Lo de ayer ha sido alarmante, un ejercicio lamentable de lo que vendrá. Una desproporción. Vayamos ordenando los hechos. El discurso del presidente del TSE en la mañana antes de que arranque la votación de las judiciales en el que claramente dijo que este proceso es un cúmulo cuantificable de errores (unos votan otros no, algunas regiones si otras no; el voto universal se hace trizas). Las elecciones, siguiendo su premonición (la del presidente del TSE) han derivado en una imposición; el descrédito de la matriz electoral. El mismo (presidente del TSE) ha puesto en raya que la institucionalidad de votación (el sistema electoral) está herido de muerte. Urgió lo imposible. “No voten ni nulo ni blanco”; el punto muerto, la inflexión.
Los bolivianos salimos a votar este domingo 15 de diciembre el coma profundo en el que se debate la ilustración de las leyes, la democracia y el conocimiento. Ayer salimos a votar para legitimar la intolerancia, la ignorancia, el atropello de que quienes claramente tienen la consigna de perpetuarse en el poder.
La metáfora
“Imagínate que hay un avión con 40 monos y dos pilotos que está yendo contra el suelo en picada. Y como solución se propone hacer una votación para ver quién debería coger los mandos del avión. Obviamente los dos pilotos con sentido común y conocimiento sostienen que son ellos quienes deberían coger el avión para remontarlo, pero sin embargo los monos que están muy ocupados quitándose los piojos unos a otros, votan que debe ser el jefe de los monos quien debe coger los mandos del avión y remontarlo. Como los monos son mayoría, ganan la votación, el líder de los monos coge el mando del avión y como obviamente no tienen ni puta idea se estrella y se matan todos. La democracia no funciona cuando la mayoría de la población son monos”, testimonio de un bloguero español de 19 años sobre el valor del voto.