La caída del Muro de Berlín (II)

Por Jaime Duran Barba | Perfil
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muro berlin grafiti

Solo estudiando la Revolución del Conocimiento se puede empezar a entender la rebelión de los chalecos amarillos de Francia, el caos chileno, el colapso boliviano, o el fin de la izquierda y la derecha.

La Revolución Industrial empezó en 1769, cuando James Watt inventó la máquina de vapor. Por primera vez los seres humanos tuvieron un artefacto que se movía sin depender de las estaciones, el agua o el viento. En los años 40 del siglo XX se inició la Revolución del Conocimiento con la aparición de las computadoras, que fueron capaces de reunir y sistematizar una cantidad infinita de datos. Su creciente capacidad y velocidad aceleró el desarrollo de todas las ciencias.

Revoluciones

En 1830 se inauguró la primera línea de trenes entre Liverpool y Manchester. Con el ferrocarril nació la industria pesada, los seres humanos pudieron viajar a velocidades descomunales. Algunos médicos dijeron que si lo hacían a más de 30 Km por hora sufrirían daños cerebrales irreparables. En 1969 nació su equivalente en la nueva revolución: Arpanet, la primera internet que vinculó a la UCLA con la Universidad de Stanford. Actualmente la red comunica directamente al 57% de los seres humanos, el 95% de los norteamericanos, el 75% de los latinoamericanos, en fracciones de segundo.

Internet generó el archivo más grande de la historia, lo puso al alcance de quien quiera de manera gratuita, aceleró exponencialmente la investigación científica y la producción de conocimientos. Nació otra forma de comunicarse, de evaluar la verdad, nuevos principios, cambiaron las relaciones personales, familiares, institucionales. Los estudiosos coinciden en que está surgiendo una nueva especie en la que nos complementaremos máquinas y seres humanos. La Revolución Industrial produjo una cantidad de riqueza que permitió superar la miseria medieval al mismo tiempo que recrudeció el problema de la nueva era: la pobreza.

Con la Revolución del Conocimiento se incrementó la producción y el intercambio de bienes, se desarrollaron la robótica, la impresión 3D, la nanotecnología,  y otra serie de adelantos que llevaron a algunos países a una etapa en la que sobra la riqueza. Veinte años después del nacimiento de la máquina de vapor se produjo la Revolución Francesa, aparecieron los partidos, las ideologías, los sindicatos, y otros protagonistas de una política que tuvo su cenit en el siglo corto y terminó con la caída del Muro de Berlín. La vieja política y sus instituciones se desmoronaron en la nueva era. La democracia representativa está en crisis y es difícil saber cómo se organizará el poder dentro de veinte años.

La Revolución del Conocimiento cambió todo lo que existía hace treinta años, pero algunos siguen creyendo que los protagonistas de la política son oradores iluminados y gente manipulable. Algunos siguen luchando en contra del imperialismo, la invasión de Vietnam y la Revolución soviética, sin saber que Vietnam es un exitoso país capitalista y que la URSS desapareció. Otros son anticomunistas cuando ya no hay comunismo, creen que Nicolás Maduro desestabiliza a los países de la región, que Cuba sigue siendo una potencia. No se dan cuenta de que solo estudiando la Revolución del Conocimiento se puede empezar a comprender la rebelión de los chalecos amarillos de Francia, el caos chileno, el colapso boliviano, la desaparición de los partidos de Italia, la caducidad de los conceptos de izquierda y derecha, la caída del Muro de Berlín.

Sucede que ahora la gente es independiente y rechaza toda representación. La Revolución Industrial se desarrolló en ciertos sitios de Inglaterra y Europa en los que se construyeron fábricas y barrios obreros. La Revolución del Conocimiento tiene sus propios centros de crecimiento. Shenzhen es una de las zonas francas de Deng. Hoy es la ciudad más próspera del país, con un PBI de 345 mil millones de dólares.

A mediados del siglo XX la Universidad de Stanford promovió un centro para que sus alumnos desarrollen sus propias empresas tecnológicas en terrenos abandonados que eran de su propiedad. Allí nació Arpanet; después vino un proyecto de investigación de los estudiantes Larry Page y Sergey Brin llamado Google; Facebook, proyecto de otro egresado Mark Zuckerberg; dos ex alumnos, William Hewlett y David Packard fundaron la Hewlett-Packard. Se instalaron Bell Telephone Laboratories y la Xerox puso en marcha el Stanford Research Park.

Silicon Valley aloja actualmente a varias de las mayores corporaciones de tecnología más grandes y ricas del mundo y a miles de pequeñas empresas. Recibe un tercio del total de la inversión de capital de riesgo de los Estados Unidos. Es el modelo de los centros económicos de alta tecnología, fuente de riqueza y progreso de los países más avanzados. En esta Revolución de la Inteligencia las grandes fortunas no están asociadas con las chimeneas de la industria sino con la inteligencia. Varias de las universidades más avanzadas del mundo están en Silicon Valley: Stanford, Berkeley, Estatal de San José, Santa Clara, San Jose City College-Universidad comunitaria, Singularity University.

Xi jinping y deng. China, conocimiento, tecnología, capitalismo

Facebook/Getty

Con la Revolución Cultural China, Mao desterró la desigualdad: todos se vistieron igual, pensaron igual, tuvieron hambre por igual. Tuvieron la mayor concentración de pobres del mundo. En 1978 Deng Xiao Ping inició la reforma que convirtió a China en una potencia económica y científica. Hoy es el país con más multimillonarios del mundo y llegará a la meta de pobreza cero en pocos años. El proyecto se inició hace cuarenta años. Las grandes transformaciones no se hacen de la noche a la mañana. Deng declaró “Zonas Francas Especiales de Inversión” a cuatro ciudades que se convirtieron en el corazón del cambio. Al mismo tiempo organizó una intensa campaña para que la población entendiera los beneficios del capitalismo y de las empresas que habían sido satanizados en el pasado.

Shenzhen, ciudad a la que los chinos llaman su Silicon Valley, fue una de esas zonas francas. Fue fundada en una aldea pobre de 100 mil habitantes y se ha convertido en la ciudad más próspera de China, con 12 millones de habitantes, tantos rascacielos como las grandes urbes de Occidente, un crecimiento anual promedio de 27% durante treinta años y un PIB de US$ 345 mil millones. El actual presidente de China Xi Jinping es un ingeniero químico, militante comunista, que mentalizó el proyecto de Shenzhen, promoviendo el uso de tecnologías de punta por parte de jóvenes emprendedores, a los que el gobierno apoya financieramente para que desarrollen negocios basados en la innovación, el emprendimiento y la optimización del capital de riesgo. Existe una política para atraer a empresarios bien preparados cuya edad promedio es de 34 años. Shenzhen apoya a quienes salen al mercado extranjero, promoviendo la innovación y el espíritu de desarrollo empresarial, dando preferencia a industrias energéticas y centros de innovación para jóvenes. En el International Garden City se hacen grandes inversiones en un espacio diseñado para que el capital genere ganancias con mayor velocidad.

En Shenzhen nació WeChat, el WhatsApp chino que sirve para todo, hasta para pagar las mínimas transacciones. El gobierno lo usa para controlar las actividades económicas y sociales de los ciudadanos, que lo saben y aceptan porque suponen que les da seguridad. La ciudad aloja a enormes compañías como Huawei y ZTE, y a millares de otras menores. Aquí se han creado los camiones sin chofer, las impresoras 3D que construyen casas y edificios sin usar mano de obra. China trabaja para que estos adelantos generen más empleo para conseguir la meta de pobreza cero. Nada de esto habría sido posible sin una conectividad real y virtual que va desde la difusión y fortalecimiento de la red, hasta la construcción de vías y trenes de alta velocidad.

En nuestra región el único gobierno que ha dado pasos importantes para integrar a su país a esta revolución fue el de Macri, con la promoción masiva de internet, construcción de carreteras, incremento del transporte aéreo, integración con el mundo desarrollado. Objetivamente un acuerdo comercial con la UE ayuda más al desarrollo del país que otro con Nicaragua y Venezuela. Podríamos hablar de otras sedes de la Revolución de la Inteligencia, como Bangalore, el Silicon Valley Indio. Todos son el corazón de la Revolución del Conocimiento, motores de la economía de sus países.

La Sociedad Max Planck para la Promoción de la Ciencia es la red de institutos de investigación más importante de Alemania, posible gracias a esta revolución. No habría podido producir lo mismo con lupas y máquinas de escribir. Trabaja en diferentes campos de la ciencia con los Institutos Max Plack de Historia de la Ciencia, de Antropología evolutiva, Biología del Desarrollo, Microbiología Marina, Física, Física Nuclear, Física Extraterrestre, Estructura y dinámica de la materia, Física gravitacional, Investigación del Sistema solar y Matemáticas. Sus investigadores han conseguido 16 Premios Nobel desde 1948. Es el momento del conocimiento holístico, esos descubrimientos son básicos para entender los juegos de poder de los Homo Sapiens y la política. En los actuales centros académicos se producen mensualmente más descubrimientos y conocimientos que se dieron desde la revolución industrial hasta la caída del Muro de Berlín. Se publican cientos de libros, se suben a la red miles de papers, con los que conocemos cada vez más cómo es el ser humano, cómo se comunica, cómo evolucionan sus creencias, sus supersticiones, su sexualidad.

Cuando comparamos la bibliografía que usan esos miles de documentos notamos que es completamente distinta a la de los centros universitarios, académicos y políticos latinoamericanos. Están en otra etapa de la historia. La distancia entre nuestros países y los más avanzados crece todos los días. Estamos lejos de tener nuestro Silicon Valley. Mercado Libre y otras empresas similares se han desarrollado en Argentina a pesar de las condiciones adversas. En un país en el que se ha combatido a las empresas sistemáticamente, tal vez deberíamos imitar al comunista Deng Xiaoping, establecer zonas libres en las que las empresas modernas no puedan ser asaltadas y hacer una campaña como la de Deng, para que la gente entienda la necesidad de fomentar un empresariado exitoso.