I Efectos de la guerra en América Latina

Por dat0s y agencias
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Brasil, Rusia, América Latina

El papel de Brasil

Poco antes del anuncio de Putin de entrar en guerra contra Ucrania, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro realizó una controversial visita a Moscú, desoyendo un pedido expreso de Washington para no acudir a esa cita. El jefe de Estado brasileño agrandó el plano de la foto en familia sellando un apretón de manos –en la misma gira- con el ultraconservador presidente húngaro Viktor Orbán. Ambos gestos han dejado traumatizada a la diplomacia de EEUU.

Como si esto fuera poco, los encuentros de Bolsonaro con los mandatarios de Rusia y Hungría incluyeron muchas menciones al comercio bilateral, cooperación en defensa, energía nuclear o medio ambiente, pero sin firma de ningún acuerdo. El principal tema en la agenda era el suministro de fertilizantes rusos, cruciales para el gigantesco sector agrícola de la primera economía de América Latina. Más allá de apretones y abrazos los negocios son gesticulaciones frías. Brasil es el país latinoamericano que está pagando las más caras consecuencias por la guerra. El site Você informó que el precio de la gasolina para vehículos se incrementó un 18,77% y 24,9 % el combustible para camiones (diésel). Algo inédito que no se veía desde la década de los 80.

Quedan atrás los tiempos en los que Brasil se codeaba con las grandes potencias y encandilaba al mundo. Brasilia tiene una relación económica limitada con Moscú, pero “tener relaciones políticas estrechas con otras grandes potencias como Rusia ayuda a Brasil a gestionar su relación altamente asimétrica con Washington”, tuiteó estos días Oliver Stuenkel, analista de la Fundación Getulio Vargas.

En los círculos diplomáticos se cree que al trio ultraconservador los une cierta afinidad y valores: Dios, patria y familia (familia tradicional, quiere decir) y la pertenencia al club informal de dirigentes nacional populistas en el que probablemente falte Donad Trump.