El tongo del “Golpe de Estado” a nivel Brasil

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Foto: Internet

Mucho se habló estos días de la erosión de la democracia en AL tras el ataque de un grupo de alienados desaforados a los predios de los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) en Brasilia, Brasil el 8 de enero de 2023. ¿Cuál es el detonante para este retroceso? Pueden haber más de un par de razones, pero la principal de todas es la corrupción que ha corroído las instituciones democráticas. Brasil está en lista. Mucho se ha escrito del gigante latinoamericano tras el intento fallido de un golpe de Estado (?) promovido por 5000 “golpistas” que han puesto en jaque la democracia brasileña.

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En 1964 Brasil aportó la doctrina de la Seguridad Nacional a los países del Cono Sur. Ejerció enorme influencia intelectual entre las élites del generalato militar adoctrinando persuasivamente sobre el peligro del comunismo internacional. Brasil cuidaba al mundo desde su aldea que con Mc Luhan se volvió global y hoy es una fuerza en el BRIC.

En la década de los 80 Brasil retomó por la senda democrática -superado el periodo oscuro de la dictadura militar- con un corpulento denominativo sobre la importancia de la libertad de expresión, los derechos humanos y libre asociación proscritos en el oscurantismo militar. 40 años después, el país atraviesa -como en resto de los países de AL- el debilitamiento de la democracia por las mismas razones que la proscribieron. La palabra dejó de hacer sentido para salvaguardar los derechos conculcados en aquel periodo. Se han deteriorado sistemáticamente las instituciones democráticas, no hay justicia ni libertad de expresión, no hay derecho al disentimiento, las elecciones limpias están en riesgo ni que decir los liderazgos florecientes y el amplio abanico de bienestar y progreso que nos ofrecía la democracia para los pueblos: educación a salvo y salud con derecho para todos.

Qué les queda a las mayorías sino apoyar un cambio que ponga freno esta desgarradora situación, enquistada en el corazón de una anquilosada democracia que ha hecho ricos a los políticos que la proponen como meta para alcanzar solución a los grandes problemas nacionales.

La democracia en peligro

El pasado domingo un grupo de 5000 simpatizantes del expresidente Bolsonaro tomaron la plaza de los Tres Poderes –construida por la genialidad de la mente brillante de Oscar Niemeyer que representa los símbolos icónicos de la democracia moderna, encargada por el presidente Juscelino Kubitschek de Oliveira antes del golpe militar de 1964-. Brasilia no es una casualidad en este tongo. Una vez conjurada la revuelta ese mismo día, los diarios del día siguiente titularon: “La democracia en peligro”- “Golpe de Estado” – “El gran desafió de Lula: preservar la democracia”.

Qué favor grande le hacen a Lula estos titulares al iniciar el pasado 1ro de enero su nuevo mandato presidencial carente de apoyo, en una sociedad ampliamente fragmentada y carente de esperanzas.  Cabe preguntar entonces: ¿Será que esas 5000 personas han puesto en peligro la democracia brasileña? ¿5000 personas atolondradas rompiendo cuadros y obras de arte exigiendo a las FFAA tomar el poder antes de que el líder del PT acabe de asumir el Planalto? ¿No es un descomunal robo a la razón suponer que 5000 personas han puesto en peligro la democracia, mientras los militares contemplaban de palco las escenas curiosas? ¿Qué es un golpe de Estado? ¿Una caricatura, un meme, el emoticón de la cultura de masas? ¿El deseo de unos cuantos elegidos para sustentarla en teoría?

Para decir lo justo fue Lula quien puso en riesgo la democracia en su anterior mandato presidencial al permitir que empresarios del más alto nivel ligados a un esquema de saqueo dantesco montado desde su despacho volaran en aviones privados por toda AL ofreciendo dádivas y sobornos por cientos de millones de dólares a cambio de obras en el peor escándalo que envolvió a los gobiernos populistas latinoamericanos. El caso conocido en Brasil como Lava Jato (lavado a chorro) de la democracia deformada por Lula da Silva. Un esquema del que se beneficiaron todos los hombres del presidente con la “delación premiada” acordada en la justicia a cambio de reducir sus condenas.

´La vida es injusta´, dijo alguien entre los manifestantes que ingresaron al salón a lo que otro añadió: ´me muera la justicia impune´. Un tercero gritó desde el fondo que ´me la tomen por el culo´, mientras derruía una de las reliquias de Cavalvanti que adornaban la oficina de la presidenta del Tribunal de Justicia que, al ver los escombros, lloró.

 

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