Los riesgos de ser noctámbulo

Gaceta UNAM
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Si no dormimos bien las células se van desgastando y se corre el riesgo de enfermar en el corto y largo plazos.

Muchas personas desconocen que dormir adecuadamente es necesario para tener una vida sana y que de no hacerlo pueden enfermar en el corto y largo plazos, asegura Carolina Escobar Briones, jefa del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina (UNAM).

La relación entre dormir mal y el aumento de consumo de alcohol y tabaco se debe a que cuando una persona es noctámbula –que permanece activa en horas nocturnas–, “generalmente sacrifica sus horas de sueño para poder estar despierto hasta muy tarde. Sobre todo, muchos adultos jóvenes prefieren no dormir para hacer otras actividades que son muy atractivas para ellos”.

“Pensamos que el sueño puede ser optativo”, explica la universitaria. “Muchas veces decidimos dormir poco y otras mucho; sin embargo, es parte vital de nuestros ciclos diarios. Así como resulta importante estar despiertos y hacer cosas, también lo es dormir, porque durante el sueño descansamos, los músculos se relajan; además, se producen unas hormonas que ayudan a restaurar los tejidos y proteínas para reparar los citoesqueletos (la parte interior de las células)”.

Asimismo, señala que “si no dormimos las células se van desgastando. Se ha visto que a corto plazo, incluso una noche de no haber dormido bien, es suficiente para que ya haya una acumulación de algunos desechos de las células y estos no logren metabolizarse hasta salir del cuerpo. Esto, a su vez, hace que nos sintamos muy mal, cansados o desgastados. Midiendo el metabolismo de personas que no han dormido bien una noche, se observa que tienen niveles altos de glucosa, como si estuvieran desarrollando un estado prediabético, entonces con un sólo día ya podemos ver consecuencias”.

La situación también afecta nuestra conducta, ya que después de una noche de mal sueño “nos sentimos irritables, cansados al día siguiente, no nos podemos concentrar bien; y si esto sucede cotidianamente, bajan nuestra capacidad de aprendizaje y de atención, así como nuestro rendimiento laboral. Y todo esto, también nos afecta a nivel emocional. Se ha visto que personas que duermen mal son propensas a desarrollar depresión y ansiedad”.

Menos control

Un reciente estudio publicado por Chronobiology international: The Journal of Biological and Medical Rhythm Research, realizado por la Universidad de Helsinki, sugiere que hay una relación entre el mal sueño y un aumento en el consumo de alcohol y tabaco. “El nivel de consumo de alcohol y sustancias se correlaciona con la preferencia por permanecer despierto hasta tarde por la noche”, apunta la investigación.

“El estar despierto ocasiona que sacrifiquemos el sol, por lo que, normalmente, las personas nocturnas tienen su reloj biológico un poco desfasado, porque como todo empieza más tarde, las actividades del día o los alimentos se mueven. Empiezan a ‘forzarse’ y son más vulnerables para enfermarse”, afirma Escobar Briones y agrega:

“También hay cansancio psicológico. Hay estudios que muestran que las personas que durmieron poco tienen poca actividad en las partes del cerebro que nos controlan y nos dicen cómo seguir adelante las rutinas. Si nos ofrecen alcohol, como dormimos mal, esas áreas del cerebro tienen poca potencia para controlarnos. Vamos a tomarlo, pero sin control.”

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Hay que obedecer a nuestro cuerpo

La investigadora apunta que, en general, la gente joven necesita dormir más que los adultos, pero lo ideal es hacerlo entre 7 y 8 horas al día. “Debemos buscar la oportunidad de irnos a dormir entre las 10 y 11 de la noche, dependiendo a qué hora nos vamos a despertar”, considera.

“Necesitamos aprender a obedecer a nuestro cuerpo: cuando nos sentimos cansados, en vez de tratar de seguir haciendo cosas, debemos irnos a dormir. ¿Cómo sabemos que hemos descansado suficiente? Porque nos despertamos sin un despertador, el cuerpo nos despierta porque quiere decir que ha tenido suficiente descanso y quiere seguir hacia la siguiente fase de actividad, lo cual no nos sucede muy seguido entre semana, pero sería lo ideal despertarnos solos”, distingue la universitaria.

Es importante, igualmente, dormir en los horarios adecuados para evitar dañar nuestro sistema circadiano, así lo describe:

“Nuestro cuerpo viene como resultado de un proceso de evolución. El ser humano existe en la Tierra desde hace miles de años y durante todo este tiempo el cuerpo ha estado expuesto al día y a la noche. Los hombres primitivos desarrollaron unos relojes biológicos que se adaptaron a la luz y la oscuridad; nosotros seguimos cargando con ellos, aunque ahora vivamos en ciudades y tenemos luz artificial. Cuando estamos bien adaptados a este ciclo de luz/oscuridad, podemos coordinar bien nuestras funciones internas, por ejemplo, la digestión, el funcionamiento cardiaco, etcétera, porque el cuerpo sabe cuando es de día y en la noche cambia la intensidad de esos ciclos.”

A lo que suma: “Cuando comenzamos a hacer cosas en contra de nuestros relojes biológicos, empiezan a costar mucho trabajo realizarlas; por eso, lo ideal es dormir de noche y estar activos durante el día. Hay personas que se duermen a las 2 o 3 de la mañana y se quieren despertar a las 8, 9 porque tienen que ir a trabajar, pero es muy temprano para su cuerpo; entonces, inicia un desfase. Se vuelve normal para estos individuos dormirse muy tarde. Por ello se les llama cronotipo vespertino o nocturno. Sus relojes biológicos se salen de coordinación con el ambiente y empiezan a perder poco a poco la capacidad de estar activos en tiempos óptimos y empiezan a fallar”.

Para finalizar, Escobar Briones alerta que “son dos sistemas los que tenemos que cuidar día con día: uno el reloj biológico, estar activo de día y dormir de noche; el otro, dormir hasta donde se pueda, las horas que nuestro cuerpo necesite. Son dos aspectos esenciales para la calidad de sueño”.

El estudio

A lo largo de 37 años, un equipo de investigadores de la Universidad de Helsinki siguió a 23,854 individuos para determinar si las personas con cronotipo –como se le llama a la preferencia por realizar las actividades diarias en el ser humano– matutino tenían una tasa de mortalidad mayor o menor en comparación con aquellas con un cronotipo nocturno.

Los resultados del análisis fueron publicados por Chronobiology international: The Journal of Biological and Medical Rhythm Research y apuntan que si bien la correlación es baja, los resultados “mostraron un pequeño aumento (del 9 %) en la mortalidad por todas las causas en personas con un cronotipo nocturno en comparación con personas con un cronotipo matutino definido durante un seguimiento de 37 años en adultos finlandeses”.

Y añaden: “Nuestros hallazgos sugieren que hay poca o ninguna contribución independiente del cronotipo a la mortalidad, y el mayor riesgo de mortalidad asociado con el carácter nocturno parece deberse principalmente a un mayor consumo de tabaco y alcohol que en aquellos con carácter matutino. Anteriormente se ha informado de una mayor dependencia de la nicotina y un mayor tabaquismo entre las personas nocturnas”.

Al respecto argumentan que este resultado se debe a que “hay una relación recíproca entre los sistemas de recompensa y el circadiano, y el nivel de consumo de alcohol y sustancias se correlaciona con la preferencia por permanecer despierto hasta tarde por la noche”.

El estudio sugiere que “al examinar las causas de muerte se sabe que están asociadas con el tabaquismo y el consumo de alcohol”. La mortalidad por enfermedades relacionadas con el alcohol y el envenenamiento accidental por alcohol “aumentó entre los tipos nocturnos (un 43 %), pero este efecto se atenuó sustancialmente cuando se ajustó el consumo de alcohol. La mortalidad por neoplasias malignas del tracto respiratorio se debe en gran medida al tabaquismo y aumentó un 25 % en los tipos nocturnos”.