Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura

Por Xavi Ayén | La Vanguardia
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Annie Ernaux, premio nobel literatura 2022
Foto: María D. Valderrama | Efe

La Academia Sueca distingue a la autora francesa, que ha retratado como pocos a la mujer insertada en la historia

Annie Ernaux (Lillebonne, 1940), nacida Annie Duchesne, ha ganado hoy el premio Nobel de Literatura 2022, dotado con 920.000 euros y considerado el galardón literario más importante del mundo. El anuncio lo ha realizado Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, en el atiborrado salón de la institución en que, cada año, el primer o segundo jueves de octubre, se da a conocer el veredicto de los 18 hombres justos (17, este año, por el fallecimiento de Kjell Espmark) que componen el jurado. Ha destacado “el coraje y la agudeza clínica” con que la autora “destapa las raíces, los alienamientos y las limitaciones colectivas de la memoria personal”, así como que “cree en la fuerza liberadora de la escritura” y su obra “intransigente” está escrita en un lenguaje “sencillo” y “raspado hasta la limpieza”. Ernaux, según el jurado, “revela la agonía de la experiencia de clase” y describe emociones como “la vergüenza, la humillación, los celos o la incapacidad de ver quién eres”, con lo que ha logrado “algo admirable y duradero”.

“No hay prácticamente ficción en la mayoría de mis libros, apenas unos cambios de nombres”, decía Ernaux hace tres años a este diario, cuando recibió el premio Formentor. “Lo hice plenamente para hablar de mi padre. Ese libro, ‘El lugar’ (1983), fue para mí algo inmenso, una reparación, sentí que hacía lo más importante que se le puede pedir a la escritura. Para evitar el miserabilismo (compadecerse de los dominados) o el populismo (decir que son maravillosos), solo había una opción, una escritura de los hechos, factual. Iba a utilizar las palabras de mi padre, aquellas con las que él expresaba su condición, no iba a hablar yo”. Más tarde, retrató a su madre en ‘Una mujer’ (1989).

He sufrido el silencio y la condescendencia, lo de ‘este es un libro de mujeres’, mis libros no vendían durante décadas; se me echaron encima las feministas, otros me llamaban ‘cachonda’…”

Sus lectores saben que ser mujer duele, y sienten a la autora cercana como a un familiar. La han acompañado, a lo largo de sus libros, ayudando en el colmado-bar de sus padres, la han visto flirtear con sus novios, han asistido a su primera vez y a sus campamentos de verano. Conocen, asimismo, los horrores de los que fue capaz su progenitor, se han estremecido con la escena de su aborto clandestino, y también han leído los libros que ella leía, la han seguido en sus conquistas sexuales y en su cambio de clase social al casarse con un burgués de derechas. Han lamentado su matrimonio gris, se han sonreído con alguno de sus amantes, y se han conmovido con detalles de su maternidad. Han visto, a su lado, cómo desfilaba todo el siglo XX y parte del XXI, la política, las canciones, las costumbres, la tecnología.

La narradora y protagonista de los libros de Ernaux se parece a la autora: es, en sus palabras, “un ‘yo femenino’ más impersonal, que supone un modo de tomar distancia y observarse como si se tratara de otra, lo que no permite estrictamente hablar de autoficción”.

“He sufrido el silencio y la condescendencia -explicaba-, lo de ‘este es un libro de mujeres’. Mis libros no vendían durante décadas. Con ‘Pura pasión’ (1992) se me echaron encima las feministas, otros me llamaban ‘cachonda’, ningún hombre que hubiera escrito eso sería descalificado de tal modo”.

En ‘El acontecimiento’ (2000) narra su aborto, “tal como lo viví: cómo el feto sale chorreando y se me cae en el lavabo. Esto no es una cosa amable, no puedes decir ‘he tenido un falso parto’. No. ¿A qué se corresponde eso, físicamente, la experiencia? ¿Hasta dónde las palabras de los hombres son fatigantes? No es una experiencia mental, es una experiencia corporal. Millones de mujeres han hecho eso desde que el mundo es mundo. Mi método es contar las cosas tal como son, despojándolas de la mirada condescendiente de la clase dominante”.

Ha apoyado a los ‘chalecos amarillos’ y ha consagrado su literatura a dar voz a quien no la tiene

En ‘Los años’ (2008), vemos desfilar a toda la sociedad francesa a lo largo de décadas, con una prosa que imita el discurrir de la memoria, con asociaciones libres de ideas o imágenes.

En ‘Memoria de chica’ (2016) cuenta su vida anterior a apellidarse Ernaux, “esa chica que desapareció una noche de agosto en una colonia de vacaciones, es un antes y un después. La sexualidad puede ser vista como algo simple pero, para mí, el sexo nunca es algo simple, siempre es complejo y te transforma”.

Esta mujer, que accedió a la burguesía por matrimonio (se considera “una tránsfuga de clase”, forma parte de los ‘chalecos amarillos’ “y comprendo la violencia, a veces se sienten ganas de matar al otro. Como cuando el médico al que fui desangrándome tras abortar en un piso, me insultó y luego, al ver que yo era universitaria, se disculpó, como si hablar así a una cajera de supermercado estuviera justificado”. Opina que las protestas de los ‘chalecos amarillos’ “han sido una reacción profunda, una contestación al sistema desde la base, pero que, al no estar dirigida desde ningún sindicato o partido político, se ha desautorizado brutalmente, buscando con lupa cualquier persona, entre ellos, que tuviera rasgos de antisemitismo o misoginia y magnificándolo”.

De Macron, cree que “se pasa el día exhibiendo lo culto que es. Mitterrand y Chirac eran muy leídos pero no se vanagloriaban de ello. Desde luego, en el presupuesto de su gobierno no se refleja ningún interés por la cultura”.

El jurado ha decidido entre cinco finalistas, cuyos nombres permanecen en secreto hasta dentro de cincuenta años, según las estrictas normas de la Academia Sueca.

En las últimas ediciones, los ganadores fueron el tanzano Abdulrazak Gurnah (2021), la estadounidense Louise Glück (2020), el austriaco Peter Handke (2019), la polaca Olga Tokarczuk (2018) y el británico Kazuo Ishiguro (2017). El premio del 2018 se falló al año siguiente, pues el Nobel de Literatura tuvo que ser suspendido por un escándalo de grandes dimensiones, que provocó la dimisión de varios miembros del jurado: el caso de Jean-Claude Arnault, marido de una académica, que abusó de su poder, violó y acosó a varias mujeres, consiguió fondos de la Fundación Nobel, filtró nombres de ganadores y presuntamente se enriqueció apostando por el caballo ganador. Desde hace tres años, las aguas van volviendo a su cauce.