Dina Boluarte: “los Rolex me los presta un amigo”

Por Redacción dat0s
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Foto: EPA/EFE

La presidenta del Perú sale del paso del escándalo que la sentencia a la condena con un disparate tan impopular como los relojes de lujo.

Hay que fijarse cómo Dina Boluarte llegó a la presidencia del Perú. Después de un exabrupto mayúsculo reemplazó en el primer puesto de mando de la Nación a Pedro Castillo que había intentado cerrar el Congreso porque lo investigaba por corrupción y delitos de su clan familiar. El presidente acabó sus días de jefe de Estado en medio de un escándalo intentando buscar asilo en una embajada amiga. Léase como embajada amiga Bolivia, Argentina (que era gobernada por Alberto Fernández) o en las embajadas de Venezuela, Cuba o Nicaragua.

No le alcanzó a Pedro Castillo y acabó detenido, dejando el cargo vacante para la vicepresidenta que asumió en medio de una descomposición social incendiaria; los movimientos sociales en los que sustentaba su apoyo salieron en manifestaciones violentas a las calles; en los enfrentamientos con las fuerzas del orden público acabó con un centenar de muertos y heridos. Antes de la caída de Castillo, tres de sus antecesores tuvieron que salir por la puerta trasera apuntados por delitos de corrupción y uno decidió quitarse la vida para evitar el escarnio público.

Boluarte fue impopular al asumir el mando, pero con una gran diestra de malabarista consiguió permanecer en el cargo. Había logrado lo que era difícil en un país muy proclive a cambiar presidentes: ganar apoyo del Congreso. Tan angurrienta como los anteriores expresidentes, ni su condición de mujer evitó excesos para quien llegaba accidentalmente a ocupar la presidencia. Relojes Rolex la marearon y comenzó a acumularlos entre las variedades exclusivas de la marca. Al ponerse al descubierto con un vergonzoso allanamiento a su domicilio por agentes de la fiscalía y la policía, la mandataria no tuvo mejor salida que señalar a un amigo a quien se los pedía prestados; cambiando su primera versión de que eran parte de un patrimonio que había acumulado con esfuerzo y trabajo.

Dina Boluarte saltó al primer puesto de mando del Perú sorteando hábilmente un centenar de muertos tras la caída de Castillo, la excarcelación del expresidente Alberto Fujimori e informes negativos de derechos humanos; empero, ninguno tan absurdamente evitable como los Rolex que le confería el mismo aire con que el resto de expresidentes peruanos sucumbieron al poder.