La crisis del petróleo – 50 años

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petróleo, empresas petroleras
Foto: Getty Images

Por qué los países árabes decidieron hace 50 años usar el “arma del petróleo” y cómo construyeron así sus inmensas fortunas

Ahora que el largo conflicto entre israelíes y palestinos se ha reactivado tras los ataques perpetrados por Hamás el pasado 7 de octubre y el mundo teme un posible contagio al resto de Oriente Medio, se cumplen cincuenta años de la llamada Crisis del petróleo, una convulsión energética que sentó las bases de la prosperidad de las monarquías petroleras de la región y amenazó con llevar a colapso a Estados Unidos.

Una de las muchas guerras que han enfrentado a Israel con sus vecinos árabes desde la fundación del Estado judío en 1948 fue el desencadenante.

Después de que Estados Unidos decidiera apoyar con armamento a Israel en la guerra del Yom Kipur, que enfrentó a Israel con Egipto y Siria, los países árabes exportadores de petróleo, liderados por Arabia Saudita, decidieron imponer un embargo petrolero sobre Washington y sus aliados que disparó los precios del crudo y estremeció las economías estadounidense y mundial.

¿Cómo se llegó a ese punto?

Cómo era el mundo en 1973

En 1973 el mundo se hallaba en plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética y los bloques que ambos lideraban. Aunque ambas potencias nunca se enfrentaron en un choque militar directo, lo hicieron a través de terceros en conflictos locales en los que apoyaron a diferentes bandos.

Era un mundo que aún temía al fantasma de una guerra nuclear entre las dos superpotencias y absolutamente dependiente del petróleo, el oro negro que movía una sociedad de consumo cada vez más voraz que tenía en la universalización del automóvil su símbolo.

El petróleo había sido hasta entonces relativamente barato y accesible para los países occidentales, cuyas compañías lo obtenían a precios ventajosos en los países productores, principalmente en Oriente Medio.

Su papel como gran proveedor energético del mundo le había conferido creciente importancia a esta región y allí se habían vivido ya los primeros capítulos del conflicto árabe-israelí que se suscitó tras la creación del Estado de Israel en 1948.

Por qué empezó la Crisis del petróleo

En octubre de 1973, distintos movimientos en esa parte del mundo iban a reclamar la atención de un diplomático judío llamado Henry Kissinger al que Nixon acababa de nombrar su nuevo secretario de Estado con el encargo principal de poner fin a la sangría de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

Pero otra guerra recién declarada atrapó súbitamente la atención del mundo.

El 6 de octubre de 1973, una coalición árabe liderada por Egipto y Siria lanzó un ataque combinado contra Israel coincidiendo con la festividad del Yom Kipur, día sagrado para los judíos.

El presidente egipcio, Mohamed Anwar el-Sadat, y su homólogo sirio, Háfez al-Asad, querían recuperar los territorios ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Mientras desde Moscú comenzaron a llegar pertrechos militares para sus aliados sirios y egipcios, Nixon anunció un generoso paquete de ayuda y Washington comenzó a enviar material militar a Israel, lo que enfureció al mundo árabe.

Once días después, los países árabes exportadores de petróleo anunciaron un recorte de su producción y un embargo a Estados Unidos y otros países a los que acusaban de apoyar a Israel, como Holanda, Portugal y Sudáfrica.

Arabia Saudita, que ejercía un papel líder dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), encabezó un movimiento que tendría consecuencias económicas y geopolíticas duraderas y que mostró a Estados Unidos que no podía dar por sentado su suministro de petróleo.

El rey saudita, Fáisal Bin Abdulaziz, fue el gran impulsor de la medida, aunque algunos autores destacan el papel del egipcio Sadat, que lo habría convencido meses antes de lanzar el embargo si Estados Unidos apoyaba militarmente a Israel en la guerra contra el Estado judío que venía planeando.

Graeme Bannerman, que trabajó durante años como analista sobre Oriente Medio en el Departamento de Estado de EE.UU, le dijo a BBC Mundo que “el embargo nunca hubiera tenido lugar si Sadat y Fáisal no lo hubieran acordado”.

Bessma Momani, experta en el Oriente Medio en la Universidad de Waterloo, Canadá, le dijo a BBC Mundo que “entonces, había un sentimiento de unidad árabe mucho más fuerte que el actual y los países que llevaban tiempo buscando liberar a los palestinos con opciones diferentes a la militar que impulsaba Egipto se dieron cuenta de que el petróleo les daba una potente palanca para hacerlo”.

En realidad, los países árabes tenían razones para el malestar con Estados Unidos desde hacía ya tiempo.

En una medida muy discutida, Nixon había decidido en 1971 romper con el llamado patrón oro, la convertibilidad del dólar por una onza de oro que había sido uno de los cimientos del sistema financiero mundial diseñado al final de la Segunda Guerra Mundial en los Acuerdos de Bretton Woods.

La medida perjudicó a los exportadores de petróleo, que lo vendían sobre todo en dólares y ahora no veían asegurado su valor, sino que dependían de un factor más difícil de predecir, la libre cotización de la divisa estadounidense frente a otras.

En ese contexto, varios países árabes llevaban ya años reclamando usar “el arma del petróleo” para hacer oír sus reivindicaciones en la escena global, pero otros, como la propia Arabia Saudita,se habían mostrado hasta entonces reticentes, presumiblemente por temor a que Estados Unidos encontrara proveedores alternativos.

Ignacio Álvárez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, España, le dijo a BBC Mundo que “en realidad, el rey Fáisal tomó la decisión del embargo un poco a regañadientes, obligado por los acontecimientos. Otros países más cercanos a la URSS, como Argelia, reclamaban medidas más agresivas”.

Sea como fuere, cuando Nixon decidió enviar ayuda militar al gobierno de Golda Meir en Israel para hacer frente a sus enemigos árabes, la opción de usar el “arma del petróleo” se impuso definitivamente.

Estados Unidos sería castigado.

Qué efectos tuvo la Crisis del petróleo

La entrada en vigor del embargo tuvo efectos inmediatos y causó conmoción en Estados Unidos.

El precio del barril, que estaba en US$2,90 en julio de ese año, escaló en diciembre hasta los US$11,65.

En Estados Unidos, las estaciones de servicio se quedaron sin gasolina y las filas de autos a la espera de repostar se convirtieron en una imagen habitual durante meses. En varios estados se impuso un racionamiento de combustible.

En un país enamorado del motor y para el que el automóvil era el símbolo de la libertad y los valores del llamado sueño americano, la escasez de gasolina supuso una conmoción con pocos precedentes y un doloroso golpe económico.

El Producto Interno Bruto del país cayó un 6% hasta 1975 y el desempleo se duplicó, llegando a un 9%. Millones de sus ciudadanos sientieron las consecuencias de la recesión.

Según Bruce Riedel, analista y ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), con el embargo Arabia Saudita “le hizo más daño económico a Estados Unidos que ningún otro país desde que los británicos quemaron Washington en 1815”.

A partir de ese momento, Kissinger viajó repetidas veces a capitales árabes implicadas en busca de arrancar un levantamiento del embargo, que no llegaría hasta marzo de 1974, cuando ya la guerra del Yom Kipur había terminado.

Muchas familias y empresas estadounidenses y del resto de países que necesitaban importar su petróleo respiraron aliviadas y volvieron a una cierta normalidad.

Los promotores del embargo no lograron quebrar el compromiso de Estados Unidos con Israel, al que ha seguido apoyando a lo largo de los años, pero su actuación provocó profundas transformaciones del orden mundial y en el comportamiento de la gente que se han mantenido hasta hoy.

Cómo terminaron la Crisis del petróleo y sus protagonistas

Aunque Sadat no logró los objetivos que se había planteado al atacar a Israel, mostró a sus dirigentes que podía representar una verdadera amenaza militar, lo que incentivó un proceso de negociaciones patrocinado por Washington que cristalizó en los históricos acuerdos de Camp David de 1978, por los que Israel devolvió a Egipto la Península del Sinaí.

Bannerman cree que “los Acuerdos de Camp David nunca hubieran sido posibles sin el cambio en la política de Estados Unidos” que forzó la experiencia del embargo.

A cambio de la devolución del Sinaí, Egipto se convirtió en el primer país árabe en reconocer al Estado judio, una decisión que convirtió a Sadat en una figura impopular en gran parte del mundo árabe pero por la que empezó a ser visto como un gran pacifista en Occidente y que favoreció su plan de acercamiento a Washington en detrimento de la URSS.

Nixon dimitió escasos cinco meses después de levantarse el embargo, en medio del escándalo del Watergate, convirtiéndose en el único presidente de Estados Unidos en la historia en renunciar al cargo.

Y el rey Fáisal fue asesinado por un sobrino suyo que le disparó en una recepción real en Riad. El magnicida había vivido durante algún tiempo en Estados Unidos, lo que alimentó sospechas nunca confirmadas de una posible implicación de la CIA.

Qué consecuencias tuvo la Crisis del petróleo a largo plazo

La era del petróleo barato se terminó para siempre y su precio se convirtió desde entonces en uno de los más fiables indicadores de la estabilidad en Oriente Medio.

Cada vez que la región sufría convulsiones, como la Revolución iraní de 1979 o la Guerra del Golfo de 1991, el crudo se disparaba y la economía mundial se resentía..

Tras el embargo, la OPEP, que hasta entonces había jugado un modesto papel en el mercado energético mundial, sumó nuevos miembros y comenzó a actuar como un agresivo y poderoso cartel cuyas reuniones, en las que se fijan los volúmenes de producción petrolera de sus miembros, eran seguidas con la máxima atención en los países occidentales.

Y muchos países en vías de desarrollo, entre ellos algunos latinoamericanos, decidieron apostar por las exportaciones petroleras y sus ingresos como el medio para suplir su retraso histórico.

En Estados Unidos, donde la industria automovilística se había acostumbrado a producir carros pesados y con un alto consumo de combustible, el público empezó a reclamar modelos más eficientes, una tendencia que se extendió a Europa y otros lugares del mundo. El planeta se llenó de autos más pequeños y económicos.

La constatación de los peligros de la excesiva dependencia en los países árabes también incentivó la inversión e investigación en la búsqueda de fuentes de energía alternativas al petróleo.

El desarrollo de la tecnología de fractura hidráulica ha permitido a Estados Unidos reducir sostenidamente sus importaciones de crudo desde 2005. En 2020, ya importaba menos petróleo del que exportaba.

Pero quizá la región del mundo que se transformó más profundamente fue Medio Oriente.

Especialmente el Golfo Pérsico, donde el encarecimiento del petróleo y las nacionalizaciones llevadas a cabo en la década de 1960 y 1970 convirtió a las monarquías petroleras de la zona (Kuwait, Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos) en receptoras de ingentes ingresos en divisas con las que engrosaron su vasta riqueza actual y cimentaron la prosperidad de la que disfrutan hoy.

Desde entonces Estados Unidos mantuvo una política cordial hacia Arabia Saudita que, hasta muy recientemente, actuó como freno en la OPEP a los planes de recortes de producción que hubieran encarecido el crudo.

La amistad Washington-Riad tambien es hija del embargo del 73. “Todos los presidentes estadounidenses han cortejado a los sauditas, principalmente para asegurar el flujo continuado de petróleo”, afirma Riedel.

Riad afianzó un rol de gran potencia islámica que hasta entonces no había tenido y con el tiempo se erigió en el gran rival del Irán de los ayatolás.

Con el dinero del petróleo mejoró las condiciones de vida de su población, desarrolló sus infraestructuras, fortaleció su ejército y promovió en otros países el wahabismo, la visión conservadora del islam que predomina en Arabia Saudita.

Cincuenta años después, aunque el cambio climático empuja al mundo a abandonar su adicción al petróleo, no se atisba el final de la bonanza para quienes lo producen, cuyas bases se sentaron en la década de 1970, y acontecimientos como la guerra de Ucrania han reafirmado su vigencia empujando de nuevo al alza los precios del crudo.

Hoy, la petrolera saudí Aramco es la segunda compañía más valiosa del mundo solo por detrás de Apple y este año anunció un beneficio récord de US$161.000 millones.