El presidente del Ecuador Guillermo Lasso, un banquero cercano al Opus Dei, la derecha ecuatoriana, salvó el pasado martes un juicio congresal para alejarlo del cargo a pesar de no contar con la mayoría en la Asamblea Nacional.
Lasso enfrentaba la amenaza de ser destituido con un Congreso hostil después de que violentas protestas paralizaran amplias zonas del país. El partido opositor de extrema izquierda Revolución Ciudadana, cercano al expresidente Rafael Correa, presionaba por la destitución de Lasso, de 66 años, en virtud de una cláusula constitucional que permite a la Asamblea destituir al jefe de Estado si el país atraviesa una crisis interna importante.
El partido controla 47 escaños y necesita otros 45 para alcanzar el umbral de 92 votos necesarios para aprobar la acusación constitucional, o dos tercios de los 137 miembros del Congreso unicameral.
De ser removido de su cargo cosa que aún se mantiene latente, aunque poco probable, Lasso sería reemplazado inmediatamente por el vicepresidente Alfredo Borrero, quien actuaría como presidente interino hasta que se organicen elecciones presidenciales y legislativas anticipadas.
Ecuador se ha visto afectado por disturbios y enfrentamientos violentos durante las últimas dos semanas debido a protestas encabezadas por grupos indígenas por el aumento de los precios del combustible y los alimentos.
Las manifestaciones han interrumpido la producción de petróleo y se han convertido en la mayor crisis política para el exbanquero conservador.