Hoy más que nunca se pone vigente el problema que tenía Hamlet “¡Ser o no ser! Esta es la cuestión”, ante el avance imparable de la comunicación digital, que angustia, estremece, nos hace sentir burdamente vivos y nos obliga a entrar sin querer en un mundo en que la realidad se abastece de un combustible inerte, casi liquido e imperceptible que regula la comunicación que sostenemos como alimento plagiado del alma. Son tiempos de la Inteligencia Artificial que clama una introspección demandante y aturdida en la que se hace complejo descifrar signos, gustos y la estética por uno mismo porque se mueve a tu alrededor amenazante, poco discreta para darte cuenta que han penetrado en tus tejidos.
Hace pocos días tuvo lugar el lanzamiento de dat0s digital. Atendiendo la órbita modelada del siguiente capítulo podría parecer abstracto el maniqueismo, la interpretación adecuada a ese propósito. Desde dat0s se ha defendido el valor fundamental a las relaciones humanas que definen el rasgo y tamaño de la esencia de la comunicación. Es por eso que sin dejar la esencia en los quehaceres de esa realidad que demanda una introspección antes de pasarla en limpio para darle forma en un texto, un reportaje o un artículo, me permití expresar esa manifestación impostergable de nuestra digitalización, no en la construcción de herramientas tecnológicas, sino para ubicarnos en esta bastante compleja situación.
El lenguaje ha cambiado en el mundo de redes aguanosas que se mueve sin control; las anclas de nuevos conceptos combinados interponen una relación casi inconsciente con la “nada”; logra que este universo algorítmico penetre convirtiéndose en un mundo habitable. Antes que estos algoritmos penetren por tus tejidos, han definido una resistencia a lo desconocido que no tendría sentido sin el significado de una elección. Y esa elección tendrá significado en la medida que nos percibamos nosotros mismos como sujetos responsables de esa elección.
Está bien no estar bien, la frase del titular de la revista Time tras el abandono de la tenista norteamericana de Roland Garros, ha generado un sinnúmero de comentarios entre experto psicólogos y periodistas por la fragilidad de una experiencia traumática que refleja el mundo de las emociones y las contradicciones de la bipolaridad moderna
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