Cuando Estados Unidos saca el arma de la inteligencia militar

France 24
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Foto: AFP

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentó el miércoles un nuevo paquete de ayuda para Ucrania que incluye armas pesadas y más inteligencia. Desde el comienzo de la guerra, EE.UU. ha hecho un uso innovador de la desclasificación y el intercambio de información sensible con el público y con Ucrania. Un enfoque que tiene un claro impacto en el curso del conflicto.

Por primera vez, Estados Unidos decidió, el miércoles 13 de abril, enviar armas pesadas -incluidos obuses- a Ucrania para que se defienda de Rusia. Se trata de un nuevo paso en el compromiso de Washington con Kiev, que ha sido destacado por los medios de comunicación.

Pero eso no es todo. El nuevo plan de ayuda estadounidense para Ucrania -por 800 millones de dólares- tiene otro componente de inteligencia, que pasa mucho más desapercibido.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se comprometió a entregar a Ucrania más datos recopilados por sus servicios de inteligencia, mientras el Ejército ruso parece cada vez más cerca de lanzar la gran batalla por el Donbass.

Biden llegó a equiparar el suministro de armas y la inteligencia. El intercambio de esta información sensible “desempeña un papel evidente en la evolución del equilibrio de poder ucraniano-ruso sobre el terreno”, reconoce Jeff Hawn, especialista en cuestiones de seguridad rusa y relaciones ruso-estadounidenses en la London School of Economics, en diálogo con France 24. Estados Unidos es, con grandes diferencias, “el país más avanzado en la recolección de datos por satélite y en la interceptación de señales. Tener acceso a esta información puede ser valioso”, señala.

Pero su impacto real sigue siendo difícil de evaluar: los efectos de la inteligencia oportuna son menos visibles que los de un misil antiaéreo o de los cohetes antitanque. Además, están condenados, por definición, a circular entre bastidores, lejos de los ojos del público en general y del enemigo.

Repetidas desclasificaciones

Desde el comienzo de la guerra, el debate sobre el papel de los servicios de inteligencia ha girado principalmente en torno al enfoque “sin precedentes” de la desclasificación de información sensible. Desde los primeros meses de la crisis ucraniana, el gobierno de Biden ha estado inundando los medios de comunicación con datos -evaluación del riesgo de la guerra e imágenes por satélite de la movilización de las tropas rusas- procedentes directamente de las trastiendas de las distintas agencias de inteligencia estadounidenses (CIA, NSA, Agencia de Inteligencia de Defensa).

Los documentos, normalmente reservados a los ojos de los gobiernos aliados, se incorporaron así al debate público. Esta estrategia “no impidió la guerra, pero permitió que la mayoría de la gente aceptara que Rusia era el agresor. Esto facilitó entonces la coordinación internacional para imponer sanciones”, dijo Ofer Riemer, estudiante de doctorado en la Universidad Hebrea de Jerusalén y especialista en temas de inteligencia, contactado por France 24. Vladimir Putin no pudo confiar tanto en el efecto sorpresa como hubiera querido, al anunciar el inicio de la guerra”, añadió Jeff Hawn.

Otro efecto indirecto de esta exhibición muy pública de los planes “secretos” rusos antes del inicio de la invasión puede haber sido “crear desconfianza entre el Kremlin y el servicio secreto ruso”, dice Riemer. Esta multiplicación de revelaciones puede haber dado la impresión de un estado mayor ruso infiltrado por los servicios de inteligencia occidentales.

Esta es, quizás, una de las razones por las que los servicios de inteligencia rusos, aunque muy respetados, parecen no haber desempeñado ningún papel decisivo durante este conflicto: Vladimir Putin no quería seguir escuchando a sus espías.

Inteligencia que puede matar

Estas repetidas desclasificaciones de inteligencia casi nos han hecho olvidar que, una vez declarada la guerra, los espías siguieron trabajando. Pero esta vez, es difícil saber cuánto se ha beneficiado Ucrania.

“Hay dos tipos de inteligencia que Estados Unidos puede transmitir a Kiev: información estratégica, más bien general, sobre los planes y objetivos de guerra rusos, y datos tácticos para el seguimiento en tiempo real de los movimientos de las tropas”, resume Jeff Hawn.

Estados Unidos nunca ha ocultado que ha seguido transmitiendo el primer tipo de información a Kiev desde principios de marzo. Pero Washington ha mantenido un aire de vaguedad sobre el suministro de datos tácticos. Cuando se le preguntó directamente sobre esto a principios de marzo, el demócrata Adam Smith, jefe del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes de EE.UU., negó que se estuviera transmitiendo esa información, mientras que unas horas más tarde la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que Smith “no había entendido todo”. Pero no quiso entrar en detalles.

Esta reticencia es comprensible. Este tipo de información puede matar: los datos de geolocalización para rastrear a las tropas rusas sobre el terreno permitirían a los ucranianos montar operaciones de eliminación selectiva. Estados Unidos se arriesgaría entonces a parecer más que inclinado a tomar parte en la guerra de Ucrania, preparando el terreno para una peligrosa escalada del conflicto.

Efecto desmoralizador

Así, la administración estadounidense parece haber decidido “proporcionar datos brutos que permitan al Ejército ucraniano tener una imagen en tiempo real de los movimientos de las tropas rusas”, según Jeff Hawn. El personal militar estadounidense parece haberlo confirmado al Wall Street Journal al afirmar que la línea roja de la nueva doctrina era “no proporcionar información sobre las posiciones rusas en Rusia, para no permitir que Ucrania lleve a cabo operaciones ofensivas”, escribió el diario. En otras palabras: todo lo demás estaría permitido.

Un importante cambio de doctrina que se explica por la evolución del contexto sobre el terreno. La ofensiva que se prepara en el Donbass requiere algo más que información estratégica, como lo comenta Jeff Hawn. Se trata de un frente más pequeño en el que se intentará rodear a las fuerzas rusas, lo que hace más importante que “los ucranianos sepan con precisión de dónde viene el enemigo para poder defenderse adecuadamente”, subraya este especialista.

Incluso, si Estados Unidos no entregó esta famosa inteligencia táctica, el solo hecho de sugerirla “puede tener un efecto desmoralizador”, dice Riemer. Los soldados rusos, que ya han sufrido un revés en su intento de tomar Kiev, probablemente estarán más a la defensiva si piensan que Ucrania conoce su posición exacta gracias a los estadounidenses.

Pero esta apertura del grifo de la inteligencia estadounidense no es solo un acto hostil de Estados Unidos hacia Rusia. También es, paradójicamente, “una forma de indicar que no se involucrarán más directamente en el conflicto”, señala Riemer. Una nación dispuesta a comprometerse militarmente en un frente se guarda su inteligencia para poder utilizarla cuando sea necesario.

En otras palabras, Moscú tendrá realmente algo de qué preocuparse el día que los espías estadounidenses callen.