El despido del genio de la inteligencia artificial de OpenAI y su posterior reincorporación hablan de claroscuros en el mundo de la tecnología.
Hay dos versiones que se han sucedido con la misma velocidad entre los genios del desarrollo de la inteligencia artificial que ponen en vilo no solo a Silicon Valley, estamos hablando de un factor desequilibrante por sus usos cada vez más en boga y los desafíos que eso implica para la humanidad.
Nada está claro. El despido de Altman entró en peligrosos vericuetos, de apoyo unos seguidos otros de condena. Hay quienes hablan de una jungla financiera –cientos de millones de dólares esparcidos por un expulsor de mixtura-; seguidamente, una verdadera guerra que enfrenta a las dos grandes tendencias actuales del sector: los catastrofistas y los pragmáticos.
Los primeros parecen convencidos de que las máquinas van a adquirir una forma de consciencia y van a acabar tomando el mando. Y los segundos ponen el foco en las grandes oportunidades que la IA abre para la ciencia, la educación y la economía. Altman es más bien de estos últimos, y el Consejo de Administración que lo despidió nombró a un nuevo director ejecutivo, Emmett Shear, que es más bien de los primeros.
La restitución de Altman revela que los pragmáticos están en alza. De ser así podríamos al menos respirar tranquilos hasta una próxima crisis, ya que, lo que nos regalan está lejos de nuestro control y alcance. Sam Altman me hace recuerdo con su cara de niño inocente, esos que no matan una mosca a otro Sam -condenado por fraude y estafa por el imperio que montó en poco tiempo aplicado a las criptomonedas- Bankman-fried.
Varios investigadores de la plantilla de OpenAI enviaron al consejo de administración poco antes del despido de Sam Altman como consejero delegado una carta, según han publicado la agencia Reuters y el medio especializado The Information, que citan fuentes familiarizadas con el asunto sin identificar. En ella, advertían de un poderoso descubrimiento de inteligencia artificial que, según ellos, podría amenazar a la humanidad. No está claro el papel que jugó esa carta en el despido de Altman. Fuentes citadas por Reuters la señalan como decisiva, mientras que el medio especializado The Verge asegura que la carta no llegó al consejo y que no tuvo que ver en el despido de Altman.
Según The Information, algunos empleados de OpenAI creen que las palabras de Altman se referían a una innovación realizada por los investigadores de la empresa a principios de este año que les permitiría desarrollar modelos de inteligencia artificial mucho más potentes, según una persona familiarizada con el asunto. El avance técnico, liderado por el científico jefe de OpenAI, Ilya Sutskever, suscitó la preocupación de algunos empleados por el hecho de que la empresa no dispusiera de las salvaguardias adecuadas para comercializar modelos de inteligencia artificial tan avanzados.