Derechos, identidad y la búsqueda de convivencia con la IA 

Inteligencia Argentina
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Tilly Norwood, Inteligencia artificial

La industria del entretenimiento global se encuentra en un punto de inflexión, redefiniendo el papel del creador humano frente al imparable avance de la Inteligencia Artificial (IA). Dos recientes episodios, uno en el ámbito musical y otro en Hollywood, ilustran esta tensa pero necesaria conversación: la negociación de acuerdos de licencia entre las grandes discográficas y las empresas de IA, y la polémica generada por la presentación de Tilly Norwood, la primera actriz virtual. En el centro del debate, la pregunta clave es cómo proteger el rol esencial del artista y asegurar que la tecnología sirva como herramienta y no como sustituto de la expresión humana.

 La batalla por la compensación y el control

Las principales discográficas del mundo –Universal, Warner y Sony– han pasado de la confrontación legal a la mesa de negociación con startups de IA generativa como Suno y Udio. Estas conversaciones buscan sentar las bases de un nuevo modelo de compensación en la era digital.

El principal reclamo de las discográficas, que actúan en representación de sus artistas, es doble: ser compensados cuando la música con derechos de autor se utilice para entrenar modelos de IA y recibir regalías cuando la IA genere nuevas composiciones utilizando ese material. Se propone un sistema de pago similar al del streaming, donde cada uso o generación de una canción active un micropago.

Para lograr esto, las discográficas exigen la implementación de tecnología de atribución y huellas dactilares (como la identificación de contenido de YouTube) que permita rastrear el uso exacto de las obras. Este mecanismo es crucial para garantizar no solo los intereses económicos de las empresas, sino también los derechos morales y de autoría del artista humano.

Además, el sindicato de actores y artistas musicales en Estados Unidos, SAG-AFTRA, ha logrado un acuerdo pionero con las grandes discográficas para limitar el uso de la IA en la voz de los intérpretes. Este acuerdo establece que los términos “artista” o “cantante” solo se aplicarán a seres humanos y que cualquier replicación digital de voz requerirá un consentimiento explícito y por escrito del artista, acompañado de una compensación y detalles específicos de su uso.

Estos movimientos demuestran que, si bien la tecnología avanza, la industria busca establecer barreras éticas y contractuales que obliguen a la innovación a reconocer y pagar el valor del trabajo humano preexistente.

Hollywood: la polémica de Tilly Norwood y el valor de la experiencia humana
En el ámbito cinematográfico, la controversia se encendió con la presentación de Tilly Norwood, una actriz virtual generada por Inteligencia Artificial, que incluso ha sido objeto de conversaciones con agencias de talento en Hollywood. Creada por la actriz y comediante holandesa Eline Van der Velden, Tilly Norwood se presenta con una biografía, una presencia activa en redes sociales y un realismo fotográfico que “asusta” a muchos, en palabras de estrellas como Emily Blunt.

La reacción de la comunidad artística, incluyendo a su poderoso sindicato SAG-AFTRA, fue de rechazo contundente. El argumento central de los actores es que la IA amenaza con la sustitución de intérpretes humanos y socava la esencia misma de la actuación. Actrices como Mara Wilson (de Matilda) cuestionaron si los desarrolladores no podían “contratar a ninguna” de las cientos de mujeres cuyos rostros se utilizaron para crear a Tilly.

El sindicato y numerosos artistas destacan que la actuación va más allá de la replicación visual: se trata de la experiencia vital, la empatía y la capacidad de transmitir emociones genuinas.

Ambos casos convergen en un punto esencial: la necesidad de afirmar y proteger el rol único del artista humano.

La tecnología, si bien puede optimizar costos y generar contenido en volumen, carece del elemento más valioso y difícil de monetizar: la conexión humana, la autenticidad y la expresión de la vida. El acuerdo musical busca compensar la materia prima humana (la música original), mientras que la polémica de Hollywood defiende la identidad y la interpretación humana como el valor intrínseco.

La ruta hacia adelante no parece ser la prohibición total, sino la convivencia ética y regulada. Los acuerdos alcanzados y las negociaciones en curso son un llamado a la industria a concebir la IA como una herramienta poderosa para la amplificación, y no para el reemplazo.

En esta nueva era, el artista se convierte en un curador, un proveedor de identidad y un guardián de la autenticidad. La batalla legal y ética en curso no solo definirá el futuro de las regalías, sino que también establecerá si el arte, en su forma más conmovedora, seguirá siendo un reflejo innegable de la humanidad.


"La realidad no ha desaparecido, se ha convertido en un reflejo"

Jianwei Xun
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