En la cumbre entre Estados Unidos y China de este miércoles en San Francisco, no se debe ignorar la creciente amenaza de una crisis en toda regla en la península de Corea. China sigue siendo la primera parada en el camino hacia la gestión de la carrera armamentista regional y el creciente peligro de que las tensiones puedan conducir a un conflicto.
Cuando el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping se reúnan durante cuatro horas el miércoles antes de la Reunión de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asía-Pacífico en San Francisco, habrá mucho que discutir. Además de la guerra de Rusia contra Ucrania, las tensiones sobre Taiwán y la confrontación en curso en el Mar de China Meridional, el conflicto entre Israel y Hamas y cómo evitar que se intensifique ocupará un lugar destacado en la agenda. Por lo tanto, el tiempo será corto y las discusiones serán difíciles, pero no se debe pasar por alto un tema importante: Corea del Norte.
En el pasado, las cumbres entre Estados Unidos y China a menudo se centraban en cómo evitar el peligro que representa el creciente y cada vez más sofisticado arsenal de armas nucleares y misiles balísticos de Corea del Norte. Una administración estadounidense tras otra –republicanas y demócratas por igual– creyeron que el camino para lograr el objetivo final de Estados Unidos, la desnuclearización de Corea del Norte, pasaba por China, el patrón de Corea del Norte. Todos quedaron decepcionados, aunque todos encontraron puntos en común que ayudaron a gestionar la amenaza, así como tensiones incontroladas que podrían conducir a una segunda guerra de Corea.
Ahora, el endurecimiento de las líneas de batalla geopolíticas, con Estados Unidos de un lado y China y Rusia del otro, ha hecho que la cooperación sea casi imposible. Además, el líder norcoreano Kim Jong-un ha aprovechado plenamente la nueva división, dejando de lado el esfuerzo de décadas de normalizar las relaciones con Estados Unidos iniciado por su abuelo, Kim Il-sung, para unirse a Rusia y China. Esto quedó claro en la reciente cumbre de Kim en Rusia con el presidente Vladimir Putin, los envíos de armas convencionales de Corea del Norte a Rusia para su uso en Ucrania y las especulaciones de que Rusia podría ayudar al desarrollo de armas de destrucción masiva por parte de Corea del Norte.