La joyería consagrada por el séptimo arte posee una de las colecciones de diamantes más raras y caras del mundo.
Fundada en Nueva York en 1837, Tiffany & Co. ya era sinónimo de joyería chic cuando Audrey Hepburn, con una taza de café en una mano y un croissant en la otra, se baja de un taxi y va a desayunar admirando el escaparate de la famosa flagship store, en la esquina de la Quinta Avenida y calle 57. La escena inicial de Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s, en inglés) estableció de una vez por todas el glamour y la condición de objeto de deseo universal de las joyas envasadas en la inefable caja azul.
Para celebrar casi dos siglos de historia y 150 años de presencia en Londres, la Galería Saatchi inauguró en la capital británica la exposición Vision & Virtuosity, con siete ambientes que destacan la herencia y la influencia de la joyería en 400 piezas que celebran a diseñadores de renombre, como Jean Schlumberger, Elsa Peretti y Paloma Picasso, escaparates inolvidables y, por supuesto, diamantes espectaculares.
Tras pasar por la sala que reproduce la fachada de la tienda de la Quinta Avenida, uno de los platos fuertes del espectáculo es el resplandeciente Tiffany Diamond, una piedra amarilla de 128,5 quilates (287 cuando fue descubierta, en una mina de Sudáfrica), el fundador Charles Lewis Tiffany eligió comprarla y conservarla para siempre.
La Tiffany Diamond solo ha dado vueltas (y, en un caso, de vuelta) cuatro veces: en las fotos publicitarias de la propia Audrey, en la socialité neoyorkina Mary Whitehouse durante un baile benéfico patrocinado por la misma joyería, en Lady Gaga en los Oscar 2019 y en Beyoncé, la chica del cartel de la marca durante el último año. Una réplica adornaba a la actriz Gal Gadot en los carteles de la película Muerte en el Nilo. Los visitantes de la exposición también pueden darse el lujo de probarse un collar Tiffany Diamond, virtualmente.
En la sala de diamantes, otra estrella es el Empire, una gema ovalada de 80 quilates que Tiffany presentó el año pasado montada en un collar de platino con 578 diamantes más pequeños y con el precio más astronómico que jamás haya cobrado la joyería: 20 millones de dólares. Otra pieza histórica que se exhibe en la galería londinense es el anillo creado en 1886 en el que resalta el brillo de la piedra y lleva el nombre de la joyería, hasta el día de hoy el anillo de compromiso más vendido en el mundo.