
“No es nuestro destino allanar el fascismo”, dijo. El mandatario pide a Evo renunciar a la postulación para encontrar un factor de unidad en el MAS, que bien podría llamarse Andrónico Rodriguez, el mejor posesionado, según las encuestas, pupilo del líder cocalero y expresidente.
Coherente, si así se puede llamar, el presidente Arce ha declinado su reelección a la presidencia, dejando el camino abierto para varias interpretaciones sobre su convocatoria a la unidad que ayer argumento como el punto central de su decisión. Un grupo de su entorno ya barajaba esa posibilidad ante la crisis que del país introyectada en el corazón mismo de su gobierno, él la cabeza responsable. Arce llegó a tomar esa decisión consciente de que el apoyo a su gestión se había debilitado en todos los flancos. El vendaval de los últimos meses tomó forma de huracán con precios que se han disparado en algunos casos tres veces de su valor nominal, afectando a los que él y su esquema dicen defender, a campesinos, obreros y la clase trabajadora que de dependen de un salario para su subsistencia. Por otro lado, sin embargo, ha gobernado favoreciendo a las organizaciones sociales de su entorno, cooperativistas mineros y a grupos sindicalizados que se aferraron junto con él en apariciones públicas para respaldar su administración. La desdibujada Central Obrera Boliviana (COB), pivote de la lucha de los trabajadores antaño, se convirtió en una sucursal mal diseñada de activistas del gobierno y así se pueden citar a muchos otros integrantes de su mesa “grande”.
La renuncia a su reelección lleva puesta varias lecturas
La unidad del MAS que convoca en su punto más álgido, ha sido vista como una estrategia electoral para facilitar que las piezas encajen nuevamente. Su distanciamiento con Evo Morales considerada por los militantes evistas -que hasta ayer era una traición al “jefe”- ha tomado otra lectura: la de renunciamiento, que abre un pleito electoral con más posibilidades de encontrar a un candidato salvador que derrote a la “derecha” que, vista desde la perspectiva del régimen, ofrece un espectáculo no menor de intereses, listas negras y peleas entre ellos, que no hacen sino erosionar la posibilidad de su victoria en las urnas.
Si hasta ayer se hablaba entre algunos dirigentes de Evo de que las elecciones no se realizarían si no se acepta su candidatura; los ataques de uno de sus hombres fuertes, Juan Ramón Quintana, que reapareció con el mismo odio atacando a uno de los candidatos de la oposición, es un claro detonador de esa estrategia. Arce, entretanto, siguiendo esa línea, señaló anoche que “el enemigo principal es el imperialismo y la derecha que afila sus colmillos cuando nos dividimos. No es nuestro destino allanar al fascismo, me niego rotundamente”.
La simbiosis de los grupos del MAS enconados en disputas, es el agravante de su resurgimiento como fuerza política. Con o sin Evo, la decisión del presidente Arce de alejarse de la contienda electoral, aclara un panorama más que incierto, plagado de incoherencias e inestabilidad; del triste espectáculo que nos ofrecen oficialistas y opositores.