La capacidad de un Estado para devolver el dinero que le prestan los acreedores marca una clara línea entre los países solventes y los que no lo son. Rusia se ha acercado peligrosamente a ese segundo grupo en las últimas horas, y todavía persiste la incertidumbre sobre si ha podido abonar o no los vencimientos de deuda de 117,2 millones de dólares (106 millones de euros) que expiraban este miércoles. El Ministerio de Finanzas ruso asegura que dio la orden de hacer el pago a la sucursal en Londres de Citibank con la que suele operar, pero desconoce todavía si ha sido efectuado o, por el contrario, se ha visto paralizado debido a las sanciones.
Varios inversores con títulos en deuda rusa citados por Bloomberg señalaron que aún no habían recibido el dinero al cierre de las operaciones este miércoles. En caso de que la transacción no haya podido llevarse a cabo, Rusia contaría con un periodo de gracia de 30 días para abonar sus compromisos, o de lo contrario sufriría su primera suspensión de pagos en moneda extranjera desde hace más de un siglo, cuando el régimen soviético nacido de la Revolución Rusa se negara a hacerse cargo de las deudas contraídas por el régimen zarista.
Consciente del golpe a la credibilidad económica del país que supondría no cumplir con sus compromisos, el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, ha insistido en que Moscú cuenta con los fondos para satisfacer sus obligaciones y así lo ha hecho. Sin embargo, no garantizó que los inversores fueran a recibir el capital debido a las sanciones internacionales que mantienen congeladas las reservas rusas y restringen sus maniobras financieras. Siluanov emplazó a Estados Unidos, al que acusa de querer provocar el impago de manera artificial, a aclarar si va a permitirle pagar sus deudas. “La posibilidad o imposibilidad de cumplir con nuestras obligaciones en moneda extranjera no depende de nosotros. Tenemos el dinero, hicimos el pago, pero ahora la pelota está del lado, en primer lugar, de las autoridades estadounidenses”, dijo Siluanov este miércoles en una entrevista con RT.
Al tener vedado el acceso a buena parte de sus 640.000 millones de dólares en reservas, el Kremlin había deslizado que podría devolver su deuda utilizando rublos, muy devaluados después de tres semanas de duras sanciones, pero esa vía alternativa ha sido cerrada por las agencias de calificación. A diferencia de otros, los bonos que expiraban este miércoles, emitidos en 2013, no contemplaban la opción de pagar en rublos, y Fitch advirtió de que cualquier pago en la divisa rusa no será válido y equivaldrá a la suspensión de pagos.
La mejor noticia para Rusia es que todavía cuenta con un mes adicional para salir del embrollo. La mala, que el calendario trae nuevos vencimientos de deuda inminentes: solo en lo que queda de mes, Rusia debe devolver otros 614 millones de dólares, y en abril tiene compromisos aún mayores, superiores a los 2.000 millones. Un default, como se conoce en inglés al fenómeno del impago, sería el enésimo golpe económico para Moscú, pues culminaría su aislamiento de los mercados internacionales y elevaría sus costes de financiación al quedar cerrada la principal puerta de entrada de fondos que utilizan los Gobiernos para sufragar sus gastos.
Riesgo de contagio
En caso de suspensión de pagos de Rusia, el Fondo Monetario Internacional considera que las cantidades que quedarían en el aire no son lo suficientemente altas como para suponer un problema sistémico para la economía global, aunque sí añadirían inquietud. No siempre se conoce la exposición real a Rusia de los fondos e instituciones financieras, lo que puede dar lugar a sorpresas.
La economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, recordó esta semana que cuando Rusia cayó en suspensión de pagos en 1998 tras no afrontar sus vencimientos de deuda en rublos, el hedge fund estadounidense Long-Term Capital Management (LTCM) tuvo que ser rescatado por la Reserva Federal. “¿Recuerdan LTCM? Eso no estaba necesariamente en el radar de nadie al comienzo del incumplimiento de Rusia en agosto de 1998″, alertó.
Rusia ha emitido 15 bonos internacionales con un valor nominal de alrededor de unos 40.000 millones de dólares, cifra que se eleva hasta los 150.000 millones de dólares de deuda si se suma la de grandes empresas, sobre todo del poderoso sector energético ruso, como Gazprom y Lukoil, que también pueden verse en problemas para afrontar sus pagos. Entre los inversores afectados han salido a la palestra nombres como el de Pimco, el mayor fondo de renta fija del mundo.