Rolando Álvarez: “Que sean libres, yo pago la condena de ellos”
La condena a 26 años de prisión al religioso que se negó a subir al avión del destierro. La última prueba de la obsesión del régimen de Ortega con la iglesia católica
La frase pronunciada por el obispo de Nicaragua que se negó a abandonar el país el pasado jueves, ha sido inmediatamente sentenciada como una condena. Y de hecho esa ha sido la reacción de las autoridades nicaragüenses que sin más suspendieron la detención domiciliaria que pesaba contra el obispo Álvarez para trasladarlo a la temible cárcel La Modelo donde ha sido recluido a cumplir una condena de 26 años de cárcel. El presidente Ortega había señalado que el rechazó de abandonar Nicaragua con los 222 presos políticos que salieron el jueves en un avión comercial alquilado por el Gobierno de EEUU con destino a Washington ha sido un acto de “soberbia”. Ortega se reservó decir cuál sería el castigo que llegó 24 horas después. El viernes los tribunales al servicio del régimen condenador al religioso a 26 años de encierro.
La sentencia que siguió los procedimientos exprés a los que está acostumbrado el régimen determinaron “probados los cargos de traición a la patria”, “menoscabo de la integridad nacional “, y “propagación de noticias falsas”. La sentencia contra Álvarez se ha converitido en un símbolo de la oposición que se quedó en Nicaragua.
Otra que las autoridades nicas mantuvieron en secreto fue quitarles la nacionalidad. De eso se encargaron las autoridades judiciales del Gobierno de Ortega y Murillo. Mientras volaban los 222 desterrados recibieron el último castigo: quitarles la nacionalidad.