sobra el tiempo

El paquete de beneficios de los representantes nacionales también abarca las generosas concesiones de tiempo de las que se hacen merecedores. Este beneficio se incrementó especialmente a partir del tiempo en que en el dominante Movimiento Al Socialismo (MAS) se anunció que no había espacio para “librepensantes”. Aquel instructivo fue lanzado a viva voz por el entonces vicepresidente del Estado y cabeza del Congreso Álvaro García Linera en enero de 2013. Por esos días, su correligionaria Rebeca Delgado había lanzado diversos cuestionamientos y marcado un tenso debate en el hemiciclo parlamentario.

Pero era el final de un tiempo que paulatinamente había ido devaluando la definición de la palabra “parlamentario”. Desde entonces fueron contadas, no más de 20, las voces que intervinieron en las sesiones activa y regularmente. El resto no sólo guarda un evidente silencio, sino más propiamente una calculada asistencia orientada a votaciones y quorums de rigor. “A lo mucho el 10 por ciento de los diputados cumplía su labor, y eso me parece incluso mucho -dice Barral-. Yo les desafié a que muestren cuántas peticiones de informe, proyectos y otras iniciativas habían tomado y que si tenían más que las mías, renunciaba. Ninguno se animó a responder al desafío”.

Por lo tanto, las licencias no solían ser demasiado complicadas de obtener. Otra diputada, Norma Piérola, llegó a denunciar la existencia de certificados falsos junto con varias otras irregularidades. No hubo mayores desmentidos.

Ello en un régimen notoriamente relajado de trabajo, pues, de acuerdo a los reglamentos, los parlamentarios sólo sesionan tres días a la semana. En fiel cumplimiento de esa normativa, llegaban los martes por la tarde y retornaban la noche de los jueves a sus distritos. Eso sólo por tres semanas al mes. Pero, además, cada parlamentario tiene la posibilidad de pedir cuatro licencias. Opción asumida mayoritariamente, según los registros de asistencia. Para un sueldo de 22 mil bolivianos, sin los otros añadidos del paquete, eso significa cinco días de trabajo mensual en la mayoría de los casos.

Según los testimonios, los dramas cotidianos solían traducirse en agitadas llegadas de algunos congresales. Debido a su atraso, tenían que hacer “constar su presencia en sala” ante los responsables de turno.

Eso en el caso de los titulares porque más abundante tiempo aún, tuvieron los diputados suplentes. Sus ingresos actualmente llegan a 6.500 bolivianos. Y, aunque se les encomendó labores de relacionamiento con las regiones, en los hechos varios de ellos vivieron en una especie de licencia permanente. Se hallaban a la espera de la ausencia de un titular que les dé paso, por lo general, a “hacer constar su presencia en sala”.

  • Diputados récord

Similar y hasta aún algo más holgada resultó la labor de los nueve diputados supraestatales. Destinados al relacionamiento con parlamentos internacionales y sin contar con voto en la cámara, efectuaban una sesión mensual. Realizaban dos viajes mensuales al exterior, y sólo cuatro de ellos, con los viáticos, de entre 300 y 360 dólares día, y apoyo de ocasión. “En cinco años, sólo conocí a dos de ellos -dice Barral-. Ganaban 22 mil bolivianos y además tenían sus suplentes. Es un gasto absurdo”.

El paquete parlamentario también suma, frecuentemente, ventajas para viajes y transporte. Los parlamentarios cuentan con determinados cupos de pasajes aéreos para visitar sus regiones. Asimismo, al contar frecuentemente con invitaciones a encuentros y eventos especiales dentro y fuera del país, logran realizar viajes que implican viáticos de variable suma, en función a los destinos y permanencia.

En el caso de las presidencias de Cámara, los parlamentarios, convertidos en altas autoridades de Estado, reciben, además, equipos de seguridad y dos vehículos de transporte. Obviamente, resultan los congresales con mayor apoyo de personal y equipo.

Curiosamente, otra anécdota quedó grabada entre quienes fueron testigos de los dramas legislativos de los últimos años. López recuerda cuando José Alberto González, a diferencia de sus antecesores y sucesores, decidió ser ejemplo de austeridad, tras ser nombrado presidente del Senado. González, popularmente conocido como “el Gringo”, renunció al uso de los vehículos del Senado y a gran parte del equipo de seguridad. Se trasladaba en vehículos de transporte público, conversaba y hasta debatía con los ciudadanos de a pie.

  • Austeridad cero

En cierta oportunidad, cuenta el testigo, González reunió a toda la bancada. “Compañeros, el país está ingresando en un bajón económico -les advirtió-. Nosotros, como representantes debemos dar ejemplo. Por ello, estoy renunciando al uso de los vehículos que se me ha asignado. Hay que ser y parecer personas del proceso de cambio…”.

Tras el llamado a la moderación y una dura reflexión general, esperó siquiera alguna respuesta de apoyo. Tras unos instantes de silencio, una senadora que solía lanzar fervorosos discursos socialistas en Oruro, levantó la mano. La expectativa se hizo notoria y “el Gringo” parecía esperar un primer eco a su incipiente campaña de austeridad.

“Compañero Gringo, ya que usted ha renunciado a los dos vehículos de presidencia de Cámara, quiero hacerle una solicitud -dijo la parlamentaria-: ¿no habrá caso de que usted pueda pedir que yo pueda utilizar unito de ellos? Porque necesito”. El testigo recuerda que González sólo atinó a agachar la cabeza y a dar por concluida la reunión, con notoria indignación.

Se inicia una nueva etapa parlamentaria. Sus representantes nacionales le significan al pueblo boliviano un presupuesto de 452,7 millones de bolivianos (370 millones para diputados y 82 millones para senadores). Cerca de 66 millones de dólares anuales con sumas similares en cada gestión. Un monto que probablemente en el balance costo-beneficio y en medio de una crisis económica sin precedentes sea motivo de crecientes cuestionamientos.

Según lo registrado tras la reciente elección, sólo seis parlamentarios ya fueron parte de otras legislaturas. ¿Será que entre Creemos, Comunidad Ciudadana y la nueva cuanto masiva bancada masista se vuelve a pactar ese implícito secreto mejor guardado de la ALP?

 

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