Zuckerberg Mark, el pequeño y despótico duendecito saltón y feliz

Por Carlos Rodriguez San Martín
0
713
Revista Dat0s. Edición 242

La red social

La red social, el garaje donde se juntaron los genios de la tecnología digital hace poco más de 20 años, marcó el inició de un gran desafió que entonces se presentaba como el advenimiento de la irrupción de la inclusión y el acceso de todos a la comunicación.

Así se cumplía la premonición de Marshall MacLuhan que había descrito un escenario de Aldea Global donde desaparecían las fronteras. Adorno y Matelart en cambio desde la Escuela de Frankfurt presagiaban el dominio cultural que antes ya había recreado la Guerra Fría (leer Las pistas de Maldox) que desde las bien elaboradas páginas de la revista Life apuraban el desembarco de una cultura de consumo que acuñó el término con la revolución industrial. El mundo se volvía una ilusión fluorescente encandilada con las luces y sombras del capitalismo cultural.

Revista dat0s edición 242

Revista Dat0s. Edición 242

Poco después de la Primera Guerra Mundial y poco después de la segunda conflagración bélica, dos genios ingleses Aldous Huxley y George Orwell pusieron a sus lectores de cabeza con más premoniciones. Huxley fabricó un mundo ideal alimentado por el “soma” que uniformaba un laboratorio de ipsilones controlados desde la fría mesa de un laboratorio distante y maniquea de la realidad.

Orwell llevó el relato a una cruda por entonces quimera imaginando un sistema de control y contradicciones deliberadas de propaganda y duplipensar en el que el amor era en realidad odio y la libertad un ojo que controlaba tus movimientos.

Zuckerberg Mark, el pequeño y despótico duendecito saltón y feliz, es el diseño animado de la nueva era con 3.000 millones de “clientes” prostituidos. Un revoltoso multibillonario que ha puesto al mundo de cabeza persiguiendo más dinero del que ya tiene con el mismo odio que se decía amor en 1984 y su ojo de Gran Hermano degenerado en discriminaciones, suicidios, violencia en las que indistintamente la edad –mucho mejor menores-; aclara que no es cierto lo que se dice de él.

La red social no es una simulación ni la deformación de Un Mundo Feliz es el “soma” creando angustias, dependencia y mentiras de donde provienen los likes, cuanto más mejor y las fake news que están socavando el único reducto que deberíamos pelear para ser personas.