Nobel de Medicina para los cuidadores de los pobres

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Foto: EFE

Las plagas de las enfermedades causadas por parásitos han diezmado a la humanidad durante años y continúan siendo una gran amenaza para la salud pública, especialmente en los países más pobres. Cada 30 segundos, la malaria mata a un niño menor de cinco años en África, el continente que registra el 90% de los fallecimientos por esta causa, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

África también es el principal afectado por la ‘ceguera de los ríos’ -oncorcercosis-, una enfermedad causada por unos gusanos (unas moscas negras) que se crían en estas aguas. De las más de 37 millones de personas infectadas, la mayoría vive en comunidades rurales pobres de África.

Según la OMS, la elefantiasis, cuyo nombre técnico es la filariasis linfática, es una enfermedad tropical desatendida, pese a que en la actualidad hay más de 1.230 millones de personas de 58 países en riesgo de contraer esta enfermedad. Un 80% de ellas se concentra en 10 países: Bangladesh, Costa de Marfil, Filipinas, India, Indonesia, Myanmar, Nepal, Nigeria, República Democrática del Congo y la República Unida de Tanzania.

Los galardonados con el Premio Nobel de Medicina este año son científicos que se han centrado en buscar remedios para ayudar a estas personas, para curar las enfermedades de los pobres. William C. Campbell y Satoshi Omura lo han recibido por descubrir una nueva terapia, la Avermectina, que ha logrado reducir de forma radical la incidencia de la ceguera de los ríos y la elefantiasis. Por su parte, Youyou Tu recibe el Nobel por ser la artífice del hallazgo de la artemisina, un compuesto que ha reducido de manera muy significativa la mortalidad por malaria.

Campbell, desde el laboratorio

Este científico risueño estaba dormido cuando recibió la noticia de que le habían concedido el galardón. ‘¡Debes estar bromeando!’, fue lo primero que soltó William C. Campbell desde la cama. Después intentó verificar que la cosa iba en serio porque pensaba “que era algo imposible”, tal y como reconoció por teléfono a la Fundación Nobel. No le costó mucho convencerse, porque la historia estaba ya en Internet.

Nacido en 1930 en Ramelton (Irlanda) se licenció en bioquímica por el Trinity College de la Universidad de Dublín y se sacó el doctorado por la Universidad de Wisconsin, EEUU. Empezó su carrera como miembro del Instituto Merck para la Investigación Terapéutica, donde estuvo desde 1957 hasta 1990. Desde 1984 ocupó también el puesto de Científico Senior y Director de Ensayo de Investigación y Desarrollo en dicha empresa farmacéutica.

Actualmente, es Investigador Emérito de la Universidad de Drew, Madison, Nueva Jersey, EEUU.

Campbell, que viaja a menudo a su Irlanda natal para visitar a la familia, utilizó algunos cultivos aislados por Omura (galardonado junto a él con el Nobel) y exploró su eficacia. Así, descubrió que un compuesto de esos cultivos, de la bacteria Streptomyces, era muy eficaz contra parásitos en animales domésticos.

En concreto se basó en una muestra de Streptomyces avermitilis, que fue la base para el desarrollo de un agente que se denominó Avermectina y que después fue químicamente modificado y renombrado como Ivermectina. Este último fue el que se probó en humanos con infecciones parasitarias y mostró su eficacia. “Soy consciente de que el fármaco ha tenido un gran impacto en prevenir la ceguera de los ríos”, afirma este científico.

El ministro irlandés de Sanidad, Leo Varadkar, ha felicitado a su compatriota en un comunicado: “Este es un gran día para las ciencias irlandesas y quiero felicitar al profesor Campbell por recibir el prestigioso Premio Nobel. Representa un magnífico logro para él y sus colegas”.

Omura: ‘Lo recibo con mucha humildad’

Satoshi Omura ha dicho emocionado por teléfono a la Fundación Nobel que recibe y acepta el galardón “muy feliz y con mucha humildad”. Este líder mundial en química bioorgánica nació en 1935 en la prefectura de Yamanashi, Japón. Se doctoró en Ciencias Farmacéuticas en 1968 en la Universidad de Tokio y en 1970 obtuvo el doctorado de Química en la misma Universidad.

Fue investigador en el Instituto Kitasato de su país natal entre 1965 y 1971. Después se pasó a la docencia, aunque sin dejar la labor investigadora, y fue profesor de la Universidad de Kitasato entre 1975 y 2007. A partir de esta fecha, fue nombrado profesor emérito de la Universidad.

Aficionado al golf, se hizo especialista en aislar productos naturales que pudieran tener actividad antibacteriana. Y desarrolló una gran habilidad para inventar métodos de cultivo a gran escala. Durante sus 40 años de carrera, Omura ha saltado a la fama, sobre todo, por aislar, cultivar y examinar microorganismos,descubriendo más de 470 compuestos, muchos de ellos únicos. Algunos de sus hallazgos han sido claves para el desarrollo de las estatinas y fármacos contra el cáncer. También para elaborar preparados veterinarios y compuestos para proteger a las plantas.

“Pensé ‘¿puede ser verdad?’ Porque yo he aprendido tanto de los microorganismos. Sería más adecuado darles a ellos el premio“, afirmó el científico, de 80 años, al canal japonés NHK tras conocer que le habían dado el galardón, según recoge la agencia DPA. “Durante mis estudios de química y parasitología descubrí el potencial que tienen los microorganismos. En un momento muy temprano de mi carrera pensé que este potencial podría ser aprovechado para ayudar a los humanos”, continuó. “Puede que este campo de la ciencia no resulte muy llamativo, pero creo que es un socio muy importante para la Humanidad”, dijo sonriente ante las cámaras.

Asimismo, en una pequeña entrevista con la Fundación Nobel al informarle del galardón, Omura confesó que “hay muchos, muchos investigadores que hacen investigaciones muy importantes. La mía no lo es tanto como para obtener el Nobel. Hice algunas cosas bien pero hay muchísimos buenos investigadores en el mundo. Creo que he sido muy afortunado”.

Suyo fue el aislamiento de la bacteria Streptomyces, el punto de partida para las nuevas terapias contra la elefantiasis y la ceguera de los ríos. Con este hallazgo, su principal logro, sentó las bases para el desarrollo de la Ivermectina, una de las medicinas más importantes, comparada incluso con la penicilina, por su gran impacto en mejorar la salud de las personas que viven en países en vías de desarrollo. Más de 300 millones de personas consumen este compuesto anualmente. Omura expresó su deseo de que sus investigaciones “sirvan para mejorar la salud humana y los servicios médicos”.

Youyou Tu, premio a la constancia

Youyou Tu nació en 1930 en China. Graduada por el Departamento de Farmacia de la Universidad Médica de Beijing en 1955, empezó su trayectoria como profesora asistente en la Academia de Medicina Tradicional China, donde estuvo entre 1965 y 1978. Desde el año 2000, ha sido responsable de dicha Academia.

Su interés en investigar nuevos compuestos dentro de esta rama tradicional la llevó, después de muchos intentos, al descubrimiento de la artemisina. La malaria se trataba tradicionalmente con cloroquina o quinina, pero ambos compuestos fueron perdiendo eficacia con el paso del tiempo. Hacia la década de los 60, los esfuerzos para erradicar la malaria habían fracasado y la incidencia de la enfermedad iba en aumento.

Ante esa situación, Youyou Tu volvió la vista a las hierbas tradicionales de su país, para desarrollar nuevas terapias que combatieran al parásito. Además de su interés personal, este trabajo era un encargo personal de Mao Zedong. Vietnam había pedido ayuda a China porque la malaria estaba causando más bajas que la guerra.

En medio de la denominada Revolución Cultural China,

Tu, quien tenía conocimientos en medicina china y occidental, lideró el proyecto secreto 523 (por haber sido creado el 23 de mayo) y empezó a bucear en los viejos recetarios.

De 2.000 fórmulas estudiadas sacó 380 extractos que dio a ratones y monos mediante el método de prueba-error.

Tras investigar muchos remedios tradicionales, se dio cuenta de que un extracto de la planta Artemisina podía ser un buen candidato para hacer frente a la malaria.

Sin embargo, sus primeros resultados fueron inconsistentes. Pero ella estaba segura de su intuición y se dedicó a revisitar la literatura de sus ancestros, de la medicina china, y visitar a los practicantes más famosos de estas terapias. Así descubrió algunas claves que la guiaron para extraer un componente activo de dicha planta y mostrar que era eficaz. La artemisina -lograda al cocer plantas de ajenjo chino- fue el primer fármaco de una nueva clase de agentes antimaláricos que mataban rápidamente al parásito en sus fases más iniciales. Probó el invento consigo misma, para demostrar que no había riesgo.

Sus investigaciones se publicaron en 1977, cuando la Revolución había terminado, pero sin firmar, como mandaba la tradición comunista, por lo que esta científica ha sido bastante desconocida hasta ahora.

La artemisina, cuando se usa en terapia combinada, reduce la mortalidad por malaria en más de un 20% en adultos y más de un 30% en niños. Se estima que, solamente en África, salva más de 100.000 vidas cada año. Por este motivo ya había sido galardonada con el Premio Lasker en 2011.

Aunque algunos parásitos de la malaria han comenzado a desarrollar resistencia a la artemisina, el equipo de los Nobel destaca que el premio se concede por “lo que el compuesto ha tenido de beneficioso hasta ahora”.