La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del martes inyecta profundas incertidumbres en las perspectivas económicas de Estados Unidos que podrían alterar el cálculo de la política de la Reserva Federal en los próximos meses, al tiempo que renueva las dudas sobre la intensidad con la que el presidente electo podría presionar al banco central durante su segundo mandato en la Casa Blanca.
En su campaña, Trump prometió aplicar aranceles de manera más agresiva contra los socios comerciales de EE.UU., deportar a millones de inmigrantes indocumentados y ampliar los recortes de impuestos que implementó en 2017. Esas políticas, si se promulgan, podrían poner presionar al alza sobre los precios, los salarios y el déficit federal, según muchas estimaciones.
Ello complicaría la labor de la Fed, en momentos en que los funcionarios intentan reducir la inflación hasta el objetivo del 2% y, al mismo tiempo, proteger el mercado laboral. En medio de esa delicada tarea, el banco central podría caer bajo un incómodo foco político si Trump sigue su patrón anterior de atacar públicamente al presidente de la Fed, Jerome Powell.
Se espera que las autoridades monetarias bajen este jueves su tasa de interés de referencia en un cuarto de punto porcentual, tras el recorte de medio punto de septiembre. Los funcionarios proyectaron una reducción más de un cuarto de punto este año, en diciembre, y un punto completo adicional de recortes en 2025, según la mediana de las estimaciones publicadas en septiembre.
Sin embargo, los responsables de la política monetaria ahora pueden abordar la cuestión de cuándo y cuánto recortar las tasas con más cautela mientras evalúan cómo las propuestas económicas de Trump se convertirán en políticas concretas, sostiene Derek Tang, economista de LH Meyer/Monetary Policy Analytics.
“En cierto sentido, podrían pensar que podríamos tener un mayor riesgo de inflación en los próximos años con aranceles o una menor inmigración”, afirmó Tang. “Su psicología podría ser: ‘Al reducir un poco más lentamente, eso nos da un poco más de tiempo para observar lo que realmente está sucediendo con las expectativas de inflación y el mercado laboral’”.
Es casi seguro que Powell enfrentará preguntas sobre cómo afectan las elecciones a las perspectivas de la Fed cuando ofrezca una conferencia de prensa el jueves a las 2:30 p.m. tras la reunión de esta semana del Comité Federal de Mercado Abierto.
El presidente de la Fed fue con frecuencia blanco de la ira de Trump durante su primer mandato presidencial. Y esos ataques continuaron. En agosto, Trump dijo que Powell había tomado decisiones políticas “un poco demasiado pronto y un poco demasiado tarde”.
Tener voz y voto
Trump también ha dicho que cree que los presidentes deberían tener “voz y voto” sobre la política de tasas de interés de la Fed, y sugirió que las autoridades monetarias actuaron por razones políticas cuando bajaron las tasas en medio punto porcentual más de lo habitual en septiembre.
En una entrevista en octubre con el editor en jefe de Bloomberg News, John Micklethwait, Trump posteriormente dijo que no cree que deba ordenar a la Fed qué hacer, pero tiene derecho a comentar sobre la dirección de las tasas de interés.
No obstante, toda su retórica ha avivado las especulaciones de que podría tratar de limitar la autonomía de la Reserva Federal y acabar con una práctica de décadas que permite al banco central dirigir la política monetaria con independencia del Poder Ejecutivo. Durante el primer mandato de Trump, estudió la posibilidad de despedir a Powell, una medida sin precedentes y legalmente cuestionable, según expertos jurídicos.
La Reserva Federal está rodeada de barreras que podrían protegerla de interferencias presidenciales. Los nominados a presidente de la la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal deben ser confirmados por el Senado y, por ejemplo, las comisiones del Congreso supervisan al banco central. Powell y otros funcionarios han asegurado en repetidas ocasiones a la opinión pública que su objetivo es mantenerse al margen de la política partidista y que no tienen en cuenta consideraciones políticas a la hora de establecer la política monetaria.
Sembrar dudas
Aun así, las críticas públicas y expresas de un presidente a la Fed pueden sembrar dudas, señaló Sarah Binder, profesora de ciencias políticas de la Universidad George Washington.
“Es cierto que existe esa independencia estructural”, afirmó Binder. Pero “ningún grado de aislamiento estructural puede protegerla si la gente empieza a dudar de que va a hacer lo que dice que va a hacer”.
Algunos asesores de Trump han rechazado las preocupaciones de que podría tratar de inmiscuirse en la Fed.
“Mi impresión: no quiere estar en la sala. Solo quiere ser una voz que se escuche”, sostuvo Scott Bessent, uno de los principales asesores económicos de Trump y director ejecutivo del fondo de cobertura Key Square Group. “Él entiende que la independencia del banco central ancla las expectativas de inflación a largo plazo, lo que ancla las tasas a largo plazo”, dijo en octubre durante una entrevista con Bloomberg News.
Kevin Hassett, que fue presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca durante el primer mandato de Trump, señaló en una entrevista con Goldman Sachs publicada en octubre que las sospechas de coordinación entre la Fed y el Poder Ejecutivo “deberían tomarse en serio, y la próxima administración debería elegir un liderazgo neutral de la Fed”.
La forma más directa de Trump de influir en la Fed vendrá a través de los nombramientos de personal clave en los próximos años. Ya ha dicho que no volverá a nombrar a Powell, cuyo mandato como presidente termina en mayo de 2026. El mandato de la gobernadora de la Fed Adriana Kugler finaliza en enero de 2026, mientras que el puesto de gobernador de Powell se abre en enero de 2028. Trump tendrá la oportunidad de nombrar a personas para cada uno de esos puestos.