El polémico político y empresario italiano también conocido como “Il Cavaliere” murió ayer a la edad de 86 años. Su muerte rediseña el legado del magnate.
Amigo de Vladimir Putin con quien llegó a intercambiar vinos de alta gama, Silvio Berlusconi quien en vida fue protagonista de innumerables escándalos que estuvieron al borde de llevarlo a la cárcel por sus supuestos contactos con la mafia Cosa Nostra, prostitución de menores, escuchas y un cóctel de apuros mediáticos, nunca dejó de influir el ambiente político italiano. Recientemente, llegó al Gobierno en coalición con el partido Hermanos de Italia de la premier Giorgia Meloni (que trabajaba para él en uno de sus canales de televisión) con quien de arranque tuvieron marcadas diferencias sobre el curso de la guerra en Europa.
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Berlusconi era amigo personal de los jefes de Estado nacional populistas europeos y cultivó una enorme capacidad para fabricar escándalos. Aunque en los últimos años perdió popularidad, su partido Forza Italia (una demostración de garra bajada de las gradas de los estadios en alusión a los tifosi italianos) adoptó para el partido el eslogan Comunismo o Libertad; configuró espacios de gran calado en la estructura de los grandes negocios desde los medios de comunicación, el fútbol y, claro, la política. Il Cavaliere como era conocido fue tres veces premier italiano.
Si algo debe servir para alimentar el culto a la personalidad de Berlusconi, afiebrado por las tempestades de la estética y el buen gusto, ya desde joven mostraba una capacidad innata por el canto y animaba los cruceros que recorrían el Mediterráneo. Provenía de una familia de clase media y eso jamás fue un obstáculo para lograr amasar un imperio avaluado en 6.000 millones de euros. Sabía como nadie el valor de la comunicación al estilo del norteamericano Rupert Murduch.
A través de la matriz de sus experimentos compró el diario Il Giornale, a ese emprendimiento le siguió la adquisición de una cadena local de televisión Telemilano que terminaría resultando en canal 5: la punta de lanza de su relato político. Esas compras recibieron burlas, pero no dejaría que la caricatura que se hizo de él en su incursión política se extendiera por mucho. Poco a poco creo una asombrosa red de comunicación y editoriales como Mondadori y uno de los más influyentes diarios italianos Il Corriere della Sera.
Y como si eso fuera poco, Berlusconi compró en 1986 el AC Milan que hasta 2017 se convirtió en uno de los mejores equipos del Calcio ganando cinco Copas de Europa y ocho ligas. Su legado se construyó en ese puente, entre el palco del estadio, la política y la comunicación.
Il Cavaliere revolucionó la política al extender la fórmula de su éxito empresarial a la gestión del bien común y sembrar la semilla del populismo con el que será recordado. Berlusconi no pudo vencer una leucemia a pesar del mito que difundía su médico de cabecera sobre su inmortalidad. Otra de las leyendas que construyó a quien se lo considera el arquitecto de Italia popular de finales de los 90. Berlusconi tenía cinco hijos y estaba casado con Martha Fascina de 33 años.