El endeudamiento público: problemas y consecuencias

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Hace unos días, una periodista del periódico Página 7, me sorprendió telefónicamente con una interrogante relacionada con el endeudamiento público. Ella quería una apreciación muy general, más que todo sobre el índice que mostró el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, por el cual nuestro país tenía un endeudamiento con respecto al PIB, del orden de un 31%, en tanto que hay países con índices mucho más elevados, como EEUU con un 107% o Grecia con un 171%, que representa un extremo.

Mi primera reacción fue, como todos, que se trata de un nivel manejable, lo que, sin embargo, puede decir mucho o nada, ya que en este aspecto depende de otros factores, tan relevantes, como por ejemplo, las características del deudor, la naturaleza del PIB, que en el caso de Bolivia estaría siendo medido en términos nominales, o sea del valor de la producción, que depende del nivel de los precios de nuestras materias primas y no de nuestra capacidad de producción.

Es decir, Bolivia, no es lo mismo que los EEUU, que pese a su alto nivel de endeudamiento público, sigue colocando sus bonos en el mercado interno y externo. Donde existe además la creencia de que su economía podrá remontarse nuevamente, dado que cuenta con capacidad productiva (acervo de capital), de gestión (management)  y de innovación tecnológica, que son condiciones que garantizan a cualquier acreedor exigente.

En Bolivia, salvo el sector de hidrocarburos, donde se está maximizando nuestra producción hasta el agotamiento, en realidad cuenta con una capacidad productiva muy reducida. Nuestros niveles de gestión, salvo alguna excepción muy puntual, son precarios y no somos creadores de tecnología, ni siquiera “copiones” como ha ocurrido en sus etapas iniciales con Japón y ahora con China.

De esta manera, si por alguna razón los precios de nuestras materias primas se reducen, sea por un menor ritmo de crecimiento de los países emergentes, porque están reciclando masivamente sus materias primas disponibles, por cambios en la tecnología, etc., nuestro PIB nominal y real también se reduciría, aumentando la relación con el endeudamiento externo e interno, cambiando la actual posición relativa que es favorable.

También podría variar el costo (tasa de interés) del dinero prestado, como ocurrió durante la época de la UDP, en el que el endeudamiento externo, particularmente con la banca privada, contratada masivamente en los años 70, subió de una tasa muy baja y, hasta negativa, a más del 20%, haciendo imposible su pago por carecer de reservas monetarias, que ahora parecen ser infinitas, al haber llegado a más de 14 mil millones de dólares, frente a una deuda total del Estado que llega a 8.288 millones, siendo que un importante monto de éstas, respalda nuestra emisión monetaria y otra, no menor, garantiza nuestro elevado nivel de exportaciones.

Aquí estamos hablando de la naturaleza del endeudamiento, que en este caso particular tiene una fuerte vinculación con la masa de pensionistas que con el nuevo sistema de capacitación individual, se supone que las administradoras de pensiones (AFP) que ahora están de retirada, tenían que hacer una buena ingeniería financiera con los recursos de los afiliados al sistema, de manera que al cabo de 35 años y/o de una cierta edad mínima, tendrían asegurada su pensión por un equivalente al 70% del salario que recibían en los últimos tres años de su vida activa.

En efecto, la deuda interna se incrementó de 1.588 millones de dólares a 4.310 millones, lo que representa un aumento de 2.6 veces del nivel alcanzado en el año 2000. Sin embargo, lo malo de este endeudamiento reside en su utilización, ya que la mayoría ha sido utilizado para el pago de pensiones correspondiente al anterior sistema de pensiones (Sistema de Reparto), al gasto corriente del sector público y a la esterilización de parte de la liquidez en dólares de la economía, dada su excesiva disponibilidad y la poca capacidad de uso por parte de nuestra economía.

En cuanto a la deuda externa, pese a que se redujo artificialmente, por la acción internacional, particularmente de la Iglesia Católica, el nivel del endeudamiento externo, desde el 2006, luego de condonación de 2.000 millones de dólares, ha ido subiendo paulatinamente, hasta llegar a 3.978 millones de dólares, que es un monto poco menor al que teníamos en los años 2003 y 2004, cuando la deuda externa llegó a los 5.000 millones de dólares. La mayor parte fue utilizada en infraestructura, especialmente caminera, utilizando un procedimiento de adjudicación directa que le permite al gobierno ser más expedito, aunque menos transparente.

En conclusión, estamos frente a una situación en la que podría haber un mayor margen de endeudamiento, pero como hasta ahora no se ha incrementado el nivel de producción, tampoco se cuenta con mayores fuentes de financiamiento para pagar la deuda externa e interna, que entre intereses y amortización fácilmente se llega a los 800 o más millones de dólares al año, que en términos del gasto público representa un gran esfuerzo para la sociedad, muy grave en tiempos de las “vacas flacas” que parece que tardara un poco en llegar.

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