El cinismo del presidente Arce

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Luis arce, conferencia sobre escasez combustibles
Foto: Erbol

Cuando hace por lo menos 10 años entrevisté al presidente Arce se reía con cinismo festejando a los detractores del modelo económico productivo y el puesto expectante que ocupaba como uno de los mejores ministros de la región. El destino le sonreía y él no ocultaba su orgullo como lo haría cualquier hombre exitoso que contribuye con su aporte el destino de un país. Me pareció estridente de cómo habiendo ocupado desde ese puesto el directorio de varias empresas estatales (BoA y YPFB), hacía alarde de su capacidad hablando de un modelo que construía lentamente su fracaso. Estaba manipulando el destino y la información con la que trataba al periodista.

Ayer después de escuchar su discurso quedé profundamente convencido de que había llegado el día y la hora para reconocer su fracaso. La capacidad de reconocer que el puesto para el que había sido elegido le quedó demasiado grande para seguir burlándose del país con mentiras, probablemente no tan cínicas como aquella primera vez.

Cuando terminó al cabo de 15 minutos su mensaje a la nación, tuve la sensación de que no existe la solución posible a ese cinismo descarnado que personifica y que su presidencia tiene esa espuria consecuencia cuando pide que seamos fuertes, en realidad lo que está haciendo es comportarse como un déspota en la simplificación (ambición) de ver el dolor como algo natural en lugar de decir la verdad y hacernos sentir bolivianos.

Es curioso que un presidente use los micrófonos para dirigirse al pueblo al que le debe todo para engañarlo con discursos que hace 20 años suelen ser una triste tradición de la política boliviana (la mentira). Lo novedoso es que quien usa el aparato del Estado contra los críticos es alguien que dice que quiere destruir al Estado. Será que, antes de destruirlo, pretende usarlo para destruir a quienes se atrevan a enfrentarlo.

Luis Arce Catacora se ríe cuando le cuentan del caos de las colas para cargar un tanque de gasolina para quien vive transportando pasajeros en lugar de hacer cinco rutas deba conformarse con 2 y reducir sus ingresos a más de la mitad con una inflación que ha superado el 30%. Ayer mismo tuve la oportunidad de viajar en el transporte público que cubre la ruta Trinidad – San Ignacio de Moxos; el conductor me contaba que lo que hacía antes ya no alcanza ahora y que sus ingresos se han reducido y literalmente sobrevive. Esa es la realidad penosa de quienes trabajan a diario y deben llevar el pan del día a sus familias. Esa realidad no le importa a Arce y sus contactos que resuelven incluso por encima de lo sagrado seguir negociando con la crisis del pueblo.

El apriete estatal contra los opositores y los periodistas que caracterizó los 13 o 14 años del gobierno de Morales, hoy se ha vuelto en el apriete contra el propio pueblo con herramientas de castigo que les priva en pan y eso es sumamente grave cuando no se quiere ver la realidad (de donde salen los fondos para sostener el aparato oficial de trolls que sostienen las mentiras). Jamás quise personalmente aceptar que Bolivia se encamina a una Venezuela autoritaria o al modelo autoritario cubano, pero el país está en la puerta y si no se hace algo, estamos al borde de un despropósito de insensatez y cinismo.

El patoterismo como política de Estado es riesgosa. No solo para la sociedad, sino para los propios patoteros.


“Periodismo es
algo que alguien no quiere que se publique, el resto es relaciones públicas”.

George Orwell
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