Los límites insospechados del dopaje

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El caso del ciclista Lance Amstrong llegó a niveles insospechados. Los métodos, amenazas y consecuencias.

Cuando ganó su séptimo “Tour de France” en 2005 ya era blanco de cuestionamientos por sus prácticas non sanctas. El libro “L.A. Confidentiel. Les secrets de Lance Amstrong” (2004), escrito por los periodistas Pierre Ballester (“L’ Equipe”) y David Walsh, denunciaba los métodos aplicados por su equipo (el U.S. Postal) para mejorar su rendimiento. Entre las voces que se alzaban estaba la de Emma O’Reilly, quien trabajó en el equipo de Armstrong en 1996 en el rol de masajista pero también cumpliendo otras labores.

Entre sus denuncias, O’Reilly comentó que su trabajo consistía en “transportar productos dopantes, ocultar cierto tipo de sustancias y de jeringas en caso de controles, distribuir esos productos a los ciclistas y disimular los hematomas que podrían surgir producto de las inyecciones”. Sus denuncias, ahora, forman parte de la investigación que llevó a cabo la USADA con el objetivo de “hacer un deporte  más limpio”.

O’ Reilly, en su momento, había dicho que “Lance intentó que su vida fuese un infierno”. La primera vez que habló, lo hizo en el “Sunday Times”. Luego de eso, Armstrong le amenazó con “arruinarle la vida y quitarle todo su dinero”. El relato llegó a límites insólitos. En un momento, la masajista irlandesa contó cómo escondía las jeringas del equipo, cómo descolgaba los cuadros de las habitaciones para dejar en sus ganchos las bolsas de plasma que se utilizaban en las transfusiones o las veces que cruzó la frontera entre Francia y España con pastillas que estaban prohibidas (en el mundo del ciclismo) y cómo se las entregaba al ciclista en el aparcamiento de un Mc Donald’s en las afueras de Niza.

Debieron pasar ocho años y el retiro de Armstrong de la actividad para que la USADA tomara cartas en el asunto.  El documento, de más de 1.000 páginas, revela pruebas sobre un método sistémico y altamente profesionalizado de “facilitación deportiva”, un equipo de gestión diseñado para el desarrollo de una política de dopaje. En total, el informe incluye el testimonio de 26 personas, entre quienes se incluyen 15 ciclistas que en algún momento fueron compañeros de Armstrong. Luego de su elaboración fue enviado a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), a la Unión Ciclista Internacional (UCI) y, también, a la Corporación Mundial de Triatlón (WTC).

Levi Leipheimer, Tyler Hamilton, George Hincapié y Floyd Landis fueron algunos de esos deportistas que se beneficiaron con los procedimientos y ahora declararon contra Armstrong ante la USADA sobre el programa de doping sanguíneo para no competir a “pan y agua”, expresión utilizada para denominar al ciclista que competía “sin usar sustancias dopantes”. Competir con la dieta variada que prescribía el cuerpo médico del equipo, supuestamente, incluía transfusiones de glóbulos rojos (para tener más capacidad de transporte de oxígeno), administración exógena de Eritropoyetina – EPO – (hormona para estimular la producción de glóbulos rojos) y otras sustancias estimulantes como anabólicos varios.

Como el deporte profesional es voraz en sus exigencias y los atletas de elite están conminados a superarse, se busca alcanzar límites no imaginados. El logro deportivo es la consecución de un sueño, que en muchos casos se remonta a los primeros años de la infancia. Para cumplirlo, hay deportistas que deciden buscar atajos que les garanticen mejores chances de alcanzar el reconocimiento y el porvenir económico.

Los atajos no los eximen de los sacrificios, simplemente los dejan en mejores condiciones que sus contrincantes. En el ciclismo, por su alto componente aeróbico, el atajo se encuentra en estas transfusiones de sangre y en la administración de eritropoyetina, que aumentan la concentración de glóbulos rojos y por consiguiente el transporte de oxígeno y el umbral de lactacto (nivel de intensidad de trabajo físico donde se produce más acido láctico -“residuo” de la glucosa al metabolizarse sin oxígeno- del que se remueve).

La singularidad del caso no está en los procedimientos usados sino en que, durante toda su vida deportiva, el ciclista de Austin se sometió a incontables exámenes y jamás dio un resultado positivo. Esto obviamente, no da por garantizada su inocencia pero disminuye el peso de las pruebas posteriores.

Llamativamente, la USADA se interesó por el tema muchos años después de las primeras denuncias y con Armstrong retirado de la actividad. El show de bombos y platillos para dar a conocer los resultados le otorga más asidero a las palabras del ciclista, al referirse al proceso: “Desde el principio, esta investigación no estaba destinada a establecer la verdad o limpiar al ciclismo, sino a castigarme a toda costa”.  Es interesante recordar que el organismo de control antidoping de los Estados Unidos, que ahora persigue a Armstrong y tiene nuevo nombre desde hace 10 años, es el sucesor del que durante años permitió el doping sistemático de los atletas olímpicos norteamericanos.

La denuncia efectuada en 2003, por el Dr. Wade, director del organismo antidopaje norteamericano del Comité Olímpico desde 1991 a 2000, desató un escándalo que se intentó cerrar con la descentralización de la entidad. Más de 30.000 páginas de documentos fueron entregadas a Sports Illustrated y al Orange County Register. Allí se mostraba que atletas como Carl Lewis y Mary Joe Fernández habían dado positivo (el primero en tres oportunidades) antes de los Juegos de Seúl ’88 pero igual se les permitió competir.

Claudio Tamburrini, en su libro “¿La mano de Dios?”, reflexiona sobre el doping y las consecuencias de su eliminación, y en cómo de esta forma se les daría la misma oportunidad a todos. Yo creo que las diferencias seguirían existiendo pero es un tema interesante para analizar. Está claro que Lance Armstrong tenía condiciones atléticas muy superiores a la media pero, también, que competía aprovechándose de procedimientos no permitidos; que hizo los sacrificios para conseguir sus títulos pero que también accedió a métodos inalcanzables para otros ciclistas, también dispuestos a aprovecharlos; que el deporte de alto rendimiento no beneficia a la salud (muchas actividades laborales no lo hacen) y que el ciclista tejano demostró estar dispuesto a afrontar las consecuencias.

¿No habrá llegado el momento para que el deporte de alto rendimiento realmente se cuestione sobre la verdadera función de los controles antidoping, sobre quiénes son los grandes beneficiarios -a los que no se detecta- y los perejiles perjudicados? La existencia de este nuevo olimpismo recargado  y la epidemia de doping positivos por drogas sociales habilita este debate.

GRANDES DEPORTISTAS Y EL DOPING

Frederick Carlton “Carl” Lewis

Apodado como el “Hijo del Viento” fue un atleta estadounidense especialista en pruebas de velocidad y salto de longitud que ganó 10 medallas olímpicas (9 oros) durante su carrera (1984 – 1996), y 8 medallas de oro y 1 de bronce en los Campeonatos del Mundo de Atletismo. En abril de 2003 la revista Sports Illustrated, publicó algunos de los 30.000 páginas de documentos oficiales del USOC que demostraron que en 1988, Lewis y otros 11 atletas estadounidenses habían dado positivo en pruebas antidopaje.

Ben Johnson

En las Olimpiadas de Seúl 88 Johnson, atleta canadiense de origen jamaiquino, venció en un duelo memorable a Carl Lewis en la final de los 100 metros lisos y batió el record mundial. Tres días después fue desposeído del título por dar positivo en el control anti doping. Había consumido un esteroide anabolizante, stanozolol. Fue suspendido de por vida por la Federación Internacional de Atletismo en 1993, se dedicó desde entonces a entrenar.

Martina Hingis

La suiza Martina Hingis reconoció que había sido acusada de dar positivo por cocaína en un control de doping al que fue sometida en el torneo de Wimbledon y anunció la decisión de retirarse del tenis profesional. La tenista helvética, que en su día llego a ser número uno del mundo y cuyo historial contiene, entre otros logros, cinco Grand Slam, negó que haya consumido dicha sustancia.

Diego Armando Maradona

En el Mundial de 1994 celebrado en EEUU, tras jugar contra la selección de Nigeria el futbolista argentino Diego A. Maradona apodado el “10 de Oro” fue sorteado para realizarse el control antidopaje. En los análisis se le detectaron cinco sustancias prohibidas: efedrina, norefedrina, seudoefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina. Fue suspendido por quince meses, por lo que tuvo que abandonar la concentración argentina.

Marion Jones

Atleta estadounidense especialista en pruebas de velocidad y salto de longitud que ganó tres medallas de oro y dos de bronce en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. En octubre de 2007 confesó, ante un Tribunal Federal de Estados Unidos, haber consumido sustancias no autorizadas en dicha competición, por lo que fue sancionada y le fueron retiradas las cinco medallas olímpicas.

Marcas famosas, deportistas y doping

El principal socio comercial de Lance Armstrong rompió el contrato que lo unía al deportista. Uno de los chicos de carteles principales de Nike, el ex atleta involucrado en un escándalo de dopaje, perdió su contrato con la marca estadounidense de ropa y equipamiento deportivo después de la publicación de un dossier sobre el caso, Nike llegó a mostrar su apoyo a Armstrong. Ahora, sin embargo, advierte que el patrocinio al ex ciclista fue cancelado. El comunicado de la compañía, dice que Armstrong ha “engañado Nike desde hace más de una década”. También, Armstrong anunció su salida de la presidencia de Livestrong, una fundación que creó en 2003 para ayudar a las víctimas del cáncer: “Para evitar que la fundación sufren los efectos negativos de la controversia en torno a mi carrera, yo cierro mi trabajo como presidente”.

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