Inseguridad diplomática: Chile, coca y mar

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Desde que Evo llegó al poder sus estrategias en el tema de la demanda marítima y en el reposicionamiento de la hoja de coca, le han servido para aparecer como el gran líder de las reivindicaciones nacionales. La readmisión de Bolivia a la Convención de Viena, fue seguida del anuncio de industrializar y exportar la materia prima que sirve para fabricar cocaína. En la Cumbre UE – CELAC, el jefe de Estado denunció el incumplimiento de Chile al Tratado de 1904 y aprovechó el escenario, planteando una novedosa herramienta que coloca a Bolivia en el papel de un país de miniatura ante la complejidad del problema.

Un día antes, tres soldados bolivianos fueron detenidos a dos kilómetros de la frontera en la zona de Colchane en territorio chileno. Ese incidente, fue utilizado por Evo Morales, para asestar un duro golpe a su anfitrión. El mandatario boliviano dijo que de una vez (Piñera), se debería definir si está a favor o en contra de la lucha contra el narcotráfico y el contrabando. En ambos casos, coca y mar, la postura es polémica.

Los papeles arrojados de esa manera sobre la mesa de la negociación diplomática, comenzaron a indisponer las relaciones entre ambos países. Las autoridades chilenas minimizaron el incidente en la frontera y dijeron que se trataba de un hecho que debía ser resuelto en la justicia de su país.

Antecedentes

En junio de 2011, una patrulla de 14 militares bolivianos fue detenida en Chile a bordo de dos automóviles que de acuerdo a las investigaciones iban a ser internadas a Bolivia de manera ilegal. Los militares, 13 soldados y un suboficial, fueron detenidos y expulsados 48 horas después. El episodio cobró notorios ribetes de espectacularidad.

La patrulla de militares fue condecorada por el presidente Morales, mientras que en Chile se suscitó un intenso debate para determinar “si los militares extranjeros dentro del territorio nacional tenían que considerarse militares o civiles”. Finalmente, la Corte Suprema de Justicia de Chile resolvió “que en el caso de la entrada clandestina de personal militar al territorio nacional portando armas prohibidas, nos estamos  refiriendo aquí al armamento de guerra, de acuerdo con la legislación nacional vigente a la época de los sucesos, obliga a considerarlo como cometido por civiles y cuyo conocimiento corresponde a la justicia ordinaria”.

La detención de los tres conscriptos

La versión oficial en Bolivia dice que los tres soldados estaban luchando contra el contrabando. En Chile, aseguran que no se puede justificar incursión armada en su espacio territorial. El abogado de oficio de los soldados, Sergio Zenteno, informó que según la propia declaración de los acusados, “estos habrían estado durante tres horas resguardando un vehículo indocumentado por órdenes de un sargento de apellido Quino, quien luego del operativo se fue en busca de apoyo”.

Sin desmerecer esa versión, DATOS indagó en fuentes militares para profundizar sobre el tema. Las fuentes aseguran que la vestimenta que llevaban los soldados el día de su detención no era la adecuada de una patrulla de control. Afirman que una patrulla está compuesta por 7 efectivos, 6 soldados rasos y un oficial. Todos deben portar armas de reglamento antes de salir de la unidad militar. Observan, además, que deben hacerlo con el equipamiento apropiado para cumplir su misión de resguardo en la frontera.

Desde el punto de vista estrictamente militar, las fuentes indicaron que es irregular que tres soldados porten apenas un fusil. Además, advierten que no tenían botas de reglamento (uno de ellos calzaba zapatillas deportivas), mochilas, cascos, pasa montañas, GPS y el uniforme adecuado para luchar contra el contrabando y el narcotráfico.

DATOS quiso conocer la versión del comandante del Regimiento Méndez Arcos al que pertenecían los conscriptos. El militar no quiso abordar las dudas por la detención ni esclarecer quién era el oficial de apellido Quino.

La negativa de la justicia chilena de poner a los soldados en libertad, se utilizó como bandera para generar sentimientos xenófobos en Bolivia. El Gobierno instaló buzones para que la gente deposite su voto de repudió por la detención e instó al pueblo a solidarizarse con los tres soldados enviando mensajes de apoyo moral.

En Chile, el incidente fue utilizado por enésima vez para elevar el sentimiento chauvista: “un país serio” fue el argumento, mientras exhibía a los detenidos como carne de cañón para justificar su arresto y presentarlos ante los ojos del mundo a modo de amplificar la pobreza militar de su vecino.

El 14 de febrero, el presidente Morales convocó a un desfile cívico recordando la invasión chilena a Antofagasta en 1879. En la ocasión, el primer mandatario extrapoló el incidente y calificó a los tres soldados como los grandes defensores del mar. “Chile quiere vengarse con los tres conscriptos bolivianos. El Gobierno chileno ha tomado una decisión política y no jurídica para detener a nuestros hermanos encarcelados”.

Incidentes menores

En el plano interno, la exacerbación de sentimientos es una estrategia bien usada por el Gobierno. Lograr que la gente acuda a formar fi las para escribirles a los soldados es de hecho un mérito que está fuera de discusión, si se lo ve desde una óptica de marketing político. El Gobierno ha demostrado que está muy bien preparado para este tipo de apuestas. La actual administración vive periodos de fertilidad e idilio con las masas cada cierto tiempo.

Es probable que estemos en el cenit de esa estrategia, que no garantiza, por si sola, resultados concretos en el planteamiento de buscar una salida de Bolivia a las costas del Pacífico. Analistas bolivianos, dicen que la estrategia jurídica a cargo de la Dirección de Reivindicación Marítima (Diremar) no ha demostrado funcionalidad. Los expertos en la materia indican que “el sustento jurídico de una demanda en tribunales de arbitraje internacional podría cerrar definitivamente el camino a la aspiración boliviana. Plantear un litigio internacional toma riesgos innecesarios. Cuando el presidente Morales plantea que el terreno al que ha ingresado Chile, en el caso de los soldaditos detenidos, es una ´decisión política y no jurídica´, está rompiendo la discusión en la que debería primar el diálogo político antes que el debate jurídico entre las partes”.

En cuanto a la estrategia de reposicionar los elementos naturales de la hoja de coca, mientras arma revuelo internacional de que su Gobierno lucha contra el narcotráfico y el contrabando; la osadía le ha reportado importantes réditos; lo que nadie se atreve a decir es cuánto tiempo durará su desafío.