Un caso que conmueve a la sociedad argentina es el juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa (18) a manos de un grupo de “rugbiers” de entre 18 a 20 años que podrían ser condenados a cadena perpetua. El tribunal dictará la sentencia este lunes.
Un caso que conmueve en estos días a la sociedad argentina es el juicio al que están siendo sometidos ocho jóvenes jugadores de Rugby acusados por “homicidio doblemente agravado por concurso premeditado de dos o más personas y alevosía” que concluirá el próximo lunes (6 de febrero) que podría determinar cadena perpetua para el grupo de “rugbiers” por el asesinato de Fernando Báez Sosa perpetrado en Villa Gesell el jueves 16 de enero de 2020.
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De acuerdo a información del proceso recabada por dat0s de reportes de prensa y en internet, el plan de Fernando y sus amigos de la escuela secundaria era permanecer en el balneario Villa Gesell hasta el 23. En los informes se lee que cerca de las 19:00 del viernes 17 Fernando y sus amigos decidieron que irían a la discoteca Le Brique a la que llegaron a la 01:30 aproximadamente.
Para las 04:30, debido a la aglomeración de personas en el local, hubo un roce entre los “rugbiers” y los amigos de Fernando. Minutos después dos “rugbiers” atacaron a Fernando por la espalda. Se cree que ocho de los diez deportistas participaron del homicidio. Los victimarios golpearon a Fernando hasta dejarlo inconsciente y luego le propinaron patadas en la cabeza; asimismo otros del grupo golpearon a sus amigos, impidiéndoles acercarse a la víctima. El ataque duró menos de un minuto.
Entrevista a Silvia Ons (psiquiatra)
Por la proximidad y la importancia que ha cobrado el caso la psiquiatra Silvia Ons entrevistada por el programa Modo Fonteveccia del diario Perfil, afirmó que el pedido de disculpas de los “rugbiers” en el proceso se vincula con el perdón religioso. “El psicoanálisis es menos compasivo que el cristianismo porque involucra responsabilidad, mientras que el cristianismo acepta las disculpas”. Además, detalló cómo el nihilismo puede vincularse con la violencia juvenil. “Es un crimen que habla de una época nihilista en donde se han devaluado los valores, solo queda el goce violento frente al vacío de la existencia”, puntualizó.
Periodista: Cada uno de los acusados repetía como un mantra que no habían tenido intención de asesinar. ¿Qué valor tiene poseer o no la intención?
Silvia Ons: “Para el derecho puede tener cierto sentido si es premeditado o no, pero para el psicoanálisis no existe la ética de las intenciones sino la de las consecuencias. Hay un dicho popular que reza que “el infierno está lleno de buenas intenciones”. Lo que importa es el acto, más allá de si fue premeditado o no, y ese es el drama de toda la vida.
Por otra parte, este caso fue paradigmático porque habla de una violencia muy actual.
No estoy de acuerdo en decir que los implicados son psicópatas, porque ellos no tuvieron una planificación ni manipularon el crimen para evitar ser descubiertos. Actuaron contrariamente a esa idea: pareció un acto desmadrado, más que el placer de matar por matar.
Esta situación me hizo acordar al libro “Los Demonios” de Fiódor Dostoyevski, en donde se relataba las consecuencias del nihilismo que tiene mucho que ver con lo que se vive en esta época: algunos jóvenes de la aristocracia se divierten viendo cómo un sujeto se suicida. Es decir, encuentran diversión en la muerte frente al vacío de la existencia. Es un crimen que habla de una época nihilista en donde se han devaluado los valores, solo queda el goce violento”.
Periodista: ¿Hay algo religioso, una rémora de la idea de la intención, que tiene para el cristianismo una diferencia muy marcada?
Silvia Ons: “Slavoy Zizek planteaba que el psicoanálisis es menos compasivo que el cristianismo porque este último perdona. Mientras que en el psicoanálisis lleva a que el sujeto sea responsable y eso hace que no se pueda redimir en algún punto. La intención apunta a algo religioso, claramente, porque permite una especie de arrepentimiento”.
Periodista: Hubo varias discusiones al respecto de si todos eran igualmente culpables ¿Hay en esa violencia grupal personas que pierden el control de la situación delegado en el líder? ¿Y les cabe la misma responsabilidad?
Silvia Ons: “La responsabilidad la tendría que definir el derecho, pero todos han sido responsables. En un momento se planteaba que el que empezó filmando no tenía el mismo grado de responsabilidad. Pero justamente, cuando un acto se filma, intensifica el accionar de los sujetos. Podría haber procurado la detención del acto y no lo hizo”.
Periodista: Vos hablabas de que en el psicoanálisis hay que hacerse responsable, es decir, dejar de ser niños. ¿Se ve acá, en ese desmadre grupal, cierta actitud infantil y de prolongación de la adolescencia?
Silvia Ons: “Por supuesto, la prolongación de la adolescencia tiene que ver con la falta de orientación. Por eso es importante la educación, en el sentido de encontrar en cada niño la vocación, que es lo único que lo puede orientar frente a la caída de los ideales o de la autoridad misma. En ese orden, los chicos son más hijos de la tecnología que de la transmisión paterna”.
La influencia tecnológica en la crianza
Periodista: Un colega tuyo que entrevistamos la semana pasada, exculpaba a los padres de los asesinos y afirmaba que muchas veces la educación de los hijos está más allá de ellos. ¿Hay algo de que los hijos no son productos directos de los padres sino de la sobreinformación a la que están expuestos?
Silvia Ons: “Antes se decía que eran hijos de la televisión. Pero no sé si tiene tanto qué ver con esto necesariamente. De todas formas, sin demonizar a los padres, los celulares tienen más autoridad que ellos. Incluso estos dispositivos pueden llevar a un estado de desasosiego y falta de un proyecto propio. Por eso, más que en las instituciones educativas, la importancia está en la tecnología. Particularmente cuestionó cuando las feministas dicen que hay que deconstruir el patriarcado, ya que éste ya está deconstruido en cierto punto, no así el machismo. Pero nunca se habla de deconstruir el poder más perjudicial de la tecnología. Me refiero a esa invasión que puede producir en los jóvenes que no pueden apelar a lo que Martin Heidegger denominaba ´serenidad´. Y no es tan fácil. Además, creo en esta cuestión machista que no es lo mismo que el patriarcado. Porque el padre es generador de valores, ideas e instituciones, mientras que el macho sólo se vale por su fuerza. Hay que diferenciarlo. Y en este caso aparece frente a otros congéneres”.