En las profundidades de la Inteligencia Artificial

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Foto: Twitter @migueldinero

Expertos y académicos disciernen opiniones sobre el desarrollo de la IA

Todo se dice sobre el desarrollo de la IA, desde que podría descubrir la voz de alguien que vive a más de 10.000 kilómetros por rastreadores de bioseguridad, hasta librar insolentemente cuestiones de ingeniería cuántica o enviar a través de ondas un ataque indeseado al enemigo. O que la civilización resista este contrasentido inhumano que se parece a una invasión del tipo Space X (la empresa de cohetes de Elon Musk que acaba de probar su fracaso el pasado viernes con la explosión de su nave espacial, a penas minutos después de ser lanzada a la estratósfera celeste), que te modifique la mente, nuestra manera de pensar y vuelva más perezosa nuestra articulación a las reacciones sobre su avance y sea imposible combatirla al ritmo del avance de la tecnología. Si es cierto que todo esto está pasando realmente, la tarea en combatirla con una insurrección armada o cosa parecida, lo que está lejos de suceder.

Ojo con esto: Hay expertos de destacados institutos que ensalzan con orgullo siniestro su desarrollo. Por ejemplo, Michael R. Strain, director de Estudios de Política Económica del American Enterprise Institute afirma que “hay momentos en que los gobiernos querrían detener el desarrollo de una tecnología, pero este no es uno de ellos, sobre todo porque es poco probable que la IA transforme la economía tan rápido como sus detractores parecen esperar. La regulación debe centrarse en cómo se usa la IA”.

Según Daron Acemoglu y Simon Johnson del MIT, la famosa Massachusetts Institute of Technology, “la forma en que se utiliza actualmente la IA es profundamente problemática: la fijación de las empresas estadounidenses con la automatización está destinada a desplazar y desempoderar a millones de trabajadores. El ahorro de costes puede impresionar a los inversores a corto plazo, pero con el tiempo erosionará el poder adquisitivo de los estadounidenses”.

Diane Coyle de la Universidad de Cambridge, siguiendo la idea de Daron y Johnson afirma: “La IA utilizará algoritmos de aprendizaje profundo como GPT-4 para crear nuevos servicios y productos… mejorar su mercado. Esto representaría una gran oportunidad perdida para lograr el crecimiento de la productividad necesaria para impulsar los ingresos y el nivel de vida, una oportunidad que solo puede aprovecharse si todas las empresas tienen acceso a estas herramientas revolucionarias”.

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Ya para Slavoj Žižek , director internacional del Instituto Birkbeck para las Humanidades de la Universidad de Londres, la IA generativa no puede, en última instancia, empoderar a ningún ser humano, ni siquiera a “aquellos que la desarrollan, la poseen y la controlan, porque, por diseño, necesitan cada vez menos aportes de agentes humanos”. “En un futuro no muy lejano -concluye el filósofo esloveno- los humanos podrían “volverse irrelevantes y sus vidas sin sentido”.