Los textiles originarios entre los que se incluye el de las milenarias culturas aimara y quechua, están amenazados. A esta conclusión llegaron tejedoras que plasman sus vivencias diarias en sus bordados que son elaborados con diferentes técnicas ancestrales. El tejido es considerado un arte porque las comunidades se expresan a través de él con figuras simbólicas bordadas a mano o con diferentes instrumentos.
Las productoras señalan que los extranjeros no solo se llevan los productos, los imitan y los califican como propios; sino también utilizan material sintético para elaborar desde el ancestral aguayo, chompas y otras prendas que tienen un gran significado y valor artesanal. Dat0s conversó con tres artesanas de diferentes municipios y comunidades que explican los diferentes aspectos de este arte milenario.
Roberta Quispe Mamani, es una de las mujeres artesanas de la Comunidad Indígena Jathun Ayllu Amarete quien además de pertenecer al grupo de mujeres que creó la marca de tejidos Kallawaya, pudo sacar su tienda en línea -con alianzas- para impulsar las ventas de su comunidad. “Plasmamos las características de nuestro ecosistema en nuestros tejidos, lo que vemos o nos rodea en nuestro diario vivir lo ponemos como figuras textiles en nuestra artesanía. El arte textil Kallawaya tiene mucho simbolismo y significado en el uso de los colores, la iconografía, que se usa en cada prenda los diseños en base a las vivencias diarias y que sirven para diferenciarnos entre sectores y comunidades.”, explica Roberta.
La comunidad Amarete relaciona todos sus productos, vestimentas creencias con lo autóctono; se relaciona al lugar donde viven, porque los colores que utilizan se refleja en lo que les rodea. Este sector utiliza las ropas que ellos mismos elaboran con lana de alpaca u oveja de color negro. Negro, porque desde sus antepasados le daban mucho valor a la tierra donde producían los alimentos. Y decían que el color debajo de la tierra era negro. Roberta añade que también depende del clima el color de vestimenta que elaboran; para carnavales o época de lluvias utilizan -más que todo los hombres- ponchos verdes, cosa que en época de helada no se puede usar.
Su propia vestimenta tiene un significado propio de cada comunidad que los diferencia también por sectores. “Nosotros nos diferenciamos todos los municipios por colores por eso varia y los colores dependen del lugar donde viven. Por ejemplo, en los valles del sector Curva usan rojo o verde, eso sí, nosotros elaboramos nuestras ropas”.
La marca Kallawaya de la que es responsable, surge de la cultura Kallawaya que fue declarada por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad en el año 2003. Entre las posibles traducciones de su nombre está la de kalliawayai, que significaría ‘iniciado’. Esta marca utiliza la iconografía ancestral de esta cultura en sus productos. Las mujeres tejedoras de la comunidad los elaboran a mano y los ponen a la venta tanto en su tienda física como virtual.
“Nuestra iconografías tiene significado y ahora está siendo reconocido por la gente. Con las tiendas que tenemos estamos expandiendo nuestros diseños en diferentes artículos ya no solo en nuestra ropa o nuestros aguayos, ahora están en mochilas, carteras, zapatos. Este nuestro aguayo, por ejemplo, nos tomó un año tejerlo”, afirma Roberta Quispe.
Deysi Condori es proveniente del municipio de Viacha y forma parte de la Asociación Artesanal de mujeres emprendedoras de Bolivia. Ella señala que para su comunidad lo más significante de todos los tejidos artesanales que realizan es el aguayo. “Gracias a mi abuelita he aprendido a tejer aguayo… me decía; yo te voy a enseñar, con eso vas a vivir, eso vas a ser tú profesional. Entonces, ahora yo dicto cursos, viajo a todo lado a tejer o coser. A mis hermanas de otras comunidades yo les enseño a tejer”.
En el mundo andino de los tejidos el aguayo es originario de la región lacustre en el altiplano boliviano. En sus inicios la confección de textiles utilizaba fibras naturales de llama, alpaca, oveja y se los teñía con tintes naturales. Con gran desconcierto Deysi Condori afirma que en la actualidad ya existe el aguayo industrial de material sintético. “Mi abuela me decía nunca compres aguayo de la calle, vos tienes tus manos, tienes que hacerte tu propio aguayo. Los abuelos te enseñaban a hilar y tejer”.
Para la comunidad de Deysi el aguayo aún tiene un profundo contenido simbólico, que representa fundamentalmente el espacio andino la pampa (el espacio abierto, por tanto, de un color homogéneo) y el pallay (que serían las áreas cultivadas que representan, los surcos, a través de las líneas rectas de distintos colores). El arqueólogo, Jedu Sagarnaga, define awayu, ahuayo o jawayu como un tejido rectangular multicolor que sirve para cargar a niños u objetos en la espalda.
La perfección del tinte y los usos del aguayo
Deysi Condori comenta que el tinte es un proceso igualmente ancestral. “Antiguamente no existían los tintes por lo que nuestros antepasados utilizaban sal, limón, raíces de plantas, cebolla, para luego tejer el aguayo en el piso”. Con el correr del tiempo estas técnicas se han perfeccionado. Las comunidades enviaron sus teñidos a Italia. “La práctica había sido la clave y hemos encontrado los colores”.
El uso del aguayo es múltiple desde cargar a los hijos, llevar objetos, meriendas, etc. Deysi añade que también se usa el aguayo en la rutucha, en el matrimonio, en el parto. “Para nosotros no es cualquier cosa cargarse el aguayo, para nuestra comunidad cargarse el aguayo significa que estamos cargando toda nuestra base de la comunidad”.
Eugenia Puño Ramírez, es perteneciente de la provincia Muñecas. A diferencia de Deysi y Roberta ella nos explica el proceso de elaboración de los tejidos que sacan a la venta en ferias o exposiciones. “En primer lugar nosotros sacamos la lana de la alpaca, luego lo lavamos, con la puska, lo hilamos y después le ponemos el color, con los tintes naturales que usaban los abuelos”.
Eugenia explica que para la venta elaboran llaveros, monederos, estucheras, barbijos y otras prendas. “Con figuras que cuentan historias; cómo se pastea las ovejas o alpacas, el atardecer de las comunidades, los animales, las plantas”. “Luego de tener el hilo lo tejemos con aguja, punto por punto dejando ver la apariencia de un animal o de una persona o de plantas… todo lo que existe en nuestras culturas”.
El tejido es un arte que trata de inmortalizar todo lo que se sabe de las culturas entre creencias y ritos. En la actualidad se trata de comercializar de buena forma para que no solo extranjeros la adopten y valoren sino también los mismos bolivianos. Este arte conecta las generaciones pasadas con las actuales, de otra forma todo ello se perdería y desaparecería con el tiempo. Los tejidos antiguos y los nuevos unen y acerca a las personas a sus raíces ya que cada comunidad tiene sus colores y formas representativas de hacerlo.