Tomar partido activo contra la destrucción del gran ecosistema fluvial amazónico.
Si la destrucción de la Amazonia sigue en los niveles de 2024 en 2080 la selva amazónica habrá desaparecido. La afirmación corresponde a Marina Silva, ministra de Medio Ambiente de Brasil y activista contra la globalización. Pero más allá de la deforestación por los incendios en la selva que integra cinco países en AL, la destrucción de la arqueología también avanza borrando la huella sobre la historia de esa amenazada región, tan central en el debate medioambiental moderno. En la visión actual de los arqueólogos que trabajan en la zona, imbuidos de una conciencia activista tan innovadora como la tecnología que emplean, la Amazonia no es ya un paraíso o un infierno verde vacío de gente y lleno de misterios y leyendas, sino un lugar que reclama su espacio en la historia y que sus habitantes modificaron revolucionariamente a lo largo de milenios influyendo decisivamente en su entorno con grandes innovaciones y decisiones culturales.
La Amazonia que la imaginación (a menudo interesada) pobló de seres míticos —desde su propio nombre—, de feroces fieras e innumerables peligros, de indios salvajes y primarios y de fabulosas ruinas olvidadas de civilizaciones venidas de no se sabe dónde (incluso de la Atlántida y del espacio), abandona poco a poco los clichés para salir a la luz de un nuevo relato real y científico. Un relato en el que, curiosamente, las maravillas no son menores. Cierto, no existieron las ciudades perdidas de El Dorado, Akakor (la Akator de Indiana Jones) o Z, en cuya búsqueda desapareció en la Serra do Roncador en 1925 el coronel Percival Fawcett (una de las influencias en la creación del arqueólogo cinematográfico de George Lucas), pero los arqueólogos están descubriendo “el urbanismo” en medio de la selva, conectadas entre ellas por carreteras y en las que se llevaron a cabo decisivos avances civilizatorios.
Carla Jaimes Betancourt, investigadora boliviana de la Universidad de Bonn, y Heiko Prümers, del Instituto Arqueológico Alemán, fueron galardonados con el prestigioso premio “Field Discovery 2023”, otorgado por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Shanghái. Entre 131 candidaturas de todo el mundo, su investigación, titulada “Urbanismo prehispánico de baja densidad en la Amazonía boliviana”, fue elegida por su “importancia académica” y “excepcional contribución a la arqueología”.
Un descubrimiento excepcional
En octubre de 2019, la colaboración entre el Instituto Alemán de Arqueología, la Universidad de Bonn y la Universidad de Exeter permitió “escanear”, con la tecnología Lidar (del acrónimo inglés LiDAR, light detection and ranging), seis grandes áreas en los Llanos de Moxos (Beni) que cubren un extenso espacio de 204 km. La información reveló asentamientos de hasta 300 hectáreas de superficie correspondientes a una sola cultura, a la que los arqueólogos denominaron Casarabe, por el nombre del pueblo más cercano a los sitios estudiados.
Los datos también mostraron que estos centros cívico-ceremoniales, con una impresionante arquitectura, desafía la comprensión de la complejidad sociopolítica de la región, lograron confluir en un paisaje urbano de baja densidad con una extensión de 4.500 km2, además de la existencia de sistemas de gestión de agua sin precedentes en los Llanos de Moxos.
Todo ello evidencia una sólida red social y un interés temprano en la regulación del agua y la salud ecológica de la cuenca amazónica, así como una compleja planificación urbana sin precedentes en las tierras bajas de Sudamérica. El descubrimiento remarca la importancia de los Llanos de Moxos como una de las regiones con mayor densidad de sitios arqueológicos de toda la cuenca amazónica, y al mismo tiempo desafía paradigmas e insta a conservar el patrimonio biocultural amazónico en vías de desaparición mediante políticas públicas enfocadas en la conservación de este importante legado para las futuras generaciones.
Excavaciones en los Llanos de Moxos ´Loma Mendoza´ y ´Loma Salvatierra´
Las primeras exploraciones de este descubrimiento se remontan a 1999. Aquel año, siguiendo los pasos de Erland Nordenskiöld y de otros arqueólogos pioneros en la investigación en los Llanos de Moxos (Beni), Jaimes y Prümers se dieron a la tarea de excavar en el asentamiento conocido como Loma Mendoza, al sur de Trinidad (Bolivia). Durante cuatro años exploraron este sitio antes de trasladarse a la Loma Salvatierra, ubicada a unos tres kilómetros al noreste, donde continuaron excavando durante otros tres años.
En ambos lugares descubrieron una gran abundancia de cerámica finamente elaborada, artefactos de huesos de animales, tumbas, restos óseos y otros vestigios. Adicionalmente, a través de técnicas de teledetección y reconocimiento de campo, identificaron 189 grandes sitios monumentales, conocidos localmente como “lomas”, 273 sitios más pequeños y cerca de 1.000 km de canales y calzadas.
Gracias al análisis minucioso de los restos arqueológicos y otros datos recabados durante más de 10 años, los arqueólogos llegaron a la conclusión de que esta región había sido ocupada de manera continua al menos durante un milenio (500 – 1400 d.C.) por al menos cinco tradiciones culturales.
De igual manera lograron determinar que los sitios monumentales correspondieron no solo a centros ceremoniales, sino también a sitios residenciales habitados todo el año por personas que cultivaron diversos alimentos, entre ellos el maíz (su principal alimento), la yuca, camote, zapallo, ajíes, entre otros, y que complementaban su dieta con la caza y la pesca.
A pesar de estos avances, las limitaciones logísticas de la cartografía en entornos forestales tropicales impedían obtener una visión completa de la extensión de estos asentamientos. Situación que sin embargo cambió gracias a la introducción de LiDAR en el campo de la arqueología a partir de 2005. Con esta tecnología, que utiliza rayos infrarrojos que penetran en el bosque y la cubierta de los suelos revelando lo que se encuentra debajo, los arqueólogos comenzaron a vislumbrar la verdadera dimensión de las culturas prehispánicas en los Llanos de Moxos, al igual que en otras regiones del mundo.
Los escaneados LiDAR en 3D no sólo pueden hacer visibles los yacimientos individuales, sino que, incluso pueden proporcionar pruebas de todas las intervenciones humanas en su entorno hasta el final del uso prehispánico. Hoy en día esta tecnología permite no solo documentar yacimientos arqueológicos, sino también idear y defender políticas públicas que garanticen la conservación del notable patrimonio cultural perteneciente a los pueblos indígenas de la Amazonía.