Combatir las ramificaciones venezolanas asociadas al narcotráfico
Los remezones que se han comenzado a sentir para devolver normalidad a Venezuela.
Hay como se ve una especie de cortina de humo que corre el telón en el caso venezolano que está dando lugar a la tarea impostergable de detener a los jefes de los carteles de la droga que han operado durante años en el país en medio de la más rigurosa impunidad. Desde la detención en Miami de dos sobrinos del presidente Maduro acusados por lavado de activos por alrededor 1.5 mil millones de dólares en bienes y propiedades, el esquema no había sufrido las consecuencias tan aceleradas de nuevas detenciones que ponen en vilo a su Gobierno.
Corren versiones verosímiles sobre la relación que existió entre el comandante de la revolución bolivariana con la élite de estrellas de Hollywood que por afinidades con la izquierda que ideologizó las relaciones del país caribeño con el mundo, cumplió una ruta de contactos que se fueron deteriorando al correr los años. Un caso de película fue el del actor de cine, actor Sean Penn, embajador de Chávez propagando la idea de una revolución que debía centrar foco en la lucha contra el imperialismo norteamericano. Por eso las miradas del mundo de la izquierda se focalizaron en esa relación que pasó de las fronteras venezolanas y se instaló luego en otros lugares, tal fue el caso boliviano.
El actor fue declarado una especie de embajador de las causas revolucionarias que por similares motivos se peleaban en Bolivia. Sean Penn visitó varias veces al expresidente Morales ataviado de textiles andinos y hasta se lo vio de montera tarabuqueña para las fotos. Fue una relación estable que se deterioró al correr los años, por varios motivos, pero principalmente más tarde por la famosa entrevista que patrocinó la actriz mexicana Kate del Castillo con el Chapo Guzmán que derivaría en la detención del mayor narcotraficante de la historia contemporánea comparado con Pablo Escobar.
Hoy los papeles parecen estar cambiando de forma abrupta. El año pasado fue detenido uno de los hombres más influyentes del entorno del expresidente Chávez, el empresario Alex Saab, señalado también como presunto testaferro de Maduro, apresado en el aeropuerto de Cabo Verde, por un error de tráfico que detuvo el jet en el que viajaba a Irán. Su mito se ha derrumbado con la autorización de su extradición a los Estados Unidos.
El empresario enfundado en una cola de caballo cobró notoriedad de un día a otro manejando millonarios contratos para el Gobierno venezolano, experto en esquivar los embargos de los Estados Unidos contra Venezuela encargado de llevar lingotes de oro a Turquía como enlace con el ayatolá Ali Jameneí. Su detención arrastrará investigaciones que podrían generar una verdadera hecatombe, por los contactos que mantenía con varios gobiernos afines.
Hace menos de un mes fue detenido en Madrid el ex jefe del espionaje militar venezolano Hugo Armando Carvajal por la policía federal. Más conocido como el Pollo Carvajal se hallaba con paradero desconocido desde fines de 2019. El Gobierno de los Estados Unidos lo reclama para ser juzgado por narcotráfico, blanqueo y colaboración con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para introducir cocaína al país.
Detrás del Pollo Carvajal se había montado un aparato inédito que impedía su captura, usaba pasaportes diplomáticos y tenía franquicias que facilitaban su movimiento diplomático que le servía para abrir puertas y burlar los controles de su detención.
El arresto de ambos personajes se produce en momentos en los que se ha abierto un diálogo propiciado por el Gobierno mexicano con la intención de reencauzar las relaciones de Venezuela con los Estados Unidos y con el resto del mundo.
El caso venezolano a estas alturas es ya un tema de debate entre las cadenas de streaming para contar la verosímil historia de la realidad casi de ficción de un esquema de Gobierno que ha comenzado a hacer aguas por todo lado.