El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se balancea sobre la tela de una araña que no resiste el peso de un suspiro.
El jefe de Estado español, Pedro Sánchez, sentenció ayer el residuo de expectativas de Rubiales. Dijo que estudia ir a la justicia deportiva para alejarlo del cargo. Entretanto, el dirigente aparecía en videos ajustados al momento para disculparse por el beso en la boca que se ha convertido en la noticia más impactante del Mundial de Fútbol disputado hace días en el que las de la roja se adjudicaron el torneo.
Los ojos seguían puestos en el presidente de la RFEF por machista y sexista. Un error garrafal en un mundo que sigue la división tan marcada entre hombres y mujeres, concede derechos iguales y embate contra todo tipo de discriminación y violencia. Un beso en la boca es violento desde que no sea acordado entre partes y puede provocar un escándalo de magnitud como en este caso.
Acorralado Rubiales está viviendo el momento más delicado de su carrera al frente de la RFEF que ocupa desde 2018. Al beso en la boca a la 10 de la selección Jennifer Hermoso, se sumaron nuevas imágenes que podrían voltearlo definitivamente: gestos obscenos en el palco donde presenciaban la final con la infanta y otras personalidades. Esa secuencia podría significar no solo su alejamiento de la dirigencia sino una condena del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD).
Si el organismo interpretará –como parece- que se ha vulnerado la Ley del Deporte que califica “como muy graves los actos notorios y púbicos que atentan a la dignidad o decoro deportivo y los abusos de autoridad”, Rubiales podría ser inhabilitado de 2 a 15 años.