Una oposición inexistente
Mueve poderosamente la atención las declaraciones de dos asambleístas que se han incorporado durante estos últimos años en la lista de los más destacados opositores al Gobierno del presidente Morales. Se trata de la diputada Norma Pierola y el senador Roger Pinto, con quienes la oposición en lugar de ganar pierde.
Veámos: Muy suelta de cuerpo cuando estalló el escándalo del video soborno, que dejaba en una situación difícil y de indefensión a algunas autoridades importantes del actual esquema de Gobierno, la diputada Pierola soltó una primicia que ponía un condimento adicional al caso. Dijo que presentaría un segundo video que tenía como “estrella” principal al hermano del vicepresidente Álvaro Garcia Linera, Raúl, a quien se lo veía junto a Eduardo Rózsa, supuesto terrorista y cabecilla del grupo terrorismo que habría llegado al país para desmembrar Bolivia, en situaciones reveladores que probarían las relaciones del grupo de supuestos terroristas internacionales con el Gobierno. De por si las imágenes del soborno a cargo de un ex funcionario del Ministerio de Gobierno a “El Viejo” constituían por si solas un escándalo de magnitudes indescriptibles por la forma como fueron presentadas a la opinión pública. Se trataba del aporte de una prueba contundente que descomponía el armado jurídico que la Fiscalía se ha esforzado en presentar. El caso de por si serio y con indicios serios de manipulación por parte del Ejecutivo cobró aun mayor notoriedad con las declaraciones de la asambleísta. Pero, trascurrido el tiempo Pierola prefirió esconderse en el anonimato de un tercero y nunca presentó tan esperado video. Así, un caso verdaderamente serio acabo mimetizado como el triste lado oscuro de la oposición al MAS.
El segundo caso es similar pero aun más lamentable por venir de un legislador con experiencia de anteriores años ejerciendo en la ALP. Roger Pinto acabó reduciendo a cenizas la demandada censura contra el ex ministro de Gobierno Sacha Llorenti. Pinto dijo tener pruebas de que Llorenti sabía que el general(r) de la policía Sanabria acusado de transportar importantes cantidades de droga a Estados Unidos, estaba involucrado en el tráfico de cocaína. El senador fue más lejos al sostener que en una reunión celebrada en el Palacio de Gobierno en la que estuvieron presentes el presidente Morales, el vicepresidente y el hermano de este, le habían prevenido a Llorenti sobre las actividades en las que estaba involucrado el policía. El senador Pinto pidió una audiencia con el presidente Morales para acompañar con pruebas de su novela. Por supuesto el jefe de Estado se negó a recibirlo en su despacho. Ambos casos dejan sentada evidencia que en casos delicados y serios, la oposición actúa con pavor descalificando los sucesos que apuntan y registran por si solos elementos de preocupación para el Ejecutivo