Bolivia: el desborde funerario en La Paz obliga a construir un nuevo cementerio

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La Paz afronta un desborde funerario a causa de la pandemia de Covid-19, que ha llevado al límite a su cementerio general. Esta situación nunca antes vivida empujó al municipio a decidir la construcción de un nuevo camposanto para dar respuesta a la emergencia.

El administrador del cementerio general, Ariel Conitzer, dijo que en tiempos normales el número de entierros rondaba los 450 mensuales, pero que en julio hubo un crecimiento de casi cinco veces, hasta pasar los 2.000. En agosto, se reportaron otras 1.200 inhumaciones.

El cementerio, que tiene casi 200 años de existencia y más de 100.000 nichos, ha ocupado casi por completo los espacios que tenía libres durante el pico de las muertes, por lo que ahora se están haciendo ampliaciones, además de planear la construcción del nuevo cementerio.

Según Conitzer, es previsible que en septiembre y octubre también se registre alrededor de 1.000 entierros mensuales, por lo que hace falta otro camposanto en un terreno elegido cerca del barrio paceño de Pura Pura, a medio camino en la autopista entre La Paz y El Alto.

Para el funcionario, ese lugar es ideal para las obras porque ofrece una solución sin afectar a otras infraestructuras, pero un grupo de vecinos que vive cerca del terreno comenzó a movilizarse para oponerse arguyendo que se trata de un lugar inestable, aledaño a un bosquecillo, cercano a viviendas y a una planta de provisión de agua para La Paz.

Una de las vecinas movilizadas para impedir las obras, que se identificó solo como Luisa, dijo que eran contrarios al cementerio para casos de Covid-19 porque preferían que el terreno sea reforestado y convertido en parte del bosquecillo del lugar.

Crematorios portátiles ante la avalancha de cuerpos

Además, ante el crecimiento del número de fallecidos y de las incineraciones, unos empresarios inventaron unos crematorios portátiles de 2,7 toneladas que funcionan con tres bombonas de gas licuado y tienen un precio de 45.000 dólares, según explicó Carlos Ayo, ejecutivo de la compañía que construye las máquinas.

“Es una alternativa que se la hemos propuesto a Bolivia y el mundo para poder ayudar a trasladar el horno a distintos lugares y poder brindar el servicio de la cremación para los cuerpos”, dijo Ayo.

La empresa vendió media docena de los crematorios portátiles a igual número de municipios y ha recibido consultas de países de Suramérica para posibles exportaciones.

Según el Gobierno, por causa de la pandemia han muerto más de 7.000 personas. Sin embargo, los análisis independientes señalan que solo hasta finales de julio en las estadísticas había un exceso de 14.000 muertes que podrían atribuirse al virus.