Los problemas financieros del Barcelona y el vencimiento del contrato de su estrella han dejado al club en un aprieto. Y la única solución —unos 200 millones de euros en recortes salariales—no será fácil.
Cuando Lionel Messi abandonó la cancha a última hora de la noche del sábado tras la final de la Copa América, el capitán de Argentina —uno de los deportistas más célebres de la historia— era, por fin, campeón con los colores de su país.
También estaba, a pocas semanas de cumplir 34 años, desempleado.
El talento de Messi nunca se ha puesto en duda. El seis veces mejor jugador del mundo, está entre los más destacados jugadores de su generación o de cualquier otra. Sin embargo, su futuro profesional, e incluso su capacidad para llevar el uniforme del F.C. Barcelona la próxima temporada, está de pronto muy en duda.
Messi quiere quedarse en el Barcelona, el único hogar profesional que ha conocido, y el Barcelona desea desesperadamente retenerlo. Pero la grave situación financiera del club y una serie de decisiones fatídicas de la dirección del equipo —incluida la de dejar que el contrato de Messi expirara a finales de junio, algo potencialmente desastroso— han puesto en peligro la que tal vez sea la asociación más exitosa entre un club y un solo jugador en la historia del fútbol.
Y la presión de las estrictas normas financieras del fútbol español, se está intensificando cada día más.
Messi no ha dicho nada sobre la situación de su contrato durante el último mes, cuando llevaba a Argentina a la victoria en la Copa América de Brasil. Y el nuevo presidente del Barcelona, Joan Laporta, ha intentado dar una apariencia de confianza. “Todo va por buen camino”, dijo a los equipos de prensa que acamparon frente a sus oficinas la semana pasada, cuando él y otros ejecutivos del Barcelona se reunieron en busca de una solución.
Pero el problema es que el futuro de Messi puede no estar ya en manos del jugador, ni de su club. Las normas de la liga española limitan el gasto de cada club a un porcentaje de los ingresos del mismo, y los responsables de la liga han dicho en repetidas ocasiones que no van a debilitar sus normas para beneficiar al Barcelona, que está muy por encima de ese límite.
En resumen, si el Barcelona no logra recortar 200 millones de euros, o unos 240 millones de dólares, de su gasto salarial este verano —una suma casi imposible en una economía futbolística destrozada por la pandemia— no se le permitirá inscribir a ningún nuevo jugador, incluido Messi, para la próxima temporada. (La decisión del Barcelona de permitir que el contrato de Messi expirase el mes pasado significa que ahora debe ser registrado como un nuevo fichaje, en lugar de una renovación, lo que habría sido más fácil).
Una ruptura entre Messi y el Barcelona sería sísmica para ambas partes. Messi ha sido el centro de atención del Barcelona durante casi dos décadas, el arquitecto de gran parte de su éxito en el campo y el motor de su poderío financiero fuera de él.
Pero si bien el Barcelona ha recaudado dinero a una velocidad impresionante en los últimos años —en 2019 se convirtió en el primer club en superar los mil millones de dólares en ingresos anuales—, también ha gastado con aún más presteza, viviendo la vida al límite financiero mediante una gestión impulsiva, decisiones precipitadas y contratos imprudentes. El contrato más reciente de Messi, de cuatro años de duración, si cumplía todas las cláusulas y condiciones, tenía un valor de casi 675 millones de dólares, una suma tan inmensa que afectó a los salarios de todos sus compañeros de equipo, alimentando una nómina que ahora se come las tres cuartas partes de los ingresos anuales del Barcelona.
Ahora, con deudas de más de 1000 millones de euros y pérdidas de cientos de millones de dólares, el Barcelona se esfuerza por equilibrar sus cuentas de una manera que se ajuste a las normas de la liga.
Por supuesto, el Barcelona se encuentra al borde del abismo en parte a causa de Messi. Sus pérdidas en los últimos dos años han superado los 500 millones de dólares, en gran parte debido a ricos contratos como el que la anterior administración del Barcelona le dio a Messi en el otoño de 2017.
Los detalles del acuerdo de 30 páginas, que se filtró a un periódico español, son un testimonio de la afición del Barcelona por vivir al límite: un salario de unos 1,4 millones de dólares a la semana. Una bonificación por firmar de 139 millones de dólares. Un bono de “fidelidad” —a un jugador que emplea desde los 13 años— de 93 millones de dólares.
Un nuevo contrato, que aún no se ha completado, requerirá casi con toda seguridad que Messi, uno de los deportistas más valiosos del mundo, acepte un recorte salarial considerable.
Víctor Font, uno de los candidatos perdedores en las elecciones presidenciales de este año, dijo que le sorprendía que el equipo aún no hubiera hecho los arreglos financieros necesarios para mantener a Messi. Pero, al igual que Laporta, dijo estar convencido de que Messi seguirá en el club.
“La alternativa sería una decepción tan grande que no puedo pensar que haya una alternativa”, dijo Font en una entrevista telefónica.
El equipo no está recibiendo ninguna consideración, ni trato preferencial, de la liga española. Javier Tebas, director general de la liga, dijo a los periodistas esta semana que el Barcelona es quien tiene la culpa de su crisis financiera. Sí, dijo a los periodistas, la pandemia de coronavirus ha golpeado las finanzas del equipo, pero otros equipos —en particular el archirrival del Barcelona, el Real Madrid— han encontrado maneras de operar dentro de las reglas de la liga.
La cuestión, según Tebas, es que el Barcelona no tiene margen de maniobra. La liga calcula diferentes límites para cada equipo en función de las declaraciones de ingresos de cada club, pero limita el gasto al 70 por ciento de los ingresos.
“No es normal que los clubes gasten hasta el último euro del límite salarial”, dijo Tebas.
No solo el destino de Messi pende de un hilo. El Barcelona ya ha anunciado los fichajes de su amigo y compañero de la selección argentina Sergio Agüero para la próxima temporada, así como los del delantero holandés Memphis Depay y el zaguero de la selección española Eric García.
Los tres llegaron como agentes libres, lo que significa que el Barcelona no tuvo que pagar cifras multimillonarias a sus antiguos clubes por su traspaso, pero la Liga no inscribirá a ninguno de ellos, ni a Messi, hasta que el club haga antes un profundo recorte de sus gastos.
En un intento por crear un margen de maniobra financiero, el club ha estado trabajando frenéticamente para deshacerse de jugadores, rompiendo contratos con talentos marginales y negociando las salidas de algunas de sus otras estrellas. Sin embargo, conserva a los talentos mejor pagados, y con el mercado de fichajes desinflado por los efectos persistentes de la pandemia, es poco probable que reciba ofertas significativas de los rivales por jugadores que esos equipos saben que necesita vender.
En su lugar, el Barcelona podría verse obligado a vender a jugadores clave —el portero alemán Marc Andre ter Stegen, el mediocampissta holandés Frenkie de Jong e incluso Pedri, la última estrella del Barcelona criada localmente, serían los que más rendimiento obtendrían— para poder llegar a fin de mes.
Font dijo que esperaba que el Barcelona diera prioridad al fichaje de Messi, incluso si eso significaba que algunos de los nuevos fichajes del equipo, u otros jugadores clave actualmente bajo contrato, tuvieran que irse.
“Es una cuestión de intercambios”, dijo Font. “Puede que no se fiche a otros jugadores, pero no se priorizará a otros sobre Messi”.
Pero si, como es probable que suceda, el Barcelona no logra hacer los recortes necesarios, se encontrará en otro aprieto. Según el reglamento de la liga española, un equipo solo puede gastar en nuevos contratos una cuarta parte del dinero que recibe por la venta de jugadores. Eso significa que, aunque pueda liquidar decenas de millones de dólares, solo tendrá una fracción de ese total disponible para fichar a Messi, o a cualquier otro.
¿Podría lo impensable —que el Barcelona pierda a Messi gratis— ser inminente? Tal vez. Pero la Liga dijo la semana pasada que no habría excepciones, ni reglas especiales para mantenerlo en España.
“Por supuesto que queremos que Messi se quede”, dijo Tebas, el director general de La Liga. “Pero cuando diriges una liga no puedes basar las decisiones en jugadores o clubes particulares”.
Tariq Panja cubre algunos de los rincones más oscuros de la industria deportiva mundial. También es coautor de Football’s Secret Trade, una denuncia sobre la multimillonaria industria del comercio de jugadores de fútbol. @tariqpanja.